Argentina se posiciona entre las economías emergentes con mayor margen para crecer sin riesgo inflacionario, de acuerdo con un reciente estudio elaborado por Goldman Sachs. El informe, titulado “Mind the Gap, There’s Room to Grow”, fue publicado esta semana y analiza el nivel de utilización de la capacidad productiva en distintos países en desarrollo. Según el documento, la economía argentina aún opera por debajo de su potencial, lo que le otorga un espacio de expansión sin generar presiones sobre los precios.
El trabajo de Goldman Sachs evalúa el output gap, es decir, la brecha entre el producto efectivo y el producto potencial de una economía. En la mayoría de los mercados emergentes, este indicador se mantiene levemente negativo, lo que implica que todavía hay margen para el crecimiento no inflacionario. En este contexto, Argentina, Sudáfrica, Corea del Sur y Tailandia figuran entre los países con mayor “holgura” o capacidad no utilizada.
“El nivel de actividad se encuentra por debajo del potencial en buena parte de los emergentes, lo que sugiere que existe espacio para expandirse sin generar nuevas tensiones de precios”, señala el informe del banco estadounidense. Este diagnóstico contrasta con el de otras naciones que, por operar al límite de su capacidad, enfrentan riesgos de sobrecalentamiento económico.

En el caso argentino, Goldman Sachs subraya que el país atraviesa una etapa de baja utilización de la capacidad instalada y debilidad del mercado laboral. Esta situación, explican, se debe a la combinación de un ajuste macroeconómico severo, restricciones financieras y una demanda interna deprimida.
Sin embargo, el informe considera que este contexto también abre una ventana de oportunidad. “Las economías con mayor holgura podrían crecer sin presiones inflacionarias si mejoran las condiciones de demanda”, sostiene el documento. En otras palabras, si Argentina logra estabilizar su entorno financiero y recuperar la confianza de los agentes económicos, podría expandir su producción sin generar un salto de precios.
A nivel regional, Latinoamérica muestra una situación dispar. Brasil opera por encima de su potencial, impulsado por el consumo y el crédito, mientras que Colombia y Argentina todavía disponen de margen para crecer. En conjunto, la región se encuentra cerca del equilibrio, sin señales de sobrecalentamiento, lo que —según Goldman Sachs— favorece un escenario de estabilidad monetaria.
El documento señala que los países que mantienen una brecha de producto negativa podrán sostener políticas de estímulo moderadas sin correr el riesgo de una nueva ola inflacionaria. En ese sentido, el banco destaca que la región presenta un cuadro “más saludable” que en años anteriores, con menor presión de precios y expectativas más estables en la mayoría de las economías.

El estudio de Goldman Sachs también incluye un análisis comparativo de otras regiones. En Asia, por ejemplo, China y Corea del Sur todavía operan por debajo de su potencial, mientras que India y Filipinas ya muestran indicios de sobrecalentamiento. En Europa del Este y África, la brecha de producto continúa siendo amplia, con economías como Sudáfrica o Polonia aún lejos de su plena capacidad.
Esta heterogeneidad refleja los diferentes ciclos económicos y las estrategias de política fiscal y monetaria adoptadas tras la pandemia. En muchos casos, el impulso fiscal de los años recientes fue retirado gradualmente, permitiendo que las economías se estabilizaran sin caer en recesión.
Una de las conclusiones más relevantes del informe es que la inflación argentina no está vinculada a un exceso de demanda, sino a desequilibrios estructurales y expectativas inestables. En este sentido, Goldman Sachs aclara que el aumento de precios en el país no proviene de una economía sobrecalentada, sino de factores como la incertidumbre cambiaria, la falta de anclajes fiscales y la indexación generalizada de los contratos.
Esto diferencia a Argentina de otros países donde la inflación responde a un fuerte crecimiento del consumo o del crédito. “La presión de precios en Argentina obedece más a la desconfianza en la política económica que a una saturación de la capacidad productiva”, indica el informe.
De acuerdo con los analistas del banco, la clave para revertir este escenario radica en recuperar la estabilidad macroeconómica, estabilizar el tipo de cambio y recomponer el poder adquisitivo sin generar un desbalance fiscal. Si esos factores se alinean, el país podría aprovechar su capacidad ociosa para impulsar la producción y el empleo sin generar nuevas tensiones inflacionarias.
El análisis de Goldman Sachs plantea una mirada moderadamente optimista sobre el futuro económico de Argentina. Si bien reconoce los desafíos estructurales —como la falta de inversión, la baja productividad y la inestabilidad cambiaria—, también advierte que el punto de partida bajo de la actividad ofrece un potencial de recuperación considerable.
En ese sentido, el país podría beneficiarse de una mejora en el contexto internacional, especialmente si la demanda global de alimentos y energía —dos sectores donde Argentina es competitiva— se mantiene elevada. A su vez, el acceso al crédito externo y la reducción de la inflación serían condiciones necesarias para sostener un proceso de crecimiento genuino.
Goldman Sachs concluye que la mayoría de los países emergentes dispone de espacio para crecer sin alimentar nuevas presiones inflacionarias, y que Argentina, en particular, podría aprovechar ese margen si logra consolidar un marco macroeconómico previsible.
Mientras Brasil busca enfriar su expansión y China intenta sostener su ritmo de crecimiento, Argentina parte desde una base más baja, con un potencial latente que depende menos de la capacidad instalada y más de la estabilidad económica y política que logre construir en los próximos meses, según destacó Forbes en un reciente análisis sobre el panorama de las economías emergentes.