El enólogo Karim Mussi, referente de la vitivinicultura argentina y creador de etiquetas reconocidas internacionalmente, compartió su visión sobre la actualidad del sector y los desafíos que enfrenta la industria para sostener su identidad y competitividad. Lo hizo en el marco de la presentación de la séptima edición de la Feria de Terruños, que se realizará el sábado 8 de noviembre en Bodega Alandes, en Coquimbito, Mendoza. La reflexión fue difundida por MDZ, medio con el que mantuvo una entrevista en la que analizó el presente y futuro del vino argentino.
Mussi, fundador de proyectos como Altocedro, Alandes, Abras y Finca Qaramy, sostuvo que la industria vive un proceso de transformación que definió como “intenso” y “no exento de tensiones”, pero resaltó que el país cuenta con una base sólida: su capital humano. En sus palabras, uno de los activos estratégicos más subestimados del sector es el nivel de formación técnica y sensibilidad cultural de quienes producen vino.
El winemaker recordó su trayectoria como un camino marcado por la experimentación, la lectura y la búsqueda de identidad. Admirador del pensamiento renacentista y de los filósofos británicos del siglo XVII, reconoció que su interés por la historia, la música y la literatura influye en su forma de interpretar el vino. “Los grandes vinos nacen más de la poesía que de la ciencia”, señaló en la entrevista con MDZ, donde explicó el sentido de su línea “Los Poetas”, que integra referencias a Walt Whitman, Borges, Allan Poe y Shakespeare.
A lo largo de su carrera, Mussi ha sido distinguido por publicaciones especializadas y críticos de vinos. Su Old Vine Malbec Reserva, fue seleccionado por la revista Wine Spectator como uno de los 100 mejores vinos del mundo en 2008, y uno de sus Tempranillos fue reconocido en 2009 como el mejor de su añada. En el exterior, medios como Vinovossum y Wine Enthusiast han destacado su capacidad para unir tradición, sostenibilidad y precisión enológica.
Sin embargo, pese al reconocimiento internacional, la industria local enfrenta dificultades estructurales que van más allá de las condiciones climáticas o económicas coyunturales. En la entrevista difundida por MDZ, Mussi señaló que uno de los grandes desafíos es sostener la competitividad frente a un mercado global dinámico, en el que el vino argentino compite contra regiones con mayor escala, inversión en marketing y diversificación de variedades.

La Feria de Terruños que organiza Mussi busca poner en escena ese concepto de identidad. La jornada invita a los asistentes a recorrer y degustar vinos de distintas zonas del país, incluidos proyectos de Valle de Uco, Valles Calchaquíes y la Patagonia. La propuesta incluye también una subasta solidaria de vinos de colección, cuya recaudación será destinada a la Asociación Tras-Pasar, que acompaña a niñas, niños y adolescentes con cáncer.
La actividad contó con la participación del chef Edward Holloway, música en vivo y experiencias complementarias vinculadas a la cultura del vino. Para Mussi, la instancia no es solo un evento enológico: es una forma de reconectar el vino con la gente, diferenciándolo de prácticas más comerciales o masivas.
Uno de los fragmentos más destacados de la conversación difundida por MDZ fue la reflexión del enólogo sobre los desafíos que enfrenta hoy la industria. Según Mussi, el vino argentino carga tensiones que en algunos aspectos pueden ser más complejas que los debates que atraviesan otras actividades económicas tradicionales de Mendoza, como la minería, pero desde un ángulo distinto: son problemas vinculados a la construcción de sentido, identidad y proyección cultural.
El enólogo afirmó que la salida está en potenciar la formación, la investigación y el vínculo entre productores, trabajadores y consumidores. “Hay un conocimiento acumulado que debemos sostener y proyectar”, expresó. Se trata, según su visión, de pensar la producción vitivinícola no solo como un negocio, sino como una expresión del territorio y del tiempo.

Para Mussi, la vitivinicultura argentina atraviesa una etapa “de reconversión profunda”, pero no exenta de oportunidades. El diferencial competitivo está en la diversidad geográfica, la calidad técnica y la capacidad de innovación de los enólogos y equipos de trabajo.
La tarea, dice, es reforzar esos atributos, ampliar la difusión internacional de la identidad local y sostener la calidad más allá de los ciclos económicos. En su mensaje final, el winemaker apeló a una metáfora que suele emplear en sus proyectos: mirar la copa mitad llena, reconociendo desafíos, pero también valorando lo construido.