El Mercosur resolvió aceptar el aplazamiento solicitado por la Unión Europea para la firma del acuerdo de libre comercio entre ambos bloques, una decisión adoptada este sábado en Brasil, durante la reunión de ministros de Relaciones Exteriores realizada en la antesala de la Cumbre del Mercosur. La definición, tomada en Foz de Iguazú, responde a la falta de consenso interno en el bloque europeo y resulta clave por el impacto económico, político y estratégico que el tratado tendría para ambas regiones, según informó Infobae.
El encuentro reunió a los representantes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, quienes coincidieron en que, pese a la frustración inicial por la postergación, conviene mantener abierto el canal de diálogo y aguardar a que Europa resuelva sus diferencias políticas para avanzar con la firma. El acuerdo, que acumula 26 años de negociaciones, es considerado uno de los más ambiciosos del comercio internacional y una pieza central para la inserción global del Mercosur.

La decisión se produjo luego de que la Unión Europea comunicara formalmente que no contaba con el respaldo necesario para cerrar el tratado en la fecha prevista. Las diferencias internas, concentradas principalmente en el Consejo Europeo, expusieron las tensiones entre los países miembros, en especial por el rechazo de Francia y las dudas manifestadas en las últimas semanas por Italia, que terminaron por frenar el consenso político.
Desde el bloque sudamericano, la evaluación compartida fue que forzar una definición inmediata podía poner en riesgo lo ya negociado. En ese marco, los cancilleres optaron por una estrategia de espera activa, con el objetivo de preservar los términos acordados y evitar una renegociación que modifique el equilibrio alcanzado tras años de discusiones técnicas y políticas.
La postura del Mercosur quedó reflejada en las declaraciones de sus principales autoridades. El vicepresidente de Brasil, Geraldo Alckmin, sostuvo que la demora debería ser acotada y subrayó la relevancia del acuerdo para ambas partes. “Esperamos que sea un aplazamiento corto, porque se trata de un acuerdo importante para el Mercosur y para el multilateralismo. Esperamos que ese acuerdo sea firmado lo más rápido posible”, afirmó durante la reunión ministerial, en declaraciones citadas por Infobae.

Desde Uruguay, el canciller Mario Lubetkin expresó su desilusión por no haber podido avanzar con la firma en la fecha prevista, aunque reiteró la voluntad de su país de continuar con el proceso. “Nos gustaría expresar nuestra desilusión de no poder firmarlo en el día de mañana, como estaba previsto, por la falta de consensos internos en el seno de la Unión Europea”, señaló, al tiempo que remarcó que Montevideo mantiene su compromiso con el acuerdo.
La Comisión Europea reconoció que necesita “algunas semanas o hasta un mes” para convencer a los países reticentes y propuso como nueva fecha tentativa el 12 de enero, con la posibilidad de que la firma se realice en Paraguay, país que asumirá la presidencia pro témpore del Mercosur. Esa alternativa fue bien recibida por los socios sudamericanos, aunque dejaron en claro que cualquier avance deberá respetar el texto acordado en la última ronda de negociaciones.
Antes de conocerse la decisión europea, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, había advertido que este fin de semana sería el último plazo para concretar la firma y que, de no lograrse, el Mercosur priorizaría acuerdos con otros socios comerciales. Sin embargo, esa postura se flexibilizó luego de una conversación telefónica con la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, quien solicitó paciencia y un aplazamiento de al menos un mes para destrabar las resistencias internas en Europa.
Tras ese intercambio, Lula se comprometió a trasladar el pedido a sus pares regionales durante la cumbre, lo que terminó por allanar el camino hacia una posición común del Mercosur. La aceptación del aplazamiento fue interpretada como un gesto político hacia la Unión Europea, pero también como una señal de pragmatismo frente a un escenario internacional cada vez más complejo.
En el encuentro ministerial, el canciller de Paraguay, Rubén Ramírez Lezcano, reafirmó la voluntad de su país de avanzar hacia la concreción del acuerdo, aunque insistió en la necesidad de preservar la confianza entre las partes y respetar lo ya negociado. “Es fundamental que este proceso se desarrolle con el necesario clima de confianza, con un estricto apego a las disposiciones negociadas en el propio acuerdo que suscribimos en diciembre del año pasado en Montevideo”, afirmó.
Ramírez Lezcano también advirtió que los mecanismos de salvaguardia impulsados por autoridades europeas para proteger a los productores del continente deberán ser discutidos con el Mercosur. El objetivo, explicó, es garantizar que su aplicación sea compatible con el texto acordado y no altere el equilibrio de derechos y obligaciones entre las partes.
El trasfondo de la falta de consenso en Europa está estrechamente vinculado a la presión de los sectores agropecuarios, en particular en Francia. En los últimos días, productores rurales franceses protagonizaron protestas y cortes de rutas en rechazo al acuerdo con el Mercosur, al que consideran una amenaza para la producción local. Aunque este sábado se registró una disminución de los bloqueos tras una tregua navideña, el conflicto continúa latente.

El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, intentó descomprimir la situación con anuncios de ayudas económicas y la promesa de retomar el diálogo con los sindicatos agrarios a comienzos de enero. Entre las medidas, informó la creación de un fondo de 11 millones de euros para mitigar el impacto económico de la epidemia de dermatosis nodular contagiosa que afecta a explotaciones ganaderas del suroeste del país.
Pese a esos anuncios, la Federación Nacional de Sindicatos de Agricultores (FNSEA) advirtió que las respuestas del Gobierno resultan insuficientes y que podría retomar las medidas de fuerza si no hay avances concretos. “Las cuentas no cuadran”, señalaron en un comunicado, al reclamar mayores garantías económicas para los productores.
En este contexto, el Mercosur observa con atención la evolución del escenario europeo. El acuerdo con la Unión Europea representa una de las mayores aperturas comerciales de la historia del bloque sudamericano, al crear una zona de libre comercio que abarcaría a más de 700 millones de personas, con impacto directo en exportaciones, inversiones y reglas de intercambio.
Mientras tanto, los países del Mercosur evalúan alternativas para diversificar sus relaciones comerciales y reducir su dependencia de un único acuerdo. La advertencia previa de priorizar negociaciones con otros socios sigue presente, aunque por ahora el bloque apuesta a que Europa logre destrabar sus diferencias y avanzar con la firma en el corto plazo.
Paraguay, como próximo presidente pro témpore del Mercosur, tendrá un rol central en la coordinación de los esfuerzos diplomáticos de las próximas semanas. Desde Asunción ya adelantaron que cualquier avance solo será posible bajo las condiciones ya establecidas en Montevideo, sin modificaciones unilaterales que alteren el espíritu del acuerdo.
A más de dos décadas del inicio de las negociaciones, el tratado entre el Mercosur y la Unión Europea vuelve a quedar condicionado por tensiones políticas internas. Sin embargo, la decisión del bloque sudamericano de aceptar la postergación y sostener el diálogo refleja la importancia estratégica que ambos lados asignan a un acuerdo que, pese a las demoras, continúa siendo una prioridad en la agenda internacional.