El diente de león, una planta silvestre que prolifera en casi todos los continentes, volvió a quedar en primer plano luego de que La Nación destaco en un informe su importancia nutricional, su valor culinario y su larga tradición medicinal. La especie, cuyo nombre científico es Taraxacum officinale, aparece en veredas, jardines, huertas y espacios urbanos, y es considerada por especialistas como una de las verduras más completas del mundo por su combinación de vitaminas, minerales y compuestos bioactivos. Su relevancia radica en que todas sus partes son comestibles y pueden utilizarse de maneras diversas, desde ensaladas y guisos hasta infusiones y conservas.
Aunque muchos la identifican como un simple “yuyo”, su capacidad de adaptación convirtió al diente de león en una planta disponible casi todo el año, especialmente en las regiones templadas donde se recolecta desde fines de otoño hasta mediados de primavera. Según explicó La Nación, los ejemplares que crecen “en sombra parcial y con buena irrigación” suelen desarrollar hojas de mejor calidad, una característica que potencia su uso culinario.
La planta —bianual o perenne, capaz de expandirse y naturalizarse en suelos pobres, bordes de caminos y ambientes urbanos— es también una de las más productivas en términos de floración. Esta particularidad facilita su cosecha para usos medicinales y gastronómicos. La Nación señaló que, por la abundancia de flores, es común “realizar recolecciones abundantes para deshidratarlas”, almacenarlas y utilizarlas durante el resto del año. El proceso recomendado consiste en secarlas a la sombra, en un lugar ventilado, hasta que pierden por completo la humedad.

En el plano culinario, el diente de león ofrece cinco partes principales comestibles: hojas, flores, capullos, raíces y semillas germinadas. Cada una aporta texturas y perfiles aromáticos particulares, lo que amplía su uso tanto en recetas simples como en preparaciones más elaboradas.
En cuanto a las hojas, el medio destacó su sabor marcadamente amargo, similar al de otras verduras silvestres utilizadas en la cocina mediterránea. La Nación explicó que pueden consumirse crudas “en ensaladas, sándwiches, licuados y pastas untables”, o cocidas en platos como sopas, guisos y rellenos de empanadas. Para moderar el amargor, aconsejó combinarlas con ingredientes grasos o intensos, como aceitunas, ajo, quesos maduros o nueces, así como con frutas y hortalizas dulces.
Las flores, por su parte, aportan un perfil más suave y un aroma comparable al del alcaucil. La Nación indicó que pueden incorporarse crudas a ensaladas, utilizarse en escabeches, mermeladas o bebidas fermentadas, o consumirse en infusión, tanto frescas como deshidratadas. Su versatilidad culinaria las convierte en un recurso interesante para cocinas estacionales, que buscan aprovechar ingredientes silvestres disponibles en los meses más frescos.
Los capullos, recolectados antes de que las flores se abran, son valorados como sustituto casero de las alcaparras cuando se conservan en vinagre. En tanto, las raíces tienen usos diversos: pueden tostarse y utilizarse para preparar una infusión que recuerda al café, cocinarse como hortaliza o sumarse a conservas. Las raíces jóvenes, más tiernas, se consumen incluso crudas y finamente picadas en ensaladas.
Las semillas del diente de león, asociadas al clásico “panadero” que se dispersa con el viento, también pueden consumirse. La Nación señaló que son ideales para germinarlas como brotes o microverduras, aunque recomendó hacerlo sobre una fina capa de tierra —en lugar de métodos tradicionales de brotado— para evitar la aparición de hongos debido a la pelusa característica de sus frutos secos.

Además de su valor alimentario, el diente de león posee una larga historia en la fitoterapia tradicional. De hecho, su denominación botánica incluye el término officinale, que en latín significa “de la farmacia”, en referencia a su uso medicinal desde tiempos antiguos. La Nación recopiló múltiples propiedades atribuidas a la planta: colagogo, protector hepático, diurético, antiinflamatorio, antirreumático, espasmolítico, digestivo e incluso antianémico. También se lo emplea como relajante suave y como estimulante natural de la producción de bilis, propiedad que comparte con otros alimentos amargos.
En uso tópico, el medio detalló que las hojas machacadas se aplican como cicatrizante para aliviar heridas, quemaduras, eccemas, psoriasis o acné. Asimismo, mencionó que el látex que brota de tallos y hojas suele utilizarse sobre verrugas “hasta secarlas por completo”, una práctica tradicional en zonas rurales.
Si bien la planta presenta amplios beneficios, existen también precauciones. Tal como advirtió La Nación, no se recomienda iniciar un tratamiento con diente de león ante la presencia de infecciones renales o vesiculares, y su consumo debe moderarse durante el embarazo y la lactancia.
El interés creciente por esta especie incluyó incluso su incorporación en recetas. La Nación ofreció, por ejemplo, una preparación de budín de hojas de diente de león, que combina la verdura con harina, azúcar, manzana rallada y limón. La receta propone blanquear previamente las hojas para suavizar su sabor y luego procesarlas junto con los ingredientes húmedos. La mezcla final se integra con harina tamizada y se hornea en budineras o moldes para muffins.
El resurgimiento del diente de león como ingrediente y remedio natural se enmarca en una tendencia global hacia la revalorización de plantas silvestres, impulsada por movimientos gastronómicos, la permacultura y el interés por dietas más diversas y sostenibles. Su disponibilidad amplia —crece en parques, terrenos baldíos, huertas domésticas y zonas rurales— facilita su acceso y reduce el impacto ambiental asociado a su consumo.

En los últimos años, chefs, herboristas y horticultores resaltaron su importancia como recurso gratuito y fácilmente identificable. Sin embargo, recomiendan evitar plantas ubicadas en áreas contaminadas, bordes de rutas o lugares con uso intensivo de herbicidas. La recolección responsable y la identificación segura son claves para un consumo consciente.
El diente de león, pese a su fama de maleza, se afianza así como una verdura silvestre de alto valor nutricional, con aplicaciones culinarias que van desde platos cotidianos hasta preparaciones gourmet. Su arraigo histórico en la medicina tradicional y su creciente interés en la gastronomía contemporánea consolidan su lugar en una tendencia más amplia que busca redescubrir alimentos naturales, estacionales y, sobre todo, accesibles.