Por Agroempresario.com
En la era de las redes sociales, pocas personas logran construir una comunidad auténtica, sólida y fiel. Karina Gao, influencer gastronómica con más de 460.000 seguidores en Instagram, lo consiguió con una fórmula tan simple como poderosa: cercanía, autenticidad, humor y profundo conocimiento culinario. Hoy, esa fórmula traspasó la pantalla y se materializó en GĀO Restó, su primer restaurante en el barrio de Belgrano, Buenos Aires.
Con un enfoque distinto al de los típicos restaurantes chinos, GĀO se presenta como un espacio moderno, cálido y lleno de sabores tradicionales curados por Gao desde su memoria personal. Es, en muchos sentidos, una extensión de su casa y de su historia.
Durante años, seguidores y conocidos le preguntaban a Karina Gao cuándo abriría su restaurante. La respuesta siempre era la misma: “Todavía no es el momento”. Sin embargo, ese momento llegó, y no fue por presión externa, sino por un proceso interno de maduración.
“Fue un camino de 15 años, con intentos, fracasos y aprendizajes. No fue un sueño lineal ni un plan fijo, sino un proceso lleno de experiencias”, cuenta Gao. Economista de formación y cocinera autodidacta, su relación con la cocina viene desde la infancia, cuando cocinaba en casa porque no encontraba platos chinos auténticos disponibles en Argentina. Con el tiempo, probó diferentes formatos: dulces en pandemia, comida congelada y hasta un bar. Todo ese recorrido la preparó para liderar su proyecto más ambicioso.
La oportunidad surgió de forma inesperada. “Mis socios ya tenían una cadena de pastelerías francesas que siempre admiré. Cuando los entrevisté para armar el plan de negocio de GĀO, se dio la posibilidad. Nos encontramos en el momento justo: ellos querían explorar nuevos horizontes y yo estaba lista para el desafío”.
Durante un año y medio, trabajaron en el diseño del restaurante, desde la cocina hasta la estética. Lo primero que sorprende al llegar es la ausencia de clichés visuales: no hay farolitos rojos, dragones ni decoración estereotipada. La propuesta es otra: platos auténticos que Gao disfrutó desde chica, seleccionados con inteligencia para adaptarse al paladar argentino.
Uno de los puntos más discutidos al hablar del salto de Karina Gao al mundo gastronómico físico es su rol como influencer. ¿Ayuda o perjudica a un proyecto gastronómico?
“Sí, hay muchos prejuicios. Se piensa que los influencers no trabajamos, que solo sacamos fotos. Pero llevo más de 10 años en redes, y recién ahora se empieza a reconocer que detrás hay un laburo real”, aclara Gao.
Aunque prefiere definirse como generadora de comunidad, no esquiva la responsabilidad que implica tener visibilidad. “Lo que decimos y compartimos tiene un impacto. Por eso, prefiero hablar de comunidad, no de ‘influencia’. La gente que me sigue lo hace porque confía en lo que comparto, no porque quiera imponerles nada”.
La propuesta gastronómica de GĀO se distingue por no apelar a lo obvio. “No reinterpretamos la cocina china, tampoco la modificamos. Seleccionamos recetas tradicionales que me gustan y que sé que pueden gustar acá. Me considero más una curadora que una chef creativa”, dice Karina.
En la carta hay solo una versión de arroz y de fideos salteados. El resto del menú se compone de platos con historia. “Las baby ribs son la receta de mi mamá y me recuerdan momentos de abundancia. El fideo con sal de samaní era mi comida diaria en la infancia. Y el pollo frito lo hacíamos en las kermeses del colegio chino”.
Cada plato es una cápsula de memoria, y eso se nota no solo en el sabor, sino también en la narrativa del lugar.
Una de las apuestas más destacadas de GĀO es la fuerte presencia de platos vegetarianos. “Hoy, las personas buscan comer sano, pero sin resignar sabor ni textura. Queríamos que las verduras fueran protagonistas, no un acompañamiento”, afirma Gao.
Y lo lograron: muchos de los platos vegetarianos son los más pedidos. El uso de vegetales de estación y técnicas que preservan sabor y textura es parte de la propuesta, que busca resaltar la producción local argentina dentro de una cocina china tradicional.
En un momento de duda sobre si abrir o no el restaurante, dos nombres jugaron un papel clave: Narda Lepes y Ximena Sáenz. “Ximena me invitó a un pop-up con su equipo, y esa experiencia fue un punto de inflexión. Pensé: si pude sacar adelante eso sin conocer bien esa cocina, entonces puedo abrir mi propio espacio”.
La experiencia sirvió como ensayo general. Ese evento demostró que, más allá del conocimiento técnico, Gao tenía la capacidad de liderazgo, organización y visión necesarias para sostener un restaurante real.
Uno de los grandes aprendizajes que deja este proyecto es la diferencia entre la pasión por cocinar y la gestión de un restaurante. “Abrir no es tan complicado, lo difícil es gerenciarlo. En otros proyectos me quedaba con la parte romántica: abrir, cocinar rico y pensar que los números se acomodaban solos”.
Hoy, esa mirada cambió. GĀO se gestiona con rigurosidad: control de costos, administración eficiente, trabajo en equipo. “En estos meses aprendí más de gestión que en toda mi carrera. Lo más desafiante fue la paciencia, porque el proyecto tardó casi dos años. Pero armamos un equipo hermoso y eso lo hace todo más llevadero”.
Más allá de la comida, GĀO también funciona como un lugar de encuentro. “Muchas veces entro y me saludan como si estuviera llegando a mi casa. Vienen desde distintos puntos del país, y aunque no siempre estoy, sienten que es un espacio cercano”.
Esa conexión se nota. En redes, los comentarios positivos se multiplican. En el salón, la energía es de celebración y reconocimiento mutuo. Para Gao, ese vínculo es el verdadero motor del proyecto.
¿Y qué sigue para GĀO? “Tenemos muchos proyectos, pero queremos crecer de manera ordenada. El próximo paso será abrir un segundo local, nuestra prueba de fuego para ver si el concepto es escalable”.
Además, están desarrollando productos para delivery y venta directa, con el mismo enfoque curatorial. “La gastronomía china es un universo enorme. Queremos expandirlo, pero sin perder nuestra esencia”.