De una cocina al negocio millonario: la startup argentina de café que apuesta a facturar $2.500 millones en 2026

Una startup argentina de café, creada a partir de una necesidad personal y desarrollada inicialmente en una cocina, proyecta alcanzar una facturación de $2.500 millones en 2026, apalancada en innovación tecnológica, producción propia y una fuerte apuesta por la sustentabilidad. Se trata de Caffettino, la empresa fundada por Christian Faraoni en 2015, que hoy opera como una compañía integral de café de especialidad y busca consolidarse tanto en el mercado local como en el exterior, según informó Forbes.

La historia comenzó hace casi una década, cuando Faraoni, por entonces empleado de Pirelli Neumáticos, detectó una dificultad concreta: la falta de cápsulas reutilizables para cafeteras Nespresso y la inexistencia de un sistema de reciclaje eficiente para las tradicionales cápsulas descartables. Ese problema cotidiano derivó en una idea de negocio que, con el tiempo, superó el concepto original y dio lugar a una empresa con planta propia, desarrollo industrial local y una oferta que abarca desde café tostado hasta equipamiento hogareño.

Con conocimientos previos en el manejo de plásticos —heredados de su entorno familiar— y sin estructura empresarial, Faraoni comenzó a experimentar por las noches en su casa. Tras varios intentos fallidos, logró diseñar una cápsula recargable capaz de ofrecer una experiencia de consumo similar a la de las cápsulas tradicionales, pero con la posibilidad de reutilizarse hasta 100 veces. Así nació Caffettino, creadora de las primeras cápsulas recargables diseñadas y fabricadas en la Argentina, registradas como modelo industrial.

Durante sus primeros años, el proyecto avanzó como un emprendimiento unipersonal, con los desafíos propios de la falta de capital, socios y estructura. El punto de inflexión llegó en 2019, cuando Fernando Vidal, cuñado del fundador y recientemente desvinculado de una multinacional, se incorporó al negocio. A partir de ese momento, la empresa redefinió su estrategia: las cápsulas dejaron de ser el producto central para convertirse en un vehículo dentro de una propuesta más amplia de café de especialidad.

De emprendimiento casero a planta propia

La transformación implicó inversión, profesionalización y una fuerte apuesta por la infraestructura. Caffettino pasó de tercerizar procesos a montar su planta propia en Villa Lynch, en la provincia de Buenos Aires. Allí integró áreas de inyección de plástico, ensamble y procesamiento de café, con equipamiento de última generación, entre ellos una tostadora italiana IMF, sistemas automáticos de envasado y la primera envasadora automática de drip coffee del país.

Actualmente, la compañía emplea a 20 personas entre su planta y oficinas, y opera con un modelo integrado que le permite controlar toda la cadena de valor, desde el desarrollo del producto hasta la experiencia del consumidor final. La sinergia con referentes del sector fue clave en este proceso: para instalar su primer tostadero, los socios trabajaron junto a La Motofeca, uno de los tostadores más reconocidos del mercado argentino.

El contexto internacional también jugó a favor en un momento decisivo. La pandemia aceleró el consumo de café en el hogar y disparó el crecimiento de la firma. Entre 2019 y 2020, la empresa registró un aumento del 450%, lo que obligó a ordenar procesos, ampliar capacidad productiva y fortalecer la estructura. “Pasamos de un crecimiento abrupto a uno más moderado pero sustentable”, explicó Faraoni, quien anticipó que la compañía espera cerrar el año con un incremento del 45% respecto de 2024, según declaraciones reproducidas por Forbes.

Sustentabilidad como eje estratégico

Uno de los hitos más recientes de la empresa fue el lanzamiento de las primeras cápsulas compostables producidas en la Argentina, desarrolladas tras más de tres años de investigación y pruebas. Fabricadas con biopolímeros de fuente renovable, a partir de almidón de papa, y selladas con filtros también compostables, estas cápsulas permiten una degradación de entre 6 y 12 meses en composteras hogareñas.

“Estas cápsulas representan el equilibrio entre sostenibilidad, funcionalidad y experiencia. Logramos un producto compostable sin resignar calidad”, señaló Faraoni a Forbes. A diferencia de las cápsulas tradicionales de aluminio o plástico, que pueden tardar siglos en degradarse, el nuevo desarrollo busca reducir el impacto ambiental sin afectar la calidad de extracción ni la frescura del café.

La planta tiene actualmente una capacidad de producción de 300.000 cápsulas mensuales, con la posibilidad de duplicar ese volumen en el corto plazo. Entre los planes de expansión se incluyen la adaptación del sistema a Dolce Gusto y la producción para terceros bajo el esquema de marca blanca, con el objetivo de que la innovación tenga impacto más allá de la propia empresa.

Un portafolio en expansión y mirada internacional

Hoy, Caffettino ofrece una gama diversa de productos: café tostado, cápsulas recargables, cápsulas compostables, drip coffee y, desde diciembre, la línea Caffettino Home, que incluye cafeteras y accesorios seleccionados en un viaje estratégico a China. La compañía aclara que la importación no busca reemplazar la producción local, sino complementar un portafolio con productos de difícil desarrollo en el país.

Con una base de más de 50.000 consumidores digitales, la marca apunta tanto a quienes se inician en el café de especialidad como a consumidores avanzados que buscan microlotes y perfiles sensoriales más complejos. La experiencia del usuario es uno de los ejes del modelo: cada producto está pensado para simplificar el ritual del café sin perder calidad.

En cuanto a la expansión internacional, los primeros intentos en España y Perú no dieron los resultados esperados. A partir de esa experiencia, la empresa redefinió su estrategia y comenzó a trabajar con un socio en Alemania para adaptar el packaging y cumplir con los estándares necesarios para ingresar al mercado europeo.

Mientras completa su oferta hogareña y refuerza la distribución, la compañía mantiene la visión que dio origen al proyecto. “Tostar café es un arte. Cada estilo requiere un tueste ideal y cada método un molido específico”, sostuvo Faraoni a Forbes. La misión, asegura, sigue siendo la misma que nació en una cocina: innovar, elevar la experiencia cotidiana y transformar cada taza en un momento significativo.