Paraguay alcanzó el grado de inversión y marcó distancia con la Argentina en los mercados financieros

Mientras Argentina continúa intentando reducir el riesgo país para recuperar el acceso pleno a los mercados internacionales de deuda, Paraguay dio un paso decisivo que lo coloca varios escalones por delante en términos financieros. La agencia Standard & Poor’s (S&P) otorgó al país vecino el grado de inversión, al elevar su calificación soberana a BBB- con perspectiva estable, una distinción que refleja una menor percepción de riesgo y una mayor capacidad para cumplir con sus compromisos financieros. El hecho es relevante porque consolida a Paraguay como uno de los países con mayor estabilidad macroeconómica de la región y profundiza el contraste con la situación argentina. Así lo informó Clarín.

El anuncio fue celebrado públicamente por el presidente paraguayo Santiago Peña, quien destacó el impacto que la mejora crediticia puede tener sobre la economía real. “Alcanzar el grado de inversión significa más confianza, más inversión, más empleo y más oportunidades”, expresó el mandatario en un mensaje difundido en la red social X, luego de conocerse la decisión de la calificadora.

Desde el Ministerio de Economía y Finanzas de Paraguay, el titular de la cartera, Carlos Fernández, explicó que el informe de Standard & Poor’s ponderó especialmente las reformas implementadas por el Gobierno, la convergencia fiscal, la efectividad de la política monetaria y la perspectiva de crecimiento económico. En ese sentido, recordó que el Banco Central del Paraguay (BCP) proyecta una expansión del 6% del Producto Interno Bruto (PIB), una de las tasas más altas de América del Sur.

La calificación otorgada por S&P representa el segundo grado de inversión alcanzado por Paraguay en poco más de un año. En julio de 2024, la agencia Moody’s ya había elevado la nota soberana del país a ese mismo estatus, consolidando un sendero de mejora sostenida en la evaluación de riesgo crediticio. Con esta nueva decisión, Paraguay queda ahora a la espera de un eventual reconocimiento similar por parte de Fitch Ratings, lo que completaría el trío de grandes calificadoras internacionales.

En su análisis, Standard & Poor’s destacó de manera explícita la disciplina fiscal del país. Según detalló el ministro Fernández, la agencia valoró el compromiso del Gobierno paraguayo de alcanzar un déficit fiscal máximo del 1,5% del PIB para 2026, una meta que refuerza la sostenibilidad de las cuentas públicas y reduce la necesidad de endeudamiento excesivo.

Otro de los pilares señalados fue la credibilidad de la política monetaria. De acuerdo con el informe citado por las autoridades paraguayas, el manejo del Banco Central permitió reducir la inflación desde niveles cercanos al 10% en años anteriores hasta ubicarse en torno al 3,5%, dentro de parámetros considerados compatibles con la estabilidad de precios. Esa evolución fortaleció la confianza de los inversores y contribuyó a anclar expectativas.

Standard & Poor’s también subrayó que durante más de una década no había introducido modificaciones en la calificación soberana de Paraguay, lo que realza la magnitud del cambio actual. El salto al grado de inversión no responde a un evento puntual, sino a un proceso prolongado de consolidación macroeconómica y fortalecimiento institucional.

En un comunicado oficial, la Presidencia de Paraguay señaló que la calificadora destacó “el fortalecimiento de la resiliencia económica, la efectividad de las políticas públicas y la creciente confianza de los inversionistas en el marco institucional del país”. El informe también valoró el crecimiento robusto de la economía paraguaya, la diversificación de su base productiva, un tipo de cambio flexible y niveles adecuados de reservas internacionales, factores que actúan como amortiguadores frente a shocks externos.

Desde la óptica de los mercados, el grado de inversión implica que Paraguay pasa a integrar el grupo de países considerados apto para carteras institucionales conservadoras, como fondos de pensión y aseguradoras, que por estatuto solo pueden invertir en activos con ese nivel de calificación. Esto se traduce, en general, en menores tasas de interés para el financiamiento externo, mayor flujo de capitales y un costo de endeudamiento más bajo para el Estado y el sector privado.

El contraste con la situación argentina es marcado. Mientras Paraguay celebra el reconocimiento de S&P, Argentina continúa enfocada en reducir su riesgo país, que permanece muy por encima de los niveles necesarios para volver a emitir deuda en los mercados internacionales en condiciones sostenibles. En el mercado financiero se considera que una referencia clave es perforar el umbral de los 600 puntos básicos, una meta que todavía luce lejana.

Para analistas regionales, la diferencia entre ambos países no se explica solo por el nivel de ingreso o el tamaño de la economía, sino por la consistencia de las políticas macroeconómicas en el tiempo. Paraguay mantuvo durante años reglas fiscales claras, una política monetaria previsible y un bajo nivel de endeudamiento relativo, elementos que las calificadoras consideran fundamentales para evaluar el riesgo soberano.

El grado de inversión otorgado por Standard & Poor’s se define a partir de la calificación BBB- o superior, que indica una capacidad relativamente alta de cumplir con las obligaciones financieras, con un riesgo de impago bajo en comparación con países calificados en grado especulativo. Para Paraguay, este estatus refuerza su posicionamiento regional y le otorga una ventaja competitiva a la hora de atraer inversiones productivas.

Fuentes del mercado financiero señalaron que el próximo objetivo del país vecino es obtener una calificación equivalente por parte de Fitch Ratings, lo que consolidaría definitivamente su estatus ante los inversores globales. De lograrse, Paraguay quedaría alineado con otros países de la región que ya cuentan con grado de inversión pleno, ampliando su margen de maniobra fiscal y financiera.

En términos políticos, el logro también fortalece al Gobierno de Santiago Peña, que hizo de la estabilidad macroeconómica uno de los ejes centrales de su gestión. El reconocimiento de las calificadoras funciona como un respaldo externo a la estrategia oficial y como un mensaje hacia el sector privado sobre la continuidad de las reglas de juego.

Para Argentina, en tanto, el avance paraguayo actúa como un espejo incómodo. Mientras el Gobierno argentino impulsa reformas orientadas a ordenar las cuentas públicas y recuperar la confianza de los mercados, la comparación regional pone en evidencia el largo camino que aún resta para alcanzar un nivel de calificación similar. En ese sentido, el caso paraguayo vuelve a instalar el debate sobre la importancia de la disciplina fiscal, la estabilidad monetaria y la previsibilidad institucional como condiciones necesarias para mejorar el perfil crediticio.

El otorgamiento del grado de inversión a Paraguay no solo tiene impacto financiero, sino también simbólico. Representa una “medalla” que distingue a los países que lograron sostener políticas macroeconómicas consistentes a lo largo del tiempo y que, por ese motivo, acceden a un financiamiento más barato y estable.

En un contexto regional atravesado por la volatilidad y la incertidumbre global, la decisión de Standard & Poor’s refuerza la idea de que la credibilidad sigue siendo uno de los activos más valiosos para las economías emergentes. Para Paraguay, el desafío será sostener ese sendero. Para Argentina, el caso del país vecino se convierte en una referencia inevitable de lo que los mercados premian cuando las reglas se mantienen en el tiempo.