Brasil posee cerca del 10 % de las reservas mundiales de minerales críticos y tierras raras —incluyendo litio, níquel, cobalto, grafito y cobre— lo que abre una “enorme ventana de oportunidades”, según el ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira. Pero esa ventaja se ve limitada por una producción efectiva que apenas representa el 0,09 % del volumen mundial.
La decisión de China de restringir la exportación de determinados minerales críticos refuerza el escenario para que Brasil juegue un papel más destacado en la cadena global de valor.
El Gobierno brasileño impulsó la primera reunión del Consejo Nacional de Política Minera (CNPM), con participación del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y del ministro Silveira, en la que se aprobaron seis resoluciones que redefinen la gobernanza del sector, con foco en minerales críticos y tierras raras.
Paralelamente, avanza en el Congreso el proyecto de ley 2780/2024 que prevé la creación de la estatal “EBMinerals”, un fondo de inversión para minerales críticos administrado por el Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social (BNDES), y una política nacional gestionada por un comité interministerial con participación ciudadana.
China, que domina la producción y el procesado de tierras raras y otros minerales estratégicos, ha establecido nuevos controles a la exportación —como para antimonio— y licencias obligatorias para bienes de doble uso. Este tipo de medidas busca —según fuentes— reforzar su ventaja estratégica y ejercer presión comercial en un contexto global de competencia.
Ese vacío regulatorio abre una ventana para que Brasil se posicione como proveedor alternativo, aunque aún enfrenta retos importantes para acelerar su producción y agregar valor local.
El estado de Minas Gerais concentra vastas reservas de litio —en especial en el valle de Jequitinhonha— donde la empresa automovilística china BYD Auto obtuvo derechos para explorar dos lotes.
Sin embargo, la extracción minera enfrenta objeciones: el Ministério Público Federal (MPF) solicitó suspender temporalmente autorizaciones de explotación en la región hasta que se asegure una consulta previa, libre e informada a las comunidades indígenas y tradicionales, según directrices de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Se han señalado impactos medioambientales como el descenso del nivel de ríos o restricción de agua en 248 comunidades.
La caída del precio del carbonato de litio, desde un pico de 68 US$/kg en diciembre 2022 hasta alrededor de 9,26 US$/kg, ha afectado los proyectos de expansión de empresas brasileñas como Sigma Lithium Corp. y Companhia Brasileira de Lítio (CBL). Los analistas estiman que para que la cadena brasileña sea sostenible el precio debería situarse entre 23 y 27 US$/kg.
En septiembre se puso en marcha la operación “Resíduos Mineros” por la Polícia Federal, que identificó una trama de corrupción de unos 1.500 millones de reales vinculada a sobornos en licencias ambientales y autorizaciones del sector en Minas Gerais. Se dictaron 22 órdenes de detención preventiva, 79 de registro y se bloquearon bienes de empresas implicadas.
La Associação Brasileira de Municípios Mineiros (Amig) exigió al Congreso mayor transparencia, acceso de la Agência Nacional de Mineração (ANM) a información fiscal, refuerzo institucional y una nueva estructura de supervisión.
El país latinoamericano reúne ventajas únicas: abundantes reservas, demanda global creciente por minerales de transición energética y una coyuntura internacional que urge diversificar fuentes de suministro fuera de China. Como señala el análisis del Wilson Center: “Presenta oportunidades de friend‑shoring para EE.UU. y Europa”.
Pero esos activos deben ser convertidos en producción real, cadena de valor y valor agregado —no sólo exportación de mineral bruto—. El reto ambiental, social e institucional no puede soslayarse. Brasil debe mejorar su capacidad de refino, acelerar exploraciones, securizar inversiones y asegurar estándares adecuados de consulta comunitaria y regulación ambiental.
Como advierte Maria Zuppello en un reportaje para Infobae, la presión internacional por minerales estratégicos podría acelerar decisiones políticas y económicas sin un debido debate sobre sus consecuencias locales. Es ese equilibrio —entre oportunidad y responsabilidad— lo que definirá el papel de Brasil en la transición energética global.