Aether Biomachines avanza hacia la era de los materiales biológicos que desafían al metal

La empresa estadounidense Aether Biomachines anunció que comenzó la producción industrial de nuevos materiales creados mediante inteligencia artificial, un avance que, desde este año, promete impactar de lleno en los sectores aeroespacial, militar y de manufactura. El desarrollo está encabezado por su fundador y director ejecutivo, Pavle Jeremić, quien lidera desde California un proyecto que busca reemplazar al metal tradicional con polímeros ultralivianos y de alto rendimiento. El lanzamiento se vuelve relevante no solo por la velocidad con la que estos materiales pueden imprimirse, sino por la tecnología molecular que los permite fabricar desde cero.

El primer producto presentado al mercado es RapidPrint™, un filamento capaz de imprimir hasta cuatro veces más rápido que los insumos más utilizados en impresión 3D, según datos compartidos por la compañía. A este se sumará Ultra Print, un compuesto que podría igualar la resistencia del aluminio aeronáutico con apenas la mitad de su peso. Ambos materiales ya despertaron interés comercial y posicionan a la empresa como uno de los actores emergentes más disruptivos del sector.

La compañía trabaja desde hace siete años en un sistema que combina algoritmos de búsqueda molecular, proteínas diseñadas a medida e inteligencia artificial aplicada al descubrimiento de materiales. La producción que hoy sale a la luz es el resultado de un largo período de investigación y ensayos en laboratorio. Hasta ahora, la firma generó más de 1,5 toneladas de su polímero principal y planea escalar paulatinamente hasta alcanzar volúmenes comerciales que respondan a la demanda.

La importancia tecnológica del proyecto reside en un punto clave: la capacidad de diseñar y producir moléculas con funciones específicas gracias a enzimas creadas por software. Esa tecnología permite generar materiales inéditos, transformarlos químicamente y llevarlos del laboratorio a la industria sin los costos tradicionales de las cadenas fabriles. Aether habla de “fábricas moleculares”, un proceso inspirado en la manera en que los organismos vivos fabrican estructuras complejas a partir de recursos mínimos.

Jeremić explica que su trabajo busca replicar en escala industrial lo que en la naturaleza ocurre de forma espontánea. “Una de las cosas en las que nos hemos vuelto muy buenos es en identificar nuevas especies moleculares y fabricarlas muy rápidamente”, señaló el directivo en diálogo con medios internacionales. La comparación que guía el modelo es directa: mientras la producción de fibras sintéticas como el Kevlar exige temperaturas altas y procesos químicos costosos, una araña produce seda —más resistente que algunos materiales balísticos— con una glándula diminuta y alimento como insumo principal.

Ese paralelismo orientó la base tecnológica de la startup. En lugar de recurrir a plantas industriales tradicionales para sintetizar materiales, el equipo de Aether emplea enzimas diseñadas para cumplir tareas químicas precisas. Cada proteína actúa como una microherramienta capaz de modificar moléculas según el objetivo fijado. El desafío es encontrar, entre miles de millones de combinaciones posibles, cuál puede ejecutar la reacción deseada. Para resolver esa búsqueda, la compañía desarrolló una metodología propia llamada indexación, que permite etiquetar millones de proteínas con información sobre sus funciones y propiedades.

El procedimiento implica analizar miles de muestras en placas de laboratorio y recopilar datos sobre su comportamiento frente a distintos compuestos. Ese mapa se traslada luego a sistemas de aprendizaje automático que predicen qué enzimas podrían funcionar mejor para generar un nuevo material. “Cada proteína es un punto de datos, y etiquetamos cada una con sus múltiples funciones mediante pruebas empíricas”, sostuvo Jeremić. El resultado es un catálogo en expansión que la empresa llama su mapa del tesoro molecular, capaz de señalar rutas hacia productos que antes eran teóricos o económicamente inviables.

Los primeros resultados comenzaron a visibilizarse con RapidPrint™, el filamento orientado a impresión 3D. Fabricantes de drones, entre ellos Wild Hornets, en Ucrania, ya operan con cientos de impresoras que funcionan de manera continua. Para ese tipo de operaciones —donde la producción se mide por hora y no por día—, un material que cuadriplica la velocidad de trabajo puede representar una ventaja competitiva significativa. La empresa sostiene que sus bobinas permiten imprimir entre 300 y 450 mm/s sin pérdida de rendimiento, y algunos ensayos superaron los 900 mm/s en escenarios controlados.

Durante la investigación, el equipo detectó un comportamiento inusual: la matriz polimérica podía incorporar mayores porcentajes de fibra de carbono que los estándares conocidos. Mientras lo habitual es no superar el 30 %, Aether logró compatibilizar entre 40 % y 50 %, aumentando la resistencia final sin perder flexibilidad ni velocidad de impresión. Esa evolución derivó en Ultra Print, un producto que podría fabricar piezas estructurales complejas y transformar la arquitectura de misiles, aeronaves y vehículos no tripulados.

En sectores militares y aeroespaciales, donde cada gramo puede representar diferencias en autonomía, alcance o maniobrabilidad, disponer de polímeros fuertes y livianos abre una ventana hacia una nueva fase de la ingeniería. La aparición de líneas de producción de hiperescalado como Arsenal-1, de Anduril, o la fabricación del misil ucraniano FP-5 Flamingo, construído con fibra de carbono y procesos que requieren hasta seis horas, muestran un escenario donde la sustitución del metal podría acelerar la fabricación en conflictos activos y en entornos de alta exigencia tecnológica.

El desafío inmediato es ampliar la producción industrial. La compañía respaldó su primera fase de escalamiento con una ronda de inversión de 15 millones de dólares, y proyecta alcanzar 10 toneladas mensuales hacia mediados de 2026. Para fines del mismo año, el objetivo es superar el umbral de cientos de toneladas. Si la demanda acompaña, en 2027 podrían producir miles de toneladas por mes. “La demanda de RapidPrint ya supera la oferta, pero mientras escalamos preferimos aprender a caminar antes de correr”, dijo Jeremić.

La visión de largo plazo excede el mercado de impresión 3D. Aether trabaja en sistemas compactos —del tamaño de dos contenedores marítimos— que podrían servir como unidades productoras de materiales bajo demanda, desde polímeros estructurales hasta procesos para extraer litio del agua de mar. El modelo apunta a descentralizar la manufactura y reducir costos, manteniendo un control fino sobre la composición molecular de cada producto.

Con un universo de proteínas prácticamente infinito, la capacidad de indexarlas se vuelve estratégica. La empresa sostiene que su base de datos es única y que su tecnología puede prever la función de enzimas no registradas. Si ese mapa molecular continúa creciendo, la producción de materiales personalizados podría convertirse en un proceso estándar de la industria. RapidPrint y Ultra Print son apenas su puerta de entrada.

El futuro que imagina Aether Biomachines aún está en desarrollo, pero el impacto potencial se vuelve visible: una manufactura más rápida, sustentable, programable y con menor dependencia del metal tradicional. Un cambio que, de concretarse, reordenaría la cadena global de producción y abriría paso a la biotecnología como columna vertebral de la ingeniería avanzada, tal como ya han señalado referentes del sector en análisis recientes de Forbes, donde se destaca el potencial transformador de los materiales diseñados con IA y enzimas sintéticas.