La faena bovina en la Argentina se encaminaba a una reducción cercana al 10% en 2026, como consecuencia de una menor disponibilidad de hacienda y de un proceso de retención de animales que atraviesa al sector ganadero. Así lo anticipó Georges Breitschmitt, presidente del IPCVA, al analizar el estado de la cadena cárnica, las perspectivas productivas y los desafíos que enfrenta el negocio tanto en el mercado interno como en el externo, según informó Más Producción LM Neuquén.
De acuerdo con las proyecciones del titular del Instituto, tras un 2025 con una faena estimada en 13,5 millones de cabezas, el año próximo el número de animales enviados a frigorífico podría caer hasta 12 millones. Se trata de una baja significativa, que responde principalmente al impacto acumulado de tres años de sequía, la recomposición paulatina de los rodeos y la decisión de muchos productores de priorizar la inversión y el aumento del peso de faena, en lugar de acelerar las ventas.
Breitschmitt aclaró que, si bien el stock vacuno nacional viene mostrando retrocesos, no se está frente a un proceso clásico de liquidación. Señaló que en 2025 la faena de hembras no alcanzó niveles críticos, como los picos cercanos al 50% registrados en meses puntuales del año anterior, y que el peso promedio de los animales faenados se ubicó por encima del observado en 2024. Ese cambio en la composición de la oferta explica por qué la producción total de carne no caería en la misma proporción que la faena.
El diagnóstico del IPCVA se apoya también en el comportamiento de los productores. Según explicó su presidente, conviven hoy dos fuerzas contrapuestas: por un lado, precios de la hacienda elevados, que incentivan la venta inmediata; por otro, mejores expectativas a mediano plazo, que alientan la retención y la inversión en eficiencia productiva. “Hay productores que aprovechan la coyuntura para tecnificarse y otros que prefieren vender y hacerse de liquidez”, describió.
En las jornadas técnicas organizadas por el Instituto en distintas regiones del país, el denominador común es una mayor atención al manejo, la eficiencia reproductiva, la alimentación y el uso del agua, especialmente en zonas semiáridas. Breitschmitt destacó experiencias de productores que lograron duplicar la carga animal mediante inversiones en infraestructura hídrica, pasturas y sistemas de ciclo completo, así como estrategias de integración comercial.
La caída proyectada de la faena no implicaría, necesariamente, un derrumbe equivalente en la oferta de carne. El IPCVA estima que en 2026 los animales llegarán al frigorífico con mayor peso, compensando parcialmente la menor cantidad de cabezas. Ese proceso requiere inversión y financiamiento, un aspecto en el que el sector empezó a mostrar señales de reactivación.
Breitschmitt recordó que en 2025 se lanzaron líneas de crédito orientadas a la ganadería, destinadas a retención de vientres, implantación de pasturas y aumento de la producción de carne. Parte de esos fondos ya fueron ejecutados y se refleja en remates con terneros más pesados, de alrededor de 220 kilos, frente a los 180 kilos habituales de años anteriores. A ello se suma un contexto climático más favorable, con mejor disponibilidad forrajera tras la sequía.
Desde el punto de vista macro del negocio, el consumo interno de carne vacuna se mantendría en torno a 52 kilos por habitante al año, mientras que las exportaciones rondarían las 900.000 toneladas equivalente res con hueso. La incógnita es cómo se redistribuirá el impacto de la menor faena entre el mercado interno y el externo, en un contexto de altos precios de la hacienda y márgenes ajustados para la industria frigorífica.
La menor disponibilidad de novillos ya empezó a sentirse en algunas plantas exportadoras, que durante 2025 redujeron días de faena o adelantaron vacaciones. El presidente del IPCVA reconoció que persisten asimetrías entre frigoríficos orientados a la exportación y aquellos enfocados en el consumo interno, con diferencias en costos, exigencias sanitarias y estándares de calidad.
En el plano internacional, el sector sigue de cerca las negociaciones con Estados Unidos y China, dos destinos clave para la carne argentina. Respecto de Estados Unidos, Breitschmitt señaló que se espera una ampliación de la cuota libre de aranceles, que podría elevar el cupo total a cerca de 100.000 toneladas anuales. Si se concreta, ese acuerdo permitiría reconfigurar flujos de exportación y diversificar destinos.
El vínculo con China, en cambio, atraviesa un momento más complejo. El gigante asiático concentra alrededor del 70% del volumen exportado por la Argentina, principalmente cortes de vaca de conserva y manufactura, y presiona con precios bajos, además de analizar la aplicación de salvaguardas. Desde el IPCVA advierten que una eventual cuota por país obligaría a profundizar la diversificación de mercados, con mayor foco en destinos como el sudeste asiático, Medio Oriente y algunos países desarrollados con demanda de carne de mayor calidad.
En ese sentido, el Instituto apunta a fortalecer la promoción de cortes premium, tanto en China como en otros mercados, y a reducir la dependencia de un solo comprador. “No es saludable concentrar tanto volumen en un único destino”, subrayó Breitschmitt, al detallar una agenda de promoción internacional más amplia para 2026.
Otros temas sensibles de la agenda ganadera también fueron abordados por el presidente del IPCVA. Sobre la barrera sanitaria patagónica, evitó tomar una posición institucional tajante, aunque remarcó la necesidad de que cualquier cambio se realice con previsibilidad, consenso y plazos claros. En cuanto a la vacunación contra la aftosa, defendió el estatus sanitario argentino y planteó avanzar hacia una racionalización, sin poner en riesgo mercados ni el patrimonio sanitario del país.
Frente a las críticas que periódicamente recibe el IPCVA, Breitschmitt sostuvo que el organismo cumple un rol estratégico en la promoción de la carne argentina, la investigación técnica, la difusión de información productiva y el sostenimiento del consumo interno. Comparó su presupuesto con el de institutos similares en otros países y afirmó que, sin esa estructura, la Argentina perdería posicionamiento en el mercado global.
Con una faena en baja, pero con expectativas de mejorar la eficiencia productiva, el sector ganadero se prepara para un 2026 de transición. El desafío será equilibrar la recomposición del stock con la necesidad de sostener la oferta de carne, preservar el empleo en la industria frigorífica y aprovechar oportunidades en el comercio internacional.
Para el IPCVA, el escenario exige decisiones estratégicas, tanto a nivel productivo como comercial. La menor faena prevista no es solo un dato estadístico, sino una señal de un ciclo ganadero que cambia de fase y obliga a repensar la estrategia de toda la cadena.