El negocio porcino argentino atraviesa un cierre de año complejo, marcado por una fuerte caída de los márgenes y un deterioro de la rentabilidad de los productores, como consecuencia de un aumento de costos que superó ampliamente la evolución de los precios. Así lo indica un informe elaborado por JLU Consultora, difundido en diciembre de 2025, que analiza el desempeño de la cadena durante el año y advierte sobre un escenario de desequilibrios internos que comienza a poner en jaque la sustentabilidad de numerosos establecimientos. La información fue dada a conocer por La Nación y resulta relevante porque expone tensiones crecientes en uno de los sectores clave de la producción de proteínas animales en el país.
De acuerdo con el relevamiento, el costo de producción se consolidó como uno de los principales perdedores de 2025. En términos acumulados, registró un incremento del 51,9%, impulsado por el encarecimiento de los insumos, en especial el maíz y, con mayor impacto en el segundo semestre, la soja. Esta dinámica no fue acompañada por el precio del cerdo en pie, que mostró una variación muy inferior, generando una brecha que se tradujo en una contracción significativa del margen bruto del negocio.
“El aumento del costo de producción, en comparación con el precio del cerdo en pie, ha generado una disminución significativa del margen bruto del negocio, llegando a condicionar la rentabilidad en varios casos”, advirtió el informe de JLU Consultora. Según el análisis, esta situación explica las crecientes dificultades financieras que comenzaron a evidenciarse en distintos puntos del país, con establecimientos que operan al límite y otros que ya enfrentan problemas de cumplimiento de pagos.

El estudio también señala que, si bien el costo de faena tuvo una recomposición durante 2025, esta corrección respondió más a la necesidad de actualizar valores que venían atrasados desde el año anterior que a una mejora estructural del negocio. En ese sentido, el ajuste no alcanzó para compensar las distorsiones que se profundizaron en otros eslabones de la cadena, particularmente en la etapa de comercialización mayorista, donde los precios mostraron un desempeño claramente rezagado.
Uno de los puntos más sensibles del informe es la evolución de los cortes porcinos. Mientras el valor de la media res acompañó, en líneas generales, la dinámica del cerdo en pie, los precios de los cortes mayoristas crecieron muy por debajo del resto de las variables relevantes. Según el análisis, este desfasaje se convirtió en el principal foco de presión negativa para toda la cadena, ya que limita la capacidad de traslado de costos y afecta tanto a productores como a frigoríficos.
El informe incluso advierte que algunos cortes registraron precios inferiores a los del año pasado, una situación poco habitual en un contexto inflacionario. Entre los ejemplos mencionados aparece la pulpa de paleta, cuyo valor mostró una caída interanual. Este fenómeno ayuda a explicar los quebrantos que comenzaron a observarse en distintos actores del sector. “El sector ha agotado su capacidad de soportar esta situación”, señaló el consultor Juan Luis Uccelli en las conclusiones del trabajo.
Otro factor que agravó el escenario fue el comportamiento de las importaciones de carne porcina. Si bien los precios internacionales en dólares tendieron a bajar durante el año, la devaluación del peso provocó que el valor de las importaciones medido en moneda local se incrementara un 34,8%. Este aumento tuvo un impacto directo en el mercado interno, al intensificar la competencia sobre los precios de los cortes nacionales.

Según el informe, el ingreso de producto importado no cumplió con uno de los objetivos que suele esgrimirse para justificar estas compras externas: contener los precios al consumidor. Por el contrario, los valores minoristas de la carne porcina registraron una suba del 33,4% a lo largo de 2025. De este modo, el efecto fue doblemente negativo: no logró aliviar el bolsillo del consumidor y, al mismo tiempo, presionó a la baja la valorización de la producción local.
“Las importaciones no cumplieron con el objetivo de reducir los precios al consumidor, pero sí agravaron la situación de quienes producen y generan empleo en el sector porcino argentino”, sostuvo Uccelli, según consignó La Nación. El informe agrega que, incluso sin considerar el impacto sobre la cadena nacional, la mayor participación de carne importada terminó incidiendo al alza en el precio final que paga el consumidor, al alterar la dinámica de formación de precios en el mercado interno.
En este contexto, el trabajo plantea que una menor presencia de carne importada podría haber contribuido a una mejora tanto en los precios percibidos por los productores como en los márgenes de los actores vinculados al procesamiento y la comercialización local. La conclusión apunta a una distorsión en la distribución de ingresos dentro de la cadena, donde los eslabones productivos absorben gran parte del ajuste.
Más allá de los datos coyunturales, el informe de JLU Consultora deja planteadas algunas señales de alerta de carácter estructural. Por un lado, remarca que los costos crecieron por encima del IPC, lo que refleja una presión adicional sobre la rentabilidad real del negocio. Por otro, evidencia que los precios no lograron acompañar ese ritmo en los tramos donde se concentra la generación primaria de valor.

El cierre de 2025 encuentra así al sector porcino en una situación de fragilidad, con márgenes estrechos, alta sensibilidad a los precios de los granos y escaso margen de maniobra para absorber nuevos shocks. Para los analistas, la sostenibilidad del negocio dependerá de la evolución de los costos de alimentación, de la dinámica del mercado interno y de la definición de políticas que permitan ordenar la competencia con el producto importado sin distorsionar los precios al consumidor.
En síntesis, el diagnóstico expone un año en el que la cadena porcina operó bajo una creciente presión económica, con un reparto desigual de los ajustes y una rentabilidad cada vez más comprometida. El desafío hacia adelante será recomponer márgenes sin perder competitividad ni profundizar los desequilibrios que hoy condicionan a uno de los sectores más dinámicos de la producción animal en la Argentina.