En un contexto previo a la cumbre climática COP30, Brasil avanza con una nueva licitación de bloques petroleros, destacando su compromiso con la producción de hidrocarburos a pesar de las crecientes preocupaciones ambientales. Este miércoles, la Agencia Nacional del Petróleo (ANP) adjudicó cinco bloques de exploración en aguas profundas del Atlántico a varios consorcios internacionales, entre ellos gigantes como Equinor y CNOOC. La decisión ha provocado polémica a nivel global, justo cuando Brasil se prepara para ser el anfitrión de la COP30 en la ciudad amazónica de Belém, donde se discutirá la transición energética mundial.
En una subasta realizada en Río de Janeiro, el gobierno brasileño otorgó derechos para explorar cinco de los siete bloques ofertados, recibiendo una inversión de alrededor de 19,2 millones de dólares. Estos bloques se encuentran en la región del presal, un área geológica ubicada bajo una capa de sal en aguas ultraprofundas, reconocida por su alto potencial petrolero. Los consorcios ganadores son liderados por empresas internacionales como la noruega Equinor y la china CNOOC, quienes compartirán la operación con Petrobras, la estatal brasileña.
De los bloques subastados, los de Jaspe, Citrino e Itaimbezinho se adjudicaron a consorcios conformados por Petrobras y Equinor, mientras que el bloque Esmeralda fue concedido a la australiana Karoon. El área de Amatista fue ganada por un consorcio chino liderado por CNOOC. Los otros bloques no generaron interés por parte de las empresas habilitadas.
La polémica se intensifica con la reciente autorización a Petrobras para perforar cerca de la desembocadura del río Amazonas, en un área considerada de alta sensibilidad ecológica. Este permiso fue otorgado por el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama) y permite iniciar perforaciones exploratorias a unos 175 kilómetros de la costa del estado de Amapá, en el norte del país. Aunque no se prevé producción inmediata, este tipo de exploración abre el camino a un potencial de extracción significativo en una zona ecológicamente vulnerable.
El gobierno de Lula da Silva ha defendido estas acciones como esenciales para garantizar la soberanía energética de Brasil, mientras se prepara para la transición energética, asegurando que las operaciones se realizarán bajo estándares internacionales de seguridad y responsabilidad ambiental.
El foco de la controversia radica en el riesgo ambiental que representa la expansión de la exploración petrolera, especialmente en un momento en que la comunidad internacional se prepara para discutir estrategias de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en la COP30, que se celebrará en Belém, Amazonas. Organizaciones ambientalistas y comunidades indígenas han levantado la voz contra la explotación petrolera en la región, que consideran una amenaza para la biodiversidad y el ecosistema amazónico.
La región del presal y la Margen Ecuatorial, donde se encuentra la nueva área de perforación autorizada, es vista como uno de los mayores yacimientos petroleros del país. La industria destaca el enorme potencial económico que representa, mientras que los críticos advierten sobre las graves consecuencias para el medio ambiente.
A pesar de las críticas, el gobierno de Brasil sostiene que el desarrollo de la industria petrolera es crucial para financiar la transición hacia energías renovables. El Ministro de Energía, Alexandre Silveira, ha destacado que la Margen Ecuatorial representa el futuro de la soberanía energética del país y ha insistido en que la perforación se realizará con los más altos estándares internacionales.
La continuación de las actividades de exploración, a pesar de las preocupaciones globales sobre el cambio climático, resalta el dilema de Brasil: equilibrar el desarrollo económico con los objetivos climáticos internacionales. Mientras tanto, las empresas internacionales siguen apostando por los recursos energéticos brasileños, a pesar de los riesgos que conlleva operar en una de las regiones más delicadas del planeta.