El Gobierno de Estados Unidos prevé cerrar antes de finales de noviembre un acuerdo con China para restablecer el flujo de tierras raras, insumo esencial para las industrias tecnológicas, energéticas y de defensa, según confirmó el secretario del Tesoro, Scott Bessent. El pacto, discutido recientemente entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping en una reunión en Corea del Sur, busca revertir las restricciones que Beijing impuso a la exportación de estos minerales en el marco de la escalada arancelaria bilateral, lo que convierte al entendimiento en un avance relevante para las cadenas globales de suministro.
Bessent señaló que el acuerdo “podría estar listo para el Día de Acción de Gracias”, un plazo que refleja la urgencia de Washington por garantizar el acceso a recursos estratégicos cuya producción y refinación se concentra casi exclusivamente en empresas chinas. Estados Unidos, añadió el funcionario, mantiene “herramientas disponibles” para responder en caso de que Beijing incumpla los compromisos asumidos.
La negociación establece que Estados Unidos suspenderá la aplicación de un arancel del 100% sobre importaciones chinas, una medida que estaba prevista como respuesta al endurecimiento regulatorio impuesto por China desde abril. A cambio, Beijing se compromete a levantar durante un año los requisitos de licencia para exportar tierras raras y derivados, una flexibilización que permitiría normalizar el abastecimiento de minerales como neodimio y lantano, claves para la fabricación de imanes permanentes, turbinas eólicas, dispositivos médicos, smartphones y equipamiento militar.
El impacto de las restricciones chinas había sido inmediato: desde el segundo trimestre del año, diversas empresas tecnológicas y energéticas reportaron demoras en la recepción de componentes, mientras que fabricantes de Europa y América del Norte anticiparon ajustes en sus planes de producción. Con el nuevo acuerdo, Washington aspira a aliviar esa presión y, a la vez, reducir la incertidumbre sobre el suministro global.
El avance del pacto se produjo luego de un encuentro entre Trump y Xi en Corea del Sur, donde ambos mandatarios mantuvieron una agenda centrada en seguridad regional y comercio. Según fuentes estadounidenses citadas por la prensa internacional, la discusión sobre tierras raras ocupó un lugar central por su carácter crítico en el desarrollo industrial de ambos países.
Bessent destacó durante una intervención televisiva que la Casa Blanca confía en que Beijing cumplirá lo pactado. “Tras nuestra reunión en Corea entre los dos líderes, el presidente Trump y el presidente Xi, China cumplirá con sus compromisos”, expresó el secretario del Tesoro, al tiempo que reiteró la relevancia de resolver un conflicto que había escalado durante los últimos meses.
La dependencia global respecto de la capacidad china es un elemento determinante en esta negociación: aproximadamente el 80% de la refinación de tierras raras se realiza en ese país, una ventaja estratégica que vuelve casi inevitable cualquier proceso de coordinación bilateral.

El marco del entendimiento también incluye compromisos vinculados al comercio agrícola. China se comprometió a realizar compras importantes de soja estadounidense, con un volumen proyectado de 12 millones de toneladas métricas para este año y 25 millones para 2026. De concretarse, estas cifras marcarían un retorno de Beijing a un mercado que había abandonado tras la imposición de aranceles por parte de Washington.
La suspensión de importaciones chinas había afectado directamente a productores rurales de Estados Unidos, un sector clave para la actual administración. Bessent planteó que las nuevas compras corregirán ese desequilibrio: “China convirtió en peones a nuestros excelentes productores de soja, pero creemos que hemos remediado esa situación”, sostuvo.
En paralelo al entendimiento con China, Estados Unidos anunció acuerdos comerciales separados con Argentina, Ecuador, El Salvador y Guatemala. Estas negociaciones prevén reducciones arancelarias para exportaciones agrícolas e industriales de esos países, a cambio de una mayor apertura de sus mercados a productos estadounidenses y del compromiso de no establecer impuestos sobre servicios digitales.
Según el representante comercial estadounidense, Jamieson Greer, estos convenios buscan “abrir nuevos mercados para las exportaciones estadounidenses y reducir las barreras comerciales que enfrentan los trabajadores y productores”.
Los funcionarios explicaron que la estrategia general apunta a estabilizar precios y fortalecer el abastecimiento de determinados productos. “Nuestra expectativa es que habrá algunos efectos positivos en los precios, en productos como café, cacao, bananas”, señaló un alto funcionario citado por medios internacionales. La referencia no es menor: el precio del café importado registró un incremento interanual del 21% en agosto y del 19% en septiembre, una tendencia que presiona sobre los índices de inflación.

En el caso de Argentina, el gobierno de Javier Milei acordó abrir su mercado al ingreso de ganado, carne aviar y carne bovina de origen estadounidense, además de simplificar los requisitos sanitarios para productos de res. A cambio, el país sudamericano mantendrá su capacidad de exportar principalmente petróleo y carne a Estados Unidos, en un esquema que busca profundizar el intercambio bilateral.
Guatemala, uno de los principales proveedores de banana para Estados Unidos junto con Ecuador, se beneficiará con reducciones de tasas específicas, aunque algunos aranceles generales continuarán vigentes.
Estos entendimientos refuerzan la estrategia comercial de Washington de asegurar el flujo de bienes esenciales, diversificar proveedores y consolidar alianzas hemisféricas en un contexto de competencia global por recursos críticos.
El posible acuerdo entre Estados Unidos y China sobre tierras raras se presenta como un movimiento decisivo en el tablero internacional. Por un lado, reduciría tensiones entre las dos mayores economías del mundo, tras meses de medidas punitivas cruzadas. Por otro, ofrecería un alivio a sectores industriales que dependen de materiales cuyo acceso se volvió incierto.
De concretarse antes del Día de Acción de Gracias, como anticipa Bessent, el pacto marcará un cambio en la dinámica comercial bilateral y sentará las bases para nuevas negociaciones en materia tecnológica, agrícola y geoestratégica, en un momento en el que la competencia por recursos y mercados define buena parte de la política exterior de ambos países. Según reconstruyó Infobae, este entendimiento también podría acelerar futuros acuerdos vinculados a la seguridad de las cadenas de suministro y al acceso a minerales estratégicos.