Por Agroempresario.com
En el marco del III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, el presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Daniel Salamone, brindó una conferencia magistral sobre el rol clave de la investigación científica en la bioeconomía y su impacto directo en el desarrollo agroindustrial argentino.
Su intervención, dividida en tres partes, abordó desde una descripción institucional del CONICET, hasta casos concretos de innovación biotecnológica aplicados a la producción animal, cerrando con una reflexión estratégica sobre cómo vincular ciencia, Estado y sector privado.
"CONICET reúne a la mayor masa de investigadores del país", comenzó señalando Salamone, quien remarcó que el organismo cuenta con más de 27.000 miembros, incluyendo becarios, investigadores y personal técnico. Muchos de estos profesionales también trabajan en otras instituciones del sistema científico-tecnológico como INTA, INTI, CNEA y diversas universidades públicas, como la UBA.
El presidente del CONICET destacó que el organismo financia becas doctorales y posdoctorales, así como el ingreso y la promoción de investigadores en una carrera científica que incluye evaluaciones periódicas para garantizar calidad.
Además, puso en valor el reconocimiento internacional del organismo: “En el ranking SCImago, CONICET es la organización gubernamental número uno en I+D de América Latina y ha sostenido ese lugar en los últimos años.”
Las áreas de trabajo que abarca el CONICET son vastas y multidisciplinarias: desde las ciencias sociales hasta las ciencias exactas y naturales, pasando por la ingeniería, la salud y, por supuesto, la bioeconomía, eje central del encuentro.
A modo de recorrido por su trayectoria personal y profesional, Salamone repasó casos paradigmáticos de aplicación biotecnológica en la producción animal que cambiaron las reglas del juego en América Latina.
"Comenzamos a producir embriones en laboratorio hace más de tres décadas", recordó, haciendo referencia a sus trabajos iniciales en una empresa privada y luego en el Instituto de Biotecnología de CONICET (IBIME). Allí desarrollaron técnicas de maduración de óvulos y fecundación in vitro a partir de ovarios recolectados en frigoríficos.
El resultado fue el segundo animal nacido por esta técnica en América Latina, apenas tres meses después del primero en Brasil. “Hay una enseñanza clave: entre la generación de una nueva tecnología y su aplicación masiva puede haber años. En Brasil se usó masivamente desde 2000; en Argentina, recién desde 2017”, explicó. Actualmente, esta técnica es ampliamente utilizada para la reproducción de bovinos de carne y leche, con un profundo impacto en la mejora genética de los rodeos.
Otro hito fue la producción de los primeros bovinos transgénicos capaces de sintetizar proteínas recombinantes de uso farmacéutico en su leche. El proyecto, iniciado en 1995 y desarrollado entre Canadá, Estados Unidos y Argentina, culminó con el nacimiento de vacas que producían la hormona de crecimiento humana. “Con solo 15 de estos animales se podía cubrir la demanda mundial de esta hormona”, explicó Salamone.
Sin embargo, el proceso regulatorio fue complejo y costoso. A más de 20 años del logro, esos productos todavía no han sido aprobados para el mercado. La empresa propietaria de estos animales sigue trabajando en nuevos desarrollos, como anticuerpos recombinantes contra diarreas virales, que podrían incorporarse a la leche como nutracéuticos, una vía regulatoria más accesible.

Argentina es un referente global en la cría de caballos de polo, y el equipo liderado por Salamone fue el tercero en el mundo en lograr la clonación de equinos. Esta tecnología fue rápidamente aceptada por el sector, en parte porque la raza Polo Argentino es una de las más libres en cuanto a regulación. “Hoy, el 90% de la sangre equina utilizada en torneos como el Abierto Británico o la Copa de la Reina proviene de Argentina”, señaló con orgullo.
Este caso es un claro ejemplo de cómo la biotecnología, aplicada con sentido estratégico, puede transformar una ventaja competitiva en un liderazgo internacional.
La innovación más reciente que compartió Salamone es la edición génica de cerdos para producir órganos compatibles con humanos. Este desarrollo, concretado hace dos años, busca eliminar el rechazo agudo en trasplantes, además de permitir avances en carne para personas alérgicas.
“Ya logramos generar animales más pequeños, compatibles con humanos y con menor riesgo de rechazo inmunológico”, detalló.
En paralelo, se están desarrollando cerdos con características hipoalergénicas y otros animales con mayor masa muscular o resistencia al calor, gracias a tecnologías CRISPR y otras herramientas de edición genética.
Más allá de los logros específicos, Salamone reflexionó sobre la necesidad de que la ciencia esté acompañada de marcos regulatorios ágiles, financiamiento sostenido y vinculación público-privada. “Los logros científicos deben transformarse en negocios. La vinculación tecnológica es clave”, expresó.
En esa línea, destacó que CONICET ha impulsado más de 50 startups nacidas desde sus institutos, y actualmente hay más de 30 proyectos en desarrollo con orientación empresarial. También mencionó una nueva reglamentación en proceso de aprobación que facilitará las colaboraciones con el sector privado.
Dentro de CONICET, se han priorizado seis áreas clave:
No obstante, se mantiene un fuerte compromiso con la investigación básica, como fuente de conocimiento a largo plazo.
Salamone recordó que Domingo Faustino Sarmiento impulsó la creación del primer Observatorio Astronómico de Sudamérica en Córdoba, lo que permitió mejorar la navegación y el trazado ferroviario en el siglo XIX. “El conocimiento generado en áreas inesperadas puede tener impactos insospechados en la economía”, afirmó.
Como ejemplo moderno, mencionó las tormentas solares que, en mayo del año pasado, afectaron la agricultura de precisión en el hemisferio norte, generando pérdidas por más de 500 millones de dólares. Científicos del CONICET han desarrollado modelos predictivos para anticipar estos fenómenos y minimizar daños.
Para cerrar, Salamone destacó que la ciencia argentina ha estado al servicio del desarrollo nacional desde sus orígenes, y que debe seguir siendo un pilar estratégico del país.
“Desde Sarmiento hasta hoy, la ciencia debe tener un profundo impacto para el sector económico.”
Además, remarcó la necesidad de continuar articulando con el sector privado y la cooperación internacional, citando el caso de investigaciones marinas realizadas en el Canal de Mar del Plata, que permitieron descubrir más de 40 especies nuevas y desarrollar colorantes naturales con aplicaciones industriales.
“Estas misiones fueron posibles gracias al aporte de fundaciones privadas y cooperación internacional. No debemos abandonar la inversión pública, pero sí abrirnos a nuevos actores”, concluyó.