La empresa canadiense Kobrea puso en marcha la primera inversión privada dentro del Distrito Malargüe, en el sur de Mendoza, al iniciar la fase inicial del proyecto El Perdido, que abarca 730 km² de derechos de exploración. El desembarco, confirmado en diálogo con Forbes, fue encabezado por su CEO, James Hedalen, quien explicó por qué consideran que la zona podría albergar un yacimiento de cobre de talla mundial y por qué la provincia se convirtió en un destino estratégico para la compañía.
El puntapié llega poco más de un año después de que el gobierno mendocino habilitara oficialmente la exploración minera en el distrito, un cambio institucional que abrió la puerta para nuevas inversiones y que, según la firma canadiense, ofrece una “ventana geológica única” en una región históricamente subexplorada del lado argentino de la cordillera.
Kobrea inició la fase uno de su operación con la construcción del camino de acceso y el montaje de su campamento base, infraestructura necesaria para comenzar los primeros estudios y perforaciones. Según Hedalen, la decisión de ingresar al país se tomó tras un análisis de más de cuatro años sobre oportunidades geológicas en Sudamérica.
“Vimos un cambio de sentimiento en Argentina… empezamos a analizar esta opción y terminamos en Mendoza, donde han hecho un fantástico trabajo”, sostuvo el ejecutivo en declaraciones a Forbes.
El CEO destacó que, si bien la llegada del presidente Javier Milei generó un clima más favorable para las inversiones, el principal factor fue el marco normativo impulsado por la gestión del gobernador Alfredo Cornejo y la puesta en marcha del Distrito Malargüe. “Con eso empezó todo el proceso y luego Milei ayudó a contar la historia al mundo”, señaló.
La compañía aspira a identificar depósitos cupríferos que puedan captar el interés de grandes desarrolladoras mineras. Hedalen remarcó que el objetivo inmediato es perforar y testear distintos sectores dentro del enorme polígono de exploración.
“Los siguientes pasos serán iniciar la exploración, perforar y testar la mineralización de depósitos de cobre”, explicó, en referencia al cronograma operativo que se desplegará durante los próximos meses.
El ejecutivo indicó que los plazos para confirmar la viabilidad geológica varían según cada objetivo, pero que la ventana estimada ronda uno o dos años. En este periodo analizarán entre 10 y 12 potenciales pórfidos, cada uno con necesidades de inversión que pueden ir de US$ 5 millones a US$ 20 millones.
Mientras tanto, Kobrea ya cuenta con US$ 10 millones para ejecutar sus programas inmediatos de exploración. Sin embargo, anticipan que el desarrollo completo –en caso de hallarse un yacimiento significativo– requerirá fondos mucho más altos y la participación de otros actores del sector.

El potencial geológico de la región aparece como el argumento más relevante detrás del entusiasmo de la compañía. Hedalen sostuvo que el corredor mendocino forma parte de uno de los campos de cobre más grandes del planeta, donde el sector chileno concentra algunas de las minas más importantes del mundo.
“Del lado mendocino no se ha explorado nada, entonces el potencial es enorme”, afirmó. En ese sentido, consideró que la falta de antecedentes previos no es un obstáculo, sino una ventaja para las empresas que se animen a dar los primeros pasos.
Kobrea trabaja actualmente con datos históricos y modelos geológicos regionales que, según Hedalen, muestran condiciones favorables para la existencia de sistemas minerales de gran tamaño. “Todo nos indica que este es el lugar correcto para encontrar depósitos de tamaño de elefante”, aseguró, aunque reconoció que la exploración es un negocio de alto riesgo con bajas tasas de éxito a nivel global.
Kobrea es una empresa junior, enfocada en identificar oportunidades tempranas para luego asociarse con desarrolladoras de mayor escala o vender el proyecto una vez confirmada su viabilidad económica. Aunque posee un pequeño activo en Canadá, la firma decidió concentrar esfuerzos en la Argentina.
“Nuestro foco ahora está 100% en Mendoza. Estamos aquí para explorar la provincia, descubrir algo grande y luego venderlo a un desarrollador o buscar un socio”, explicó Hedalen, al describir el modelo de negocios de la compañía.
La irrupción de Kobrea marca el debut de capital privado en el Distrito Malargüe y podría habilitar un nuevo ciclo minero en una provincia donde la actividad enfrentó históricas trabas regulatorias. El gobierno provincial apuesta a que este caso desencadene una cadena de proyectos de mayor escala, especialmente en un contexto internacional de alta demanda de cobre, insumo clave para la transición energética, la electromovilidad y la infraestructura eléctrica.
El avance del proyecto El Perdido no solo será un test para Kobrea, sino para toda la estrategia minera provincial. Funcionarios locales consideran que la llegada de una empresa extranjera con respaldo financiero puede ayudar a validar el distrito ante otros inversores y, a la vez, contribuir con estudios que hasta ahora no existían del lado argentino de la cordillera.
Si bien la exploración no garantiza la futura explotación de un yacimiento, su desarrollo exitoso podría reactivar debates económicos y sociales sobre el rol de la minería en Mendoza y en la región cuyana. Por ahora, la empresa avanza con su cronograma inicial y sostiene que la combinación de estabilidad provincial, apertura regulatoria y potencial geológico convierte a Malargüe en uno de los destinos más promisorios de la minería sudamericana, según señala Forbes.