Con el propósito de optimizar la fertilización agrícola y elevar la productividad de los cultivos, un equipo del INTA Patagonia Norte promueve el uso de bioles, abonos líquidos obtenidos mediante fermentación controlada de materia orgánica. Esta tecnología permite aprovechar residuos locales y transformarlos en bioinsumos que mejoran la calidad del suelo y reducen la dependencia de fertilizantes químicos.
Los abonos líquidos fermentados aportan microorganismos beneficiosos y compuestos bioactivos que estimulan el crecimiento vegetal, favoreciendo la estructura del suelo y la retención de nutrientes. Además, su producción puede adaptarse a los recursos disponibles en cada región, impulsando la economía circular y la sostenibilidad ambiental.
Según Myrian Barrionuevo, investigadora del INTA Patagonia Norte, estos biofertilizantes “reducen el uso de fertilizantes químicos que suelen ser más costosos, y se adaptan a todo tipo de manejo, ya sean convencionales, orgánicos o agroecológicos”. La especialista destacó que esta versatilidad permite utilizarlos tanto de forma exclusiva como complementaria con fertilizantes sintéticos, optimizando su aplicación según las necesidades del cultivo.
La preparación de bioles requiere un tanque fermentador donde se combinan estiércol fresco, agua, pasto verde y, en algunos casos, fuentes azucaradas, suero de leche, minerales, cenizas o harinas de hueso y pescado. El proceso se desarrolla en ausencia de oxígeno y puede durar entre 30 y 120 días, dependiendo de las condiciones ambientales.
Barrionuevo recomendó mantener un pH entre 6 y 8 y una temperatura de fermentación entre 17 y 25°C para garantizar la calidad del producto.
Ensayos realizados en hortalizas como el tomate demostraron mejoras notables en el crecimiento y desarrollo de los cultivos. Se recomiendan de una a tres aplicaciones foliares por ciclo, evitando los momentos de floración y fructificación para maximizar su efectividad.
“Si bien la producción de bioles implica una inversión inicial, los costos son significativamente menores en comparación con los fertilizantes sintéticos, lo que los convierte en una alternativa rentable y sustentable para los productores”, subrayó la investigadora.
Además, el uso de bioles fomenta la reutilización de desechos orgánicos, disminuye el impacto ambiental y fortalece la autonomía de los sistemas productivos regionales.
La creciente adopción de abonos líquidos fermentados en la región norpatagónica demuestra que la agricultura puede avanzar hacia modelos más sostenibles y resilientes sin resignar productividad.
“Gracias a este trabajo, los bioles se consolidan como una herramienta clave para la agricultura sustentable, promoviendo una transición hacia sistemas productivos más eficientes y respetuosos con el ambiente”, concluyó Myrian Barrionuevo.