Investigadores del INTA Pergamino detectaron la presencia del hongo Epichloë coenophiala en semillas de festuca, una de las gramíneas más utilizadas en los sistemas ganaderos de la región pampeana, y advirtieron que, si no se identifica a tiempo, puede generar problemas sanitarios severos en el rodeo, afectar la productividad y provocar pérdidas económicas. El hallazgo, realizado en el laboratorio de calidad de semillas de esa estación experimental, vuelve a poner en agenda un riesgo conocido pero frecuentemente subestimado en el manejo forrajero, según informó Infocampo.
La detección se enmarca en los trabajos que el organismo realiza dentro del Registro Nacional de Comercio y Fiscalización de Semillas (RNCyFS I/714) y confirma la presencia del endófito responsable de la festucosis, una enfermedad que impacta directamente sobre la salud animal. Aunque la festuca es valorada por su rusticidad, persistencia y buen comportamiento productivo, la asociación con este hongo puede transformar esas ventajas en un problema silencioso para los sistemas ganaderos.
Desde el INTA explicaron que Epichloë coenophiala es un hongo endófito, lo que significa que vive dentro de los tejidos de la planta sin manifestarse externamente y se transmite exclusivamente a través de la semilla. Esta característica lo vuelve particularmente difícil de detectar a simple vista y refuerza la importancia de los análisis previos a la implantación de los verdeos o pasturas.

“La relación entre la festuca y el hongo es una simbiosis: ambos se benefician”, explicó Mariana Fernández, integrante del laboratorio de semillas del INTA Pergamino. Según detalló, la planta adquiere mayor persistencia, vigor y tolerancia a la sequía, atributos clave en ambientes con restricciones hídricas o alta presión de pastoreo. Sin embargo, el beneficio agronómico tiene un costo potencial cuando el forraje es consumido por el ganado.
“El problema aparece cuando esa misma asociación impacta negativamente en los animales”, advirtió Fernández. “Epichloë coenophiala produce toxinas que, al ser ingeridas por el ganado, pueden generar una enfermedad conocida como festucosis”, señaló la especialista, de acuerdo con lo publicado por Infocampo.
Los síntomas clínicos asociados a la festucosis incluyen cojera, pérdida de peso, disminución del desempeño reproductivo, problemas circulatorios y, en situaciones extremas, muerte de los animales. Estos efectos no solo comprometen el bienestar animal, sino que también repercuten directamente en los resultados productivos de los establecimientos, especialmente en sistemas de cría e invernada que dependen fuertemente del pastoreo.
Uno de los aspectos que más preocupa a los técnicos es que la concentración de toxinas no es constante a lo largo del año. Desde el INTA señalaron que los niveles más elevados se registran durante la primavera y el verano, cuando coinciden altas temperaturas, elevada humedad ambiental y los períodos de floración y semillazón de la festuca. “Es justamente en ese período cuando el riesgo para el rodeo es mayor”, remarcó Fernández.
Esta variabilidad estacional explica por qué muchos cuadros pasan inadvertidos o se confunden con otras patologías, retrasando el diagnóstico y la adopción de medidas correctivas. En ese contexto, los especialistas insisten en que la prevención y la detección temprana son herramientas centrales para reducir el impacto sanitario.

Analizar la semilla antes de la siembra o evaluar la pastura antes de un período crítico de pastoreo permite anticiparse al problema y ajustar el manejo. Entre las estrategias recomendadas se incluyen la elección de semillas certificadas, el control del porcentaje de infección por endófitos, la rotación de potreros y, en algunos casos, la combinación de festuca con otras especies forrajeras para diluir el consumo de toxinas.
Desde el organismo técnico subrayaron que no toda la festuca implantada presenta niveles problemáticos del hongo, pero advirtieron que desconocer el origen y la calidad de la semilla incrementa el riesgo. Por ese motivo, recomiendan recurrir a análisis específicos de calidad, que incluyan la detección de endófitos, como parte del esquema habitual de planificación forrajera.
La advertencia cobra especial relevancia en un contexto en el que la eficiencia productiva y el bienestar animal ganan peso en la agenda del sector agropecuario. La ganadería enfrenta márgenes ajustados, mayores exigencias sanitarias y una creciente presión para optimizar el uso de los recursos, lo que vuelve crítico cualquier factor que afecte la conversión del pasto en carne.
Desde el INTA Pergamino remarcaron que la ciencia aplicada cumple un rol clave para anticipar este tipo de riesgos. La posibilidad de identificar un problema invisible a simple vista permite tomar decisiones basadas en información objetiva y evitar pérdidas que, muchas veces, recién se perciben cuando el daño ya está hecho.
La festuca continúa siendo una especie estratégica en amplias zonas de la región pampeana, en especial por su adaptación a suelos de menor calidad y su aporte de forraje en momentos críticos del año. Sin embargo, los especialistas insisten en que su utilización debe estar acompañada por criterios técnicos sólidos, que contemplen no solo el rendimiento forrajero, sino también sus implicancias sanitarias.
El hallazgo del laboratorio de semillas del INTA Pergamino no implica desalentar el uso de la festuca, sino poner en evidencia la necesidad de un manejo más informado y preventivo. En un escenario de mayor profesionalización del agro, la articulación entre investigación, producción y toma de decisiones en el campo aparece como un factor determinante para sostener sistemas ganaderos eficientes y sustentables.