Por Agroempresario.com
Carlos Sinesi, presidente del CEPA (Centro de Empresas Procesadoras Avícolas), brindó una completa exposición sobre la evolución de la avicultura de carne en Argentina durante el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero.
En un evento que reunió a productores, profesionales del sector, estudiantes y referentes de la industria, Sinesi presentó un panorama histórico, económico y sostenible de la producción avícola, destacando la mejora continua, la eficiencia productiva y el impacto de la bioeconomía en el desarrollo nacional.
Sinesi comenzó su exposición contextualizando el nacimiento de la avicultura de carne, diferenciándola claramente de la avicultura de huevos. “La avicultura de carne tiene su nacimiento en la década del 50 como avicultura comercial o industrial”, explicó, resaltando que durante ese período se comenzaron a desarrollar genéticas avanzadas y el uso de medicamentos que permitieron un crecimiento sustentable de los animales.
Según Sinesi, los primeros avances permitieron que la industria argentina lograra eficiencia productiva a nivel mundial, aunque su consolidación económica y financiera tomaría décadas. “La FAO ha demostrado que, desde 1960 hasta 2020, la carne más consumida en el mundo fue la carne de cerdo, seguida por la carne vacuna, y la carne de pollo ocupaba un tercer lugar. En Argentina, esto empezó a cambiar a partir de la década del 60”, señaló.
Fue en 1966 cuando se fundó CEPA, institución que este año cumple 60 años de trayectoria, consolidando un sector que hoy se considera joven pero altamente competitivo en Argentina. Según Sinesi, los primeros 40 años de la avicultura argentina estuvieron centrados en genética, productividad y desarrollo industrial, sentando las bases para la expansión del siglo XXI.
El presidente del CEPA destacó que Argentina cuenta con ventajas naturales que favorecen la producción avícola: tierra fértil, agua abundante y disponibilidad de maíz y soja, especialmente a partir de la década del 80. Estos factores permiten que la producción argentina sea competitiva a nivel internacional, aunque Sinesi subrayó que la competitividad global también requiere planificación estratégica y políticas de apoyo.
“La ventaja de nuestro país no solo es contar con campo, maíz y soja, sino también poder transformar esos recursos en proteína animal de calidad, saludable y sustentable”, afirmó. Esta combinación de recursos naturales y planificación estratégica ha permitido a la avicultura argentina alcanzar niveles de eficiencia productiva comparables con los principales productores del mundo, como Brasil y Estados Unidos.
Sinesi resaltó la influencia de los cambios macroeconómicos en el crecimiento de la avicultura. Durante la década de 90, la industria era competitiva productivamente pero no desde el punto de vista financiero, lo que generaba dificultades para enfrentar mercados externos con asimetrías más favorables.
Con la salida de la convertibilidad en 2001, la avicultura argentina comenzó a crecer exponencialmente. Sinesi destacó datos comparativos de consumo:
Año 2000: 75 kg de carne vacuna y 22 kg de carne de pollo por habitante.
Año 2025: 50 kg de carne vacuna y 48 kg de carne de pollo por habitante.
“Hoy en Argentina consumimos casi lo mismo de carne vacuna que de carne de pollo, un cambio que refleja la transformación del mercado interno y la creciente aceptación de la proteína avícola”, explicó Sinesi.
El crecimiento de la producción ha sido sostenido por la exportación, que se ha consolidado como el principal motor de expansión del sector. “No hay manera de crecer que no sea en la exportación. Por eso necesitamos ser cada día más eficientes y competitivos”, enfatizó.
El presidente del CEPA compartió datos clave sobre la producción avícola nacional:
Producción actual: 2,5 millones de toneladas de carne de pollo, frente a las 700.000 toneladas en 2001.
Número de granjas: más de 4.000, abastecidas de manera continua.
Pollitos nacidos por año: 1.000 millones, de los cuales 900 millones llegan a faena.
Sinesi comparó estos números con Brasil, socio comercial clave: “Brasil es ocho veces más grande que nosotros, pero nuestras cifras muestran que la Argentina ha logrado consolidar una industria eficiente y competitiva, con estándares de producción de clase mundial”.
Además, la logística del sector permite una cobertura nacional y exportación a múltiples destinos: “Tenemos abiertos 100 destinos de exportación, abasteciendo regularmente a 65 de ellos, lo que demuestra la capacidad de nuestra industria para competir en un mercado global cada vez más cerrado”.
Uno de los logros más destacados de la avicultura argentina es el enfoque en bioseguridad y resistencia antimicrobiana. Según Sinesi, en Argentina no se utilizan prácticamente medicamentos de forma preventiva, lo que contribuye a la sustentabilidad del sector.
En colaboración con el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), CEPA realizó un análisis de ciclo de vida, evaluando casi el 70% de la producción nacional de pollo. Los resultados muestran que la carne de pollo argentina es una de las más sustentables del mundo.
“La bioeconomía no solo está relacionada con producir de manera sustentable, sino también con reducir el uso de medicamentos y garantizar acceso a la proteína animal para toda la población”, señaló Sinesi. Actualmente, los argentinos consumen 115 kilos de proteínas provenientes de carne vacuna, cerdo y pollo, cifra que asciende a 125 kilos si se incluye el pescado, un nivel de abastecimiento comparable solo con Estados Unidos.
Sinesi enfatizó que la carne de pollo argentina no solo es saludable y sustentable, sino que también es accesible para todos los bolsillos. “La carne de pollo alcanza a todos los consumidores, al igual que la carne vacuna, considerada la mejor del mundo”, indicó, subrayando el valor social de la producción avícola en términos de alimentación y nutrición de la población.
El presidente del CEPA destacó la importancia de la mejora continua, basada en análisis de ciclo de vida, reducción de impactos ambientales y eficiencia productiva. “Debemos seguir mejorando y no dejarnos guiar por normativas de países que no producen, que son los que hoy fijan las reglas de juego internacionales”, advirtió.
Sinesi explicó que la consolidación del sector se ha basado en la implementación de planes estratégicos que permiten fijar objetivos claros y sostenidos en el tiempo:
Primer plan estratégico: 2003-2010
Segundo plan estratégico: 2011-2017
Tercer plan estratégico: desde 2019 en adelante
Estos planes han permitido enfrentar desafíos macroeconómicos y avanzar en eficiencia productiva, logrando un crecimiento sostenido a pesar de las dificultades del contexto nacional.
La expansión de la avicultura argentina está íntimamente ligada a la exportación. Sinesi subrayó que el país abastece a 65 destinos internacionales, con un enfoque en calidad, bioseguridad y eficiencia. A pesar de la pandemia y de un mercado global más cerrado, Argentina ha logrado mantener su competitividad y posicionarse como referente en producción de pollo sustentable.
“Exportar más y de manera eficiente es la clave para crecer, cuidando nuestra producción y cumpliendo con estándares internacionales”, afirmó. Este enfoque ha permitido a la industria argentina diferenciarse frente a competidores regionales y globales, destacando el valor agregado y la sustentabilidad de la carne de pollo nacional.
La colaboración con el INTI y la implementación de análisis de ciclo de vida han sido fundamentales para consolidar la sustentabilidad de la industria avícola argentina. Estos estudios permiten identificar oportunidades de mejora, optimizar procesos y garantizar que la producción cumpla con estándares ambientales y de eficiencia.
“La mejora continua implica evaluar cada etapa de la producción, desde la granja hasta la faena, y reducir impactos ambientales, garantizando un producto saludable y sustentable”, indicó Sinesi.
El presidente del CEPA destacó que la bioeconomía no solo se trata de eficiencia productiva, sino también de responsabilidad social y ambiental. La producción avícola sustentable contribuye a la seguridad alimentaria, el acceso a proteínas de calidad y el desarrollo económico de las comunidades locales.
“Producir de manera sustentable permite abastecer a todos los habitantes y generar valor económico, social y ambiental en todo el país”, afirmó. En este sentido, la carne de pollo argentina se posiciona como un ejemplo de producción responsable y competitiva a nivel internacional.