La liberación del mercado de comercialización de trigo generó un fuerte aumento de la siembra de este cereal, acompañado por un incremento en la dosis promedio de fertilizantes utilizada. Por otro lado, las nuevas variedades de trigo han revolucionado el potencial de rendimientos, especialmente en el norte de la región pampeana.
Al respecto, las estadísticas de Fertilizar AC muestran que los niveles de aplicación de fertilizante son de 200 kilos por hectárea. Sin embargo, estas dosis serían insuficientes para las actuales condiciones de producción por dos motivos: el desgaste acumulado de los suelos y los progresos de la genética que elevan el potencial de rendimiento y la demanda de nutrientes.
Jorge Bassi, vicepresidente de Fertilizar AC, comentó que es frecuente superar los 8.000 kilogramos por hectárea cuando se utilizan altas dosis de fertilizante. El desafío en las nuevas variedades de trigo sería lograr contenido de proteína y gluten que los habiliten como trigos de molienda directa, ya que con un manejo convencional presentan muy buenos rendimientos pero con bajos niveles de calidad.
La asociación civil sin fines de lucro, formada por diferentes actores de la industria agropecuaria, realizó un análisis económico, a precios actuales, de siembra con fertilizantes: el tratamiento sin agregado de nitrógeno logró 4.300 kg/ha de rendimiento, con un muy bajo nivel de proteína (9,3%), mientras que la dosis de máxima equivalente a 570 kg/ha de urea o 819 kg/ha de UAN, generó un salto de rendimiento y calidad, logrando 7.900 kg/ha con 11,3% de proteína.
Según las evidencias recogidas, los productores de punta pueden mejorar su rendimiento y calidad, pasando el ajuste de 105 a 200 kilogramos por hectárea de nitrógeno, aplicando una dosis equivalente a 108 kilogramos por hectárea de urea. La dosis suplementaria aumenta los costos en aproximadamente 45 dólares por hectárea, pero el incremento de rendimiento y calidad supera ampliamente esa cifra, por lo que el retorno del fertilizante alcanza casi el 100%.
“Siempre recomendamos partir de un análisis de suelo y trabajar las dosis altas de nitrógeno con aplicaciones divididas de forma tal de minimizar el riesgo ambiental y económico”, concluyó Bassi.