as catas comunes (o verdes) se han convertido en un problema para al menos cinco departamentos de Mendoza. A tal punto, que se está pensando en la manera de erradicarlas. Y ello, por supuesto, da pie a la polémica.
La resolución 805 de 2017 declara especie perjudicial y dañina a la cata común o verde en San Martín, Rivadavia, Junín, Maipú y Luján de Cuyo. Esto, pese a ser una especie natural y protegida.
Adrián Gorrindo, titular de Fauna Silvestre de la dirección de Recursos Naturales, confirmó que la cata “es un problema” para estos departamentos, pero la normativa no habilita la caza indiscriminada, sino que permite aplicar metodologías de avientamiento, contemplando la posibilidad de que llegado el caso se tengan que sacrificar para que la familia de catas se retire del espacio el productor.
“Esta es una herramienta de manejo mediante la cual la Dirección de Recursos habilita al damnificado a usar metodologias de manejo de la especie. Antes era protegida y se la podía tocar. Gracias a esta habilitación es que se puede hacer algo sobre la especie. Pero no está liberada la caza de la cata. Esto debe quedar claro”, advirtió el funcionario.
Para dimensionar la problemática, bien vale un ejemplo. En Junín, recientemente se bajaron 650 nidos -uno de los métodos considerados incruentos- en la calle Isidoro Busquets, que une a esta comuna con San Martín. Esta medida sirvió para que las parejas de aves no se pudieran reproducir, y así evitar el nacimiento de unas 4.000 aves.
Algunos de los fundamentos para controlar a la cata tienen más de 50 años de antigüedad. El primero data de 1964, cuando la secretaría de Estado de Agricultura y Ganadería de la Nación estableció que la cata común o Myiopsitta Monachus es considerada una “plaga de la agricultura”.
Además, en la resolución 805 de la Secretaría de Ambiente provincial, se estableció que es una especie ampliamente distribuida, de preocupación menor en su estado de conservación y que los daños ocasionados por la cata afectan a diversos frutos. Por ello, entre otras, la Secretaría de Ambiente (a través del decreto reglamentario de la Ley de Fauna) dispuso que se pueda cazar a este animal en el período comprendido entre el crepúsculo matutino y vespertino con adecuada visibilidad.
De todas maneras, en la misma resolución se advierte que los afectados que quieran reducir la plaga de catas deben inscribirse en un registro, ya que al obrar por cuenta propia estarían infringiendo la ley de especies protegidas.
La misma resolución las metodologías incruentas y cruentas a las que pueden recurrir los productores afectados sin provocar daños colaterales a otras especies.
La veterinaria Jennifer Ibarra, de Fundación Cullunche recordó que en el momento de presentación de la resolución se opusieron. “Una de las medidas más eficaces para retrasar la postura es bajar los nidos”, dijo, y agregó que con esta práctica se puede reducir 50% la reproducción.
Respecto a las metodologías incruentas, se alienta la extracción de nidos sin pichones en época invernal, cuando las aves no se reproducen. También se alientan métodos disuasivos por siluetas o sonidos tanto mecánicos como electrónicos.
Otro elemento sugerido es el uso de biorepelentes vegetales. “También se puede usar la cetrería -la caza con aves rapaces entrenadas- o métodos láser. Pero ningún método debe ser aplicado individualmente. Debe ser en el tiempo y de manera conjunta, sino no sirve”, declaró el funcionario de la secretaría de Ambiente.
En tanto, respecto de las metodologías cruentas la normativa habilita la caza de ejemplares siempre que se cuente con licencia, pero prohibe los disparos en salva, sucesivos, o se empleen métodos para capturar en masa a las aves.
Gorrindo explicó que otras especies que pueden generar perjuicios y son dañinas, pero consideradas exóticas e invasoras, son el jabalí, la liebre europea y el conejo silvestre. “El jabalí puede, por ejemplo, desplazar a los flamencos, y la liebre europea y el conejo, afectar los sistemas de riego y promover la expansión de la rosa mosqueta. Lo que hacen es competir con la biodiversidad del lugar y desplazarla”, explicó el responsable de Fauna Silvestre de la provincia.
Además, señaló a la ardilla de vientre rojo, en Tupungato, como otra de las especies que constituyen una amenaza para la fauna local. “Todavía no tenemos una metodología de manejo para ver qué hacemos con esta especie”.
El Ayuntamiento de Madrid puso en marcha un plan para acabar con las “cotorras argentinas” (así las llaman) en esa capital en 2020. Para ello, se pondrán trampas, redes y se cerrarán los nidos cuando las aves acudan a dormir para después cazarlas a mano. Además, se llevará a cabo la esterilización de huevos para evitar su reproducción. El costo de la intervención supondrá unos 8 dólares por capturar a cada ejemplar, lo que significa que la matanza costará unos 100.000 dólares.
Los Andes