n la actualidad el ritmo de vida es rápido. Difícilmente nos tomamos el tiempo necesario para hacer las cosas despacio y con detenimiento. Esto ha convertido el comer en un acto inconsciente y automático.
Es muy común escuchar que se destinan 10 minutos al almuerzo o al desayuno. Eso implica meter un trozo de comida en la boca tras otro, casi sin masticar ni prestar atención, mientras ya se está tomando el siguiente bocado.
Prestamos muchísima atención a lo que comemos, pero lo que no se tiene en cuenta es cómo lo hacemos. “La manera de masticar y el tiempo que se dedica a comer impactan directamente en la salud. El estar consciente de lo que comemos y de cómo lo hacemos es fundamental”, resalta la nutricionista Josefina Marcenaro.
“El intestino, mediante un correcto equilibrio de su flora, es la base fundamental del sistema inmunológico y al comer rápido y casi sin masticar sometemos al aparato digestivo a un sobreesfuerzo que puede ser perjudicial. La digestión se ve afectada al tragar trozos más grandes ya que las enzimas digestivas no pueden realizar correctamente su función. Eso impacta también en otros órganos y nuestro cuerpo, que es un aparato de mecánica perfecta, lo siente”, explica.
Según la especialista, el comer despacio y masticar bien los alimentos debería ser un hábito cotidiano. “Diariamente, trabajo en el consultorio en hacer consciente el acto de comer. El saber lo que estamos eligiendo, saborearlo, tener presente la porción y, por sobre todo, disfrutarlo, sea lo que sea que hayamos elegido”.
Tomarnos el tiempo adecuado para comer y masticar bien los alimentos tiene más beneficios saludables de los que pensamos:
1- Favorece la digestión. Masticar bien los alimentos es la primera fase y una parte esencial del proceso digestivo, porque avisa al organismo que debe prepararse para la digestión.
“La masticación y la salivación que se produce al triturar bien los alimentos envían señales al cerebro para que active los receptores del gusto y comience a segregar las enzimas digestivas. A su vez, se estimula la actividad contráctil del intestino delgado, que ayuda a mezclar el bolo alimenticio con las enzimas digestivas y la bilis, pone en contacto los nutrientes digeridos con la mucosa intestinal para que se absorban y envía el material desechado al intestino grueso”, detalló. Por tanto, “comer de forma pausada y masticar bien favorece los procesos y facilita la digestión”, añadió.
2- Ayuda a prevenir la obesidad. Al comer muy rápido se tarda más en sentir la sensación de saciedad, por lo que se suele comer más de lo que se debe. “Eso ocurre porque no le damos tiempo a las hormonas encargadas de enviar la señal al cerebro de que ya estamos llenos. Comer más lento nos proporciona la sensación correcta de saciedad, por lo que también se tiende a picar menos entre horas”, explicó la licenciada. Además, está comprobado de que masticar bien, hace que comamos menos porque las porciones son más pequeñas.
3- Nos ayuda a sentirnos más saciados. “La sensación de saciedad tarda aproximadamente 20 minutos después de empezar a comer”, puntualizó Marcenaro. En la misma línea, explicó que al comer nuestro cuerpo secreta hormonas que indican que ya estamos saciados. “Si comemos demasiado deprisa la señal llega tarde, cuando ya hemos ingerido más cantidad de la que realmente necesitamos y puede producirse una sensación de pesadez”, afirmó.
4- Cuida la salud bucodental. Según la nutricionista, la salivación que se produce al masticar mucho y triturar bien los alimentos evita que los alimentos se adhieran a los dientes, por lo que previene la formación de placa bacteriana y de caries.
- Intenta evitar las distracciones. Comer sin televisión, celulares ni tablet. Si estás acompañado, disfrutá de una buena conversación.
- Prestá atención a lo que estás comiendo, disfrutá la textura, el sabor y el aroma de cada alimento. Se consciente de ese momento.
- Comé bocados pequeños y dejá el cubierto en la mesa mientras masticás.
- Tomá líquido entre bocado y bocado.