Ivo Lepes: de arquitecto a referente gastronómico con Chuí, Coronado y nuevos proyectos en Buenos Aires y Ciudad de México

Ivo Lepes, 36 años, arquitecto de formación y uno de los cuatro creadores del restaurante Chuí en Villa Crespo, se consolidó en la escena gastronómica local y prepara su expansión internacional. Desde hace cinco años, Lepes combina su formación en arquitectura con la gestión de espacios gastronómicos que priorizan la experiencia del comensal, el diseño de ambientes abiertos y la inclusión de todos los públicos. Su relevancia crece a medida que Chuí se instala en Ciudad de México, el restaurante del Malba, Coronado, gana popularidad y se anuncia un nuevo proyecto en Buenos Aires.

Chuí abrió sus puertas en Villa Crespo en un contexto desafiante: “Habíamos alquilado este lugar el día de la asunción de Alberto Fernández. Tardamos un poco en arrancar la obra –por suerte– y cayó la pandemia”, recordó Lepes a Clarín. Sin embargo, la combinación de un jardín exuberante, un espacio abierto y una propuesta sin carne logró captar la atención de la ciudad post pandemia. En sus primeros años, el restaurante se convirtió en un fenómeno culinario, recibiendo visitantes de distintos ámbitos, desde vecinos habituales hasta figuras internacionales como el Emir de Qatar y Chris Martin, cantante de Coldplay, quien incluso lució una remera con el nombre del lugar.

El enfoque de Lepes no está en la cocina: se considera un cocinero amateur decente, pero delega la parte culinaria a profesionales. “Yo soy un restaurantero, un armador, un conceptualizador de proyectos. La vida nos llevó a ejercer la misma praxis desde lugares muy distintos” que su hermana, Narda Lepes, reconocida chef y comunicadora gastronómica, señaló. La gestión de equipos y la complementariedad entre socios fue clave: junto a Hernán Buccino, Martín Salomone y Nicolás Kasakoff, Lepes conforma un grupo que busca hacer las cosas “artesanalmente, muy complementarios. Cada uno con debilidades y fortalezas muy distintas”, según sus palabras.

Chuí se planteó desde el inicio como un restaurante inclusivo. Durante la explosión de la comida vegana y vegetariana, Lepes y sus socios decidieron mantenerse al margen de la militancia dietaria y enfocarse en un espacio de encuentro: “Si te hacías vegano eras ‘mejor’ que el de al lado porque tenías ‘mejores valores’. Había algo de eso que tenía sentido y otra parte que era moda. Nosotros dijimos: retraigámonos de eso, porque es coyuntural. Hagamos un lugar inclusivo, de encuentro”. La estrategia fue efectiva: el restaurante se consolidó como un punto de referencia de la gastronomía porteña y se convirtió en un caso de éxito en expansión internacional.

El salto a Ciudad de México no fue un clon del original, sino una adaptación al mercado local. Según Lepes, “intentamos respetar las generalidades del layout y mejorar cosas que acá hubiésemos hecho distinto si arrancábamos de nuevo”. La propuesta mexicana toma en cuenta la cultura local, la intensidad de sabores y los hábitos alimenticios: los desayunos son más contundentes que en Argentina y el restaurante abre desde la mañana hasta la noche, atendiendo desde cafés rápidos hasta comidas completas. La colaboración con el chef Martín Lukesch permitió equilibrar la calidad y el precio: “Con él pensamos un lugar de altísima calidad y precio justo. Un lujo cotidiano. Comida cosmopolita con muchas cosas argentinas, pero capaz de dialogar con otras culturas, como el propio museo”.

En paralelo, Lepes y sus socios inauguraron Coronado, el restaurante del Malba, con el objetivo de recuperar un espacio para el barrio y atender a los vecinos habituales, además del turismo cultural. “Sabíamos que el Malba trae turismo, pero decidimos concentrarnos en la gente de alrededor, en los habitués de almuerzo y cena que podían venir varias veces por semana”, explicó Lepes. La idea central de sus proyectos no es solo vender comida, sino ofrecer un producto cultural que conecte con los deseos de la ciudad y sus habitantes.

Mientras Chuí y Coronado se consolidan, Lepes ya trabaja en un nuevo proyecto gastronómico a pasos de Villa Crespo. Inspirado en la región norte de Argentina, este espacio será más grande y de consumo relajado, pensado para satisfacer necesidades que la ciudad aún demanda. “Va a ser un lugar grande, de consumo relajado, algo que sentimos que la ciudad necesita”, anticipó.

El éxito de Ivo Lepes y sus emprendimientos no solo se mide en reservas, sino en la fidelidad de los comensales. “Hay pocos casos de restaurantes en museos que se sientan realmente apropiables por el público. Queríamos ser uno de esos”, señaló sobre Coronado. Su enfoque combina diseño, concepto gastronómico y sensibilidad urbana, logrando que la experiencia de comer se transforme en un acto cultural y social, ampliando la tradición familiar de servicio a gran escala.

El universo Lepes no se limita a Ivo y Narda. Su padre, Juan Lepes, reconocido empresario de la noche porteña, tuvo su propio restaurante, y la tía Vivi Lepes también dejó su huella en medios gastronómicos y publicaciones sobre conservas. Los hermanos menores de Narda han seguido caminos similares: Teo Lepes abrió la cafetería Sando en Barcelona, especializada en sándwiches japoneses, mientras que Ivo consolidó su posición en el circuito local y en mercados internacionales.

Con Chuí en Villa Crespo y Ciudad de México, Coronado en el Malba y un nuevo restaurante en camino, Ivo Lepes demuestra que la gastronomía puede combinar concepto, inclusión y calidad, respetando tradiciones familiares pero adaptándose a las demandas contemporáneas de ciudades cosmopolitas. Su visión pone al comensal en el centro, transformando cada plato en un encuentro social y cultural, donde el acto de dar de comer se convierte en un gesto que trasciende la mesa familiar.