Un estudio realizado por la Universidad de Kansas (Estados Unidos) descubrió que el Amaranthus palmeri es resistente a los herbicidas dicamba y 2-4. Es el primer caso de resistencia cruzada para estos herbicidas en Norteamérica, donde representa la maleza más importante del país. En tanto, en la Argentina, es resistente a glifosato.
“Investigaciones recientes han confirmado la aparición de resistencia a dicamba y 2,4-D en una población de Amaranthus palmeri recolectada en un estudio de labranza de conservación a largo plazo en un campo experimental de la universidad en el condado de Riley”, confiaron desde la universidad.
Se trata del primer caso confirmado de resistencia a dicamba y 2,4-D en la maleza, lo que aumenta el desafío de manejarla en sistemas de siembra directa.
Según la investigación, este yuyo colorado (como se lo conoce comúnmente), había ya desarrollado resistencia a herbicidas del grupo 2 (ALS), 5 (atrazina), 9 (glifosato) y 27 (hppd), lo que dejaba a los productores con pocos productos a disposición para tratarlo.
“El dicamba y 2,4-D (grupo 4) se han utilizado durante muchos años para ayudar a controlar Amaranthus palmeri, pero los agricultores se han quejado de un control deficiente en los últimos años. Además del desarrollo de resistencia a los herbicidas del grupo 4, se concluyó que la población sobrevivió a la aplicación de herbicidas del grupo 27 y 14”, reseñaron.
Cabe destacar, que el descubrimiento se realizó en un experimento de labranza de conservación a largo plazo iniciado hace más de 45 años para comparar distintos sistemas de labranza y rotación de cultivos.
“El Amaranthus palmeri se hizo cada vez más difícil de controlar, especialmente en los sistemas de sorgo continuo de grano sin labranza. Las parcelas se expusieron al uso repetido de herbicidas etiquetados para sorgo en grano, incluidos los herbicidas de los grupos 5, 9, 14, 15 y 27”, explicaron.
Asimismo, agregaron que si bien se sabe que estos herbicidas son buenas opciones para controlar las especies de hoja ancha, estos tipos de sistema de monocultivo son el escenario perfecto para desarrollar resistencia. “Es muy importante que tengamos un programa diversificado de rotación de cultivos y control de malezas, que use múltiples y efectivos sitios de acción de herbicidas a lo largo del tiempo”, concluyeron.
En nuestro país, se detectó por primera vez en 2012 en la provincia de Córdoba. Un año después, se confirmó su resistencia a herbicidas del grupo ALS. Desde que surgieron resistencias al uso del glifosato, se incrementó el gasto de cuidado en los cultivos en 900 millones de dólares anuales o 30 dólares por toneladas producidas.