El Gobierno nacional se prepara para una nueva etapa económica tras el impacto positivo de su triunfo en las elecciones. Después de la histórica suba de los mercados, con acciones argentinas que treparon más del 40% en Wall Street y una fuerte caída del riesgo país hasta los 708 puntos básicos, el equipo económico busca ahora un objetivo más desafiante: reactivar la economía real antes de fin de año.
El presidente Javier Milei reconoció que la actividad económica “sufrió un frenazo” durante los meses previos a los comicios, golpeada por la incertidumbre política, la dolarización de carteras y el aumento de las tasas de interés. Sin embargo, el mandatario se mostró optimista frente al nuevo escenario y aseguró que “ya hay casi USD 100.000 millones comprometidos en proyectos bajo el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI)”.
Según publicó Infobae, el Gobierno confía en que el cambio de expectativas que generó el resultado electoral se traduzca en un repunte de la demanda interna y del crédito, claves para revertir la recesión que marcó gran parte del año.
El primer impacto del resultado electoral se sintió en los mercados financieros. Las acciones argentinas que cotizan en Nueva York registraron un salto sin precedentes, mientras que los bonos soberanos mostraron una marcada recuperación. Este movimiento llevó a una reducción abrupta del riesgo país, acercando nuevamente al país a los niveles necesarios para retomar el financiamiento internacional.
Sin embargo, los analistas advierten que el desafío real pasa por el terreno productivo. De acuerdo con un informe de la consultora ACM, “tras caer significativamente a inicios de 2024, la economía había iniciado una recuperación que tocó un pico en febrero de 2025. Desde marzo comenzó a mostrar señales de enfriamiento, dejando el nivel de actividad 1,1% por debajo del máximo reciente”.
La presión cambiaria, el encarecimiento del crédito y la búsqueda de cobertura frente a la incertidumbre política afectaron tanto al consumo como a la inversión privada. Si bien el INDEC registró en agosto una mejora de 0,3%, el repunte fue insuficiente para revertir la tendencia recesiva.
El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central redujo su proyección de crecimiento para 2025 a 3,9%, frente al 5% estimado a comienzos del año. La mayoría de ese avance se explica por el arrastre estadístico positivo de 2024.
La política de tasas será clave para definir el rumbo de la economía. Durante el invierno, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) elevó los rendimientos de los bonos nominales hasta casi 60%, y los bonos ajustados por CER superaron el 30%. Estas decisiones buscaron contener la inflación y estabilizar el tipo de cambio, aunque con el costo de enfriar la actividad.
Ahora, con la incertidumbre política reducida, los analistas anticipan un giro. Bank of America estimó que las tasas reales podrían caer por debajo del 10% en los próximos días, lo que daría alivio al financiamiento y abriría espacio para una reactivación del crédito y el consumo.
El economista Miguel Kiguel advirtió que “en un día de fiesta en los mercados de bonos y acciones argentinas, la tasa de caución a un día llegó al 73%. No todo anda bien. Pero esto se puede arreglar fácil, solo hay que tener la voluntad de hacerlo”, expresó en su cuenta de la red social X.
En paralelo, el sistema financiero espera definiciones sobre los encajes bancarios, que desde mediados de año exigen un cumplimiento diario y no mensual. Las entidades reclaman mayor flexibilidad para recuperar liquidez y apuntalar la oferta crediticia. Se prevé que el BCRA revise esa normativa en las próximas semanas.
El presidente Milei reiteró que el parate económico fue consecuencia de la “ofensiva kirchnerista en el Congreso”, que buscó “atacar el corazón del programa de Gobierno: el superávit fiscal”. Esa tensión, explicó, llevó a los inversores a dolarizarse y provocó una suba abrupta de las tasas de interés, con un impacto directo en el nivel de actividad.
La mejora reciente de los bonos, que llevó el riesgo país a niveles cercanos a 700 puntos, le da al Ejecutivo una nueva oportunidad de acceder a los mercados internacionales de crédito. Desde el Palacio de Hacienda confían en que ese margen financiero se traduzca en nuevas inversiones y obras de infraestructura.
El objetivo oficial es sostener la estabilidad cambiaria y fiscal mientras se recupera el dinamismo productivo. Para eso, se analizan medidas que impulsen la demanda de dinero y la competitividad exportadora, sin perder de vista el equilibrio presupuestario.
La consultora Abeceb, dirigida por Dante Sica, sostuvo que “las probabilidades de consolidar la estabilidad macro y recuperar el crecimiento han aumentado”, aunque advirtió que será clave “mantener la disciplina fiscal y aprovechar el optimismo de los mercados sin caer en la complacencia”.
El Gobierno busca que la mejora del clima financiero se refleje pronto en la economía real. En el corto plazo, el alivio en las tasas y la flexibilización monetaria podrían estimular el consumo interno, especialmente en los sectores más castigados por la recesión.
En el mediano plazo, el desafío será transformar el entusiasmo de los mercados en inversión productiva. Para lograrlo, se trabaja en una agenda de reformas estructurales que incluyen incentivos a la producción, desregulación de trámites, apertura comercial gradual y promoción de sectores estratégicos como la energía, minería y agroindustria.
Los economistas coinciden en que el último trimestre del año será decisivo para determinar si la recuperación puede sostenerse. Si las condiciones se mantienen estables y la inflación continúa a la baja, el Ejecutivo confía en cerrar el año con una reactivación moderada, que siente las bases para un 2026 de crecimiento sostenido.
La euforia inicial de los mercados fue apenas el primer capítulo de un proceso más amplio. El reto del Gobierno será traducir la confianza financiera en crecimiento real, sin perder la prudencia fiscal que sostiene el equilibrio macroeconómico.