Todd Graves tenía apenas 22 años cuando decidió apostar por una idea que pocos creían viable: abrir un restaurante que sirviera solo tiras de pollo. Era 1996 y los bancos rechazaban su propuesta por considerarla demasiado simple. Sin embargo, esa simplicidad se transformaría en la base del éxito de Raising Cane’s Chicken Fingers, hoy una de las cadenas de comida rápida más rentables de Estados Unidos.
Antes de lograrlo, Graves trabajó en una refinería en Los Ángeles y luego en la pesca comercial de salmón en Alaska, donde ahorró lo suficiente para financiar su sueño. Con el dinero ganado —unos US$ 50.000—, sumado a préstamos e inversores locales, logró abrir su primer local en Baton Rouge, Luisiana, a pocos metros de la Universidad Estatal.
El restaurante se llamó Raising Cane’s, en honor a su perro labrador. El nombre, que en inglés remite a la idea de “armar lío”, reflejaba la energía con la que Graves iniciaba su aventura empresarial.
Mientras otras cadenas diversificaban su oferta, Graves decidió hacer lo contrario: enfocarse en un solo producto y hacerlo mejor que nadie. El menú de Raising Cane’s no cambió en casi tres décadas. Ofrece solo cinco opciones: tiras de pollo, papas fritas onduladas, tostadas texanas, ensalada de col y una salsa exclusiva.
“Si intentás ser todo para todos, no vas a ser especial”, repite Graves como mantra. Esa filosofía lo llevó a construir un modelo operativo eficiente, rápido y de bajo costo. Cada local prepara el pollo fresco, sin congelar, y despacha pedidos en menos de tres minutos, una velocidad que supera ampliamente a McDonald’s o KFC.
Hoy, Raising Cane’s supera los 900 locales en 42 estados y abre alrededor de 125 nuevos puntos por año. En 2024 alcanzó ventas por US$ 5.100 millones, con un promedio de US$ 6,6 millones por restaurante, casi el triple que la media del sector.
El éxito radica en mantener un formato simple y una operación controlada. Graves conserva el 92% de la propiedad de la compañía, lo que lo convierte en el empresario más rico del fast-food estadounidense, con una fortuna estimada en US$ 22.000 millones, según Forbes.
Su obsesión por los detalles se nota en cada aspecto: revisa la decoración de los locales, participa en las campañas de marketing y selecciona personalmente los juguetes del menú infantil. Mientras muchos competidores venden sus marcas a fondos de inversión, Graves mantiene su independencia.
La historia de Graves es también una lección de resiliencia y disciplina. En los inicios, construyó personalmente la estructura del primer restaurante, instaló la plomería y diseñó el cartel del menú. Cuando un huracán en 2005 dejó fuera de servicio casi todas las sucursales, renegoció con prestamistas y salvó la empresa.
Su modelo de liderazgo es cercano: recorre los locales, conversa con empleados y comparte aprendizajes. “Pasé mucho tiempo contando las cajas en la oficina del fondo. Cada dólar tenía que rendir”, recuerda.
Para Graves, la clave fue aprender de los rechazos. “Cuando creés en algo con todo, cada ‘no’ se convierte en combustible”, asegura.
Raising Cane’s invierte cerca del 5% de sus ingresos anuales en marketing, pero de forma distinta a la competencia. En lugar de grandes campañas nacionales, destina fondos a acciones locales, patrocinios deportivos y causas comunitarias.
En los últimos años, Graves incorporó a celebridades e influencers como parte de su estrategia, entre ellos Snoop Dogg, Shaquille O’Neal y Post Malone, quienes participaron en videos y eventos virales que fortalecieron la marca.
El vínculo con los fans también es una herramienta de fidelización. El perro Raising Cane III, actual mascota de la cadena, tiene más de 100.000 seguidores en redes sociales.
Con la operación consolidada en Estados Unidos, Graves avanza ahora en una expansión internacional. Raising Cane’s ya cuenta con 52 locales en Medio Oriente y proyecta llegar a Europa y Latinoamérica en los próximos años.
Para acompañar ese crecimiento, la compañía construye un campus corporativo de 37.000 metros cuadrados en Texas, desde donde gestionará la próxima etapa del plan global. El objetivo: alcanzar US$ 10.000 millones en ventas y 1.600 locales para fines de la década.
Lejos de complicar el modelo con nuevos productos o promociones, Graves mantiene su fórmula original. “Voy a seguir haciendo lo mismo. Si querés competir conmigo, más te vale ser muy bueno, porque nosotros no aflojamos”, advierte.
La trayectoria de Todd Graves demuestra que la simplicidad puede ser una estrategia poderosa. Su historia reúne los ingredientes del éxito empresarial: foco, consistencia y trabajo constante.
Desde una pequeña idea universitaria hasta un gigante global del fast-food, Raising Cane’s es hoy un símbolo de cómo la pasión y la persistencia pueden transformar una receta casera en un imperio multimillonario.