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Argentina alcanzó un récord histórico en biotecnología con la aprobación de 38 productos transgénicos en dos años

En el mayor ritmo de autorizaciones desde 1996, el país consolidó su liderazgo regional al avalar desarrollos vegetales y microorganismos clave para el agro y la industria

Argentina alcanzó un récord histórico en biotecnología con la aprobación de 38 productos transgénicos en dos años
domingo 21 de diciembre de 2025

La Argentina alcanzó en los últimos dos años un récord histórico en biotecnología agropecuaria, al aprobar 38 productos genéticamente modificados, la cifra más alta desde que el país comenzó a autorizar este tipo de desarrollos en 1996. La decisión fue adoptada por el Gobierno Nacional a través de los organismos técnicos competentes y resulta relevante por el impacto directo que estas tecnologías tienen sobre la productividad agrícola, la competitividad industrial y la inserción internacional del país, según informó Infobae.

De acuerdo con datos oficiales de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, solo durante 2025 se autorizaron 13 nuevos productos, de los cuales 11 corresponden a desarrollos vegetales —el nivel más alto registrado en los últimos seis años— y dos a microorganismos destinados a la producción de bioetanol y vacunas. A ese volumen se suman 25 aprobaciones adicionales realizadas entre fines de 2023 y a lo largo de 2024, lo que completa el total de 38 productos avalados durante la actual gestión.

Con estas incorporaciones, el número total de organismos genéticamente modificados (OGM) autorizados en la Argentina asciende a 134 desde 1996. Del total acumulado en casi tres décadas, cerca del 28 % fue aprobado en los últimos dos años, un indicador que refleja la aceleración del proceso regulatorio y la centralidad que la biotecnología volvió a ocupar en la agenda productiva nacional.

Entre los desarrollos vegetales recientemente aprobados se incluyen soja, maíz, algodón y cártamo, cultivos estratégicos para la matriz exportadora argentina. Estas variedades fueron modificadas genéticamente con distintos objetivos productivos, como mejorar rendimientos, aumentar la tolerancia a herbicidas y reforzar la resistencia frente a insectos y enfermedades, aspectos clave para reducir pérdidas, optimizar costos y avanzar hacia sistemas agrícolas más eficientes.

Argentina alcanzó un récord histórico en biotecnología con la aprobación de 38 productos transgénicos en dos años

En paralelo, los microorganismos genéticamente modificados autorizados cumplen un rol relevante en la industria del bioetanol y en la sanidad animal. En el primer caso, se trata de levaduras diseñadas para optimizar procesos fermentativos, aumentar la eficiencia en la conversión de biomasa y reducir costos energéticos. En el segundo, los desarrollos están orientados a la producción de vacunas, con impacto directo en la prevención de enfermedades y en la mejora de la productividad del sector pecuario.

El proceso de evaluación y aprobación de estos productos se realiza a través de la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA) y del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA). Ambos organismos cuentan con reconocimiento internacional y son responsables de garantizar que los desarrollos autorizados sean seguros para el agroecosistema y cumplan con estándares de inocuidad para el consumo humano y animal.

Desde el sector oficial subrayan que el sistema argentino de evaluación de OGM es uno de los más rigurosos y transparentes a nivel global. Cada evento es analizado caso por caso, considerando aspectos ambientales, productivos y sanitarios, así como su equivalencia sustancial con productos convencionales ya presentes en el mercado.

El liderazgo de la Argentina en biotecnología no es nuevo, pero el ritmo reciente de aprobaciones refuerza su posición como referente regional y actor relevante en el escenario internacional. El país fue pionero en la adopción de cultivos transgénicos en América Latina y hoy forma parte del grupo reducido de naciones que concentran la mayor superficie sembrada con OGM, junto con Estados Unidos, Brasil y Canadá.

Para la cadena agroindustrial, este avance tiene múltiples implicancias. Por un lado, amplía el acceso a tecnologías que permiten enfrentar desafíos crecientes, como la resistencia de malezas, el impacto del cambio climático y la necesidad de producir más con menos recursos. Por otro, mejora la competitividad exportadora, en un contexto en el que los mercados demandan volumen, trazabilidad y eficiencia.

El algodón, por ejemplo, uno de los cultivos incluidos en las nuevas aprobaciones, es estratégico para economías regionales y para la industria textil. Las variedades transgénicas permiten reducir aplicaciones de insecticidas y mejorar la estabilidad de los rendimientos, con impacto económico y ambiental. En el caso del maíz y la soja, los desarrollos apuntan a sostener la productividad frente a plagas y condiciones adversas, factores clave para un país que depende en gran medida de las exportaciones agroindustriales.

En el ámbito de los biocombustibles, la aprobación de microorganismos modificados se alinea con la estrategia de diversificación energética y de agregado de valor industrial. El bioetanol es una pieza central en la matriz de energías renovables y su competitividad depende, en buena medida, de la eficiencia de los procesos productivos. Las nuevas levaduras permiten mejorar rendimientos y reducir costos, fortaleciendo la posición del sector frente a un escenario global cada vez más exigente.

La sanidad animal es otro de los ejes beneficiados. Las vacunas producidas a partir de microorganismos genéticamente modificados permiten respuestas más rápidas y específicas frente a enfermedades, con impacto directo en la productividad y en el acceso a mercados internacionales, donde las exigencias sanitarias son cada vez mayores.

Desde el ámbito científico y empresarial, el récord de aprobaciones es leído como una señal de previsibilidad regulatoria, un factor clave para incentivar inversiones en investigación y desarrollo. La biotecnología requiere plazos largos, altos costos iniciales y marcos normativos claros. En ese sentido, la aceleración del proceso de autorizaciones es interpretada como un estímulo para que empresas locales y multinacionales sigan apostando por el país como plataforma de innovación.

No obstante, el avance de los OGM también convive con debates sociales y ambientales. Organizaciones y sectores críticos plantean la necesidad de reforzar los controles, diversificar modelos productivos y promover prácticas agrícolas sustentables. Desde los organismos oficiales remarcan que la biotecnología es una herramienta, no un fin en sí mismo, y que su impacto depende de cómo se integre a sistemas productivos más amplios.

A casi 30 años de la primera aprobación, la Argentina vuelve a marcar un hito en materia de biotecnología. Con 38 productos autorizados en solo dos años, el país refuerza su apuesta por la innovación aplicada al agro y a la industria, en un contexto global donde la seguridad alimentaria, la eficiencia productiva y la sustentabilidad ganan cada vez más peso en las decisiones estratégicas.



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