Con una estrategia combinada entre financiamiento externo y medidas para apuntalar los mercados, el Gobierno busca acelerar la caída del riesgo país, que se mantiene por encima de los 1.000 puntos básicos. El objetivo es claro: recuperar el acceso al crédito voluntario en 2025.
Entre las herramientas clave se destacan un nuevo swap de monedas con Estados Unidos y un plan de recompra de bonos en dólares, que, según fuentes oficiales, contará con respaldo de organismos multilaterales. La intención es generar señales claras al mercado financiero de que Argentina no está dispuesta a entrar en default y hará uso de todos los recursos disponibles para estabilizar su frente financiero.
El presidente Javier Milei confirmó que el swap en negociación con el Tesoro de los Estados Unidos, por hasta USD 20.000 millones, se concibe como un respaldo en caso de que el país no logre acceder nuevamente a los mercados. “En caso que no podamos financiarnos porque el riesgo país sigue muy alto, estaríamos tomando deuda para pagar deuda”, explicó Milei en una entrevista, según citó el periodista Pablo Wende en Infobae.
El acuerdo no implicará un desembolso inmediato: los fondos se activarán por tramos y solo cuando el país los necesite. En ese caso, los dólares se sumarían a las reservas del Banco Central.
Desde el equipo económico insisten en que el acceso al swap estará sujeto a garantías de repago, lo que representa una señal de compromiso con los pagos de deuda, incluso sin un acceso fluido al financiamiento internacional.
El anuncio del secretario de Finanzas, Pablo Quirno, sobre la iniciativa “Deuda por Educación” despertó mayor entusiasmo en los mercados. El plan, aún en fase de diseño, permitiría recomprar bonos soberanos en dólares mediante fondos provistos por organismos multilaterales y agencias de desarrollo.
Aunque los detalles se mantienen en reserva, el impulso político fue evidente tras conocerse la inminente visita a Buenos Aires del CEO de JP Morgan, Jamie Dimon. El banco de inversión actuaría como estructurador de la operación, lo que agregó credibilidad a la propuesta.
Tras el anuncio, los bonos argentinos revirtieron su tendencia bajista y cerraron con subas de entre 1,5% y 2%. Un cambio modesto, pero relevante, que demuestra cómo responde el mercado ante señales de normalización financiera.
La prioridad del Gobierno es reducir de forma sostenida el riesgo país a niveles compatibles con la emisión de deuda voluntaria. Con un objetivo inicial de 500 puntos, el equipo económico busca crear condiciones para volver al mercado internacional en 2025.
El contexto externo podría ser favorable: se espera que la Reserva Federal de EE.UU. comience a bajar las tasas de interés durante el próximo año, lo que incentivaría la búsqueda de rendimientos en economías emergentes. En ese marco, los bonos argentinos podrían captar nuevamente la atención de inversores globales.
Sin embargo, las señales enviadas hasta ahora —el acuerdo con el FMI, el swap, la recompra de deuda— aún no han logrado una mejora sostenida en la percepción de riesgo. La memoria reciente del mercado obliga a acompañar las medidas financieras con resultados económicos concretos.
El Gobierno apuesta a que, tras las elecciones presidenciales del próximo domingo, un resultado favorable al oficialismo contribuya a despejar la incertidumbre política que aún pesa sobre el mercado. Con mayor previsibilidad institucional, los inversores podrían comenzar a reevaluar su exposición a la deuda argentina.
En definitiva, el plan oficial combina herramientas financieras con un mensaje político: Argentina no caerá en default y está dispuesta a cumplir sus compromisos. Pero la condición indispensable será reconstruir la confianza, y eso solo será posible si se consolida la estabilidad macroeconómica y se sostienen las señales de previsibilidad.