Por Agroempresario.com
En medio de la incertidumbre financiera y la falta de anuncios concretos desde Washington, el mercado argentino continúa operando bajo una fuerte tensión cambiaria. El Tesoro nacional, obligado a vender dólares para contener la volatilidad, enfrenta una creciente presión sobre las tasas de interés, mientras las expectativas por el posible swap de monedas por USD 20.000 millones con Estados Unidos se mantienen en el centro de la escena.
La constante intervención del Tesoro —con ventas diarias de divisas— secó la plaza y provocó un aumento en las tasas de corto plazo. Según operadores financieros, las tasas de caución treparon hasta el 38% y las operaciones REPO alcanzaron el 55% anual. En paralelo, la base monetaria comenzó a contraerse en octubre debido a la absorción de pesos por parte del Gobierno, generando un escenario de menor liquidez.
A pesar de este panorama, la demanda de instrumentos que ofrezcan cobertura frente a una eventual devaluación se mantiene firme. Los bonos soberanos abrieron la jornada con subas, impulsados por el optimismo inicial ante rumores de avances en las negociaciones con Estados Unidos. Sin embargo, al no haber señales oficiales ni publicaciones del secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, el mercado viró rápidamente hacia la cautela.
Los inversores se volcaron entonces a los bonos dollar linked, que ajustan por el tipo de cambio mayorista y vencen en noviembre, un indicio de que los operadores descuentan un posible ajuste cambiario post electoral. En ese contexto, la consultora Inversiones Pergamino elaboró un informe donde analiza las tres posibles vías que podría tomar el financiamiento externo que negocia la administración argentina.
El documento de Inversiones Pergamino descarta de plano la posibilidad de un swap directo entre la Reserva Federal y el Banco Central de la República Argentina (BCRA). Según la firma, “hoy es muy improbable, ya que la Fed sólo mantiene acuerdos de intercambio con economías desarrolladas o con bancos centrales considerados de bajo riesgo”.
La segunda opción analizada refiere a una asistencia a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), que podría canalizar dólares mediante un nuevo programa o la ampliación del acuerdo vigente. No obstante, la consultora advierte que este camino enfrenta una traba legal y política: la Ley 27.612, que obliga a que cualquier nuevo endeudamiento con el organismo multilateral pase por el Congreso argentino. En plena campaña electoral, esa aprobación se torna prácticamente inviable.
Por ello, la tercera alternativa se presenta como la más factible. Se trata de una operación directa del Tesoro de Estados Unidos a través del Exchange Stabilization Fund (ESF), un mecanismo que permite al Tesoro norteamericano comprar o garantizar activos extranjeros. En este caso, Estados Unidos podría intervenir comprando bonos argentinos en el mercado secundario o bien a través de una línea repo respaldada con títulos soberanos como colateral.
Esta ingeniería financiera implicaría un auxilio indirecto que permitiría reforzar las reservas internacionales y otorgar cierta estabilidad cambiaria en el corto plazo, sin pasar por el Congreso ni por los canales tradicionales del FMI.
Mientras tanto, el escenario local continúa mostrando fuertes desequilibrios. La falta de definiciones desde Washington provocó una reversión en la tendencia de los bonos soberanos, que cerraron la rueda con caídas de hasta 2,5%. Esta baja no se reflejó inmediatamente en el riesgo país, debido a un cambio en la composición del índice que dejó fuera los bonos con más de cinco años sin acceso a los mercados internacionales.
De todos modos, los analistas estiman que el riesgo país real ya se encuentra nuevamente por encima de los 1.100 puntos básicos. El ánimo inversor, que se había visto levemente aliviado tras la salida de José Luis Espert de la lista de candidatos, volvió a deteriorarse ante las señales de incertidumbre política.
En este clima, incluso los actos de campaña tienen impacto económico. Un recital con tintes políticos —con temas de rock y cumbia de Gilda incluidos— generó inquietud entre los operadores, que interpretaron el evento como una señal de desconexión con la coyuntura de recesión y ajuste. Cada gesto político es, hoy, leído como una medida económica.
El resultado fue inmediato: los inversores se cubrieron comprando todos los dólares disponibles. El dólar MEP subió $34,84 (+2,3%) para cerrar en $1.533,95, mientras que el contado con liquidación (CCL) trepó $43,47 (+2,9%) hasta $1.560,11. El dólar blue también avanzó $10 hasta $1.460, consolidándose como el más barato del sistema y alimentando la operatoria conocida como “puré”: comprar en el blue y vender en el MEP.
El Mercado Libre de Cambios (MLC) operó unos USD 660 millones durante la jornada, de los cuales el Tesoro tuvo que vender USD 250 millones a un tipo de cambio de $1.430. Según cálculos de la consultora F2, dirigida por Andrés Reschini, los depósitos del Tesoro en el BCRA habrían caído hasta los USD 730 millones, por lo que, al ritmo actual, se agotarían en pocos días.
“Cuando eso ocurra, la defensa del dólar mayorista pasará al BCRA, pero lo hará en la banda superior de $1.484, en lugar de los $1.430 que hoy sostiene el Tesoro”, explicó F2. Además, advirtió que “entre las ventas de divisas del Tesoro y la colocación de bonos dollar linked, la base monetaria comenzó a contraerse, lo que presiona al alza las tasas de corto plazo”.
Esa tensión ya se refleja en el mercado: las tasas efectivas mensuales en pesos superaron el 4,7% en los tramos cortos de la curva, y las cauciones a un día mostraron una volatilidad inusual.
El mercado de futuros también se mantiene activo, con un volumen de 954.330 contratos operados. En la Bolsa de Buenos Aires (BYMA), los bonos soberanos ligados al dólar oficial (T+1) registraron un incremento en el volumen de operaciones: pasaron de 125 millones a 195 millones, de los cuales 105 millones correspondieron a la letra con vencimiento a fines de noviembre, donde se presume intervención oficial.
A pesar de que la inflación de la Ciudad de Buenos Aires mostró un alentador 2,2% mensual —dato que podría anticipar una baja a nivel nacional—, los inversores no abandonaron su postura de cautela. El S&P Merval, principal índice accionario local, retrocedió 0,5% en pesos y 3,3% en dólares, reflejando la persistente falta de confianza.
Las acciones más castigadas fueron las afectadas por los nuevos aranceles estadounidenses al acero y aluminio: Ternium cayó 5,2% y Aluar retrocedió 5%.
A nivel internacional, los temores también se extienden. El oro quebró el techo de los USD 4.000 por onza, consolidando su rol como refugio ante la volatilidad global. Europa enfrenta una crisis política en Francia, mientras Japón lidia con la depreciación del yen, utilizado como moneda de financiamiento en operaciones de carry trade frente al dólar debido a las bajas tasas niponas.
En este contexto global incierto, el desenlace de las gestiones entre Argentina y Estados Unidos podría definir el rumbo de los próximos meses. Un eventual anuncio del swap financiero podría dar un respiro temporal a los mercados, aunque difícilmente logre disipar la presión cambiaria y la desconfianza política que hoy domina el escenario económico.