ay productores que matan o envenenan a especies nativas como gato andino, pumas, zorros y cóndor andino porque consideran que son una amenaza para sus ovejas, cabras y otros animales. Pero esas acciones reducen las poblaciones de los animales silvestres. ¿Cómo salvar a todos? La solución se hace con el uso de perros entrenados que ahuyentan a los animales salvajes y cuidan al ganado. Esas prácticas son impulsadas por iniciativas de la organización Wildlife Conservation Society (WCS) de Argentina y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria por separado en diferentes lugares de la Patagonia.
El proyecto de perros protectores de ganado de la Wildlife Conservation Society (WCS) se desarrolla en la zona centro-norte de Neuquén y en el sur de Mendoza. Ezequiel Infantino, coordinador de campo del trabajo de coexistencia entre fauna y ganadería en Neuquén de WCS Argentina, contó que “es un proyecto de conservación de la fauna y del ambiente, pero que incluye una mejora en la calidad de vida del productor. Es un valor agregado y una herramienta que les facilita la producción. Nosotros empezamos con perros que producían los mismos productores con nuestro asesoramiento. Luego notamos algunas de las debilidades de esos animales: por un lado, que la genética no era controlada, no eran razas puras; y por otro lado, que no podíamos controlar todo ese período de improntas y entrenamiento que necesita el cachorro”.
En WCS Argentina, tienen su criadero de perros protectores de ganado utilizando razas puras. “Ahí buscamos controlar la parte genética y del entrenamiento; y entregarle a los productores perros ya entrenados. Entre los 4 y 5 meses hacemos la entrega del cachorro, y después se hace un seguimiento de parte nuestra”, explicó.
Los perros entrenados viven permanentemente con el ganado. Los cuidan de cualquier cosa que vean como una amenaza, ya sea durante el pastoreo o en el corral de encierre nocturno. Estos perros no deben ser confundidos con los perros pastores de arreo, cuyo objetivo principal es agrupar y mover al ganado de un lugar a otro, explicó Infantino.
Los perros trabajan de tres maneras. La primera es por disrupción: cuando los perros detectan la presencia de un animal o persona extraña adoptan una actitud de defensa, que incluye movimientos y ladridos amenazantes dirigidos al “intruso”. Esto generalmente interrumpe el comportamiento de caza de los predadores y evita el acercamiento al ganado.
También trabajan por exclusión territorial: el perro marca su territorio en el campo, y los carnívoros de la zona, al reconocer esas marcas (principalmente orina y materia fecal), prefieren evitar el lugar. Por último, los perros trabajan por confrontación: si bien es muy infrecuente, puede darse el caso de que un perro se vea obligado a pelear en forma activa contra un predador. Generalmente los carnívoros silvestres evitan este tipo de confrontación, y la actitud del perro protector suele ser suficiente para desalentar los intentos de caza de los depredadores silvestres.
En general, todos los productores de ganado menor (cabras/ovejas) tienen algún nivel de pérdidas por ataques de carnívoros. Algunos de los productores han llegado a perder más del 10% de su ganado en unos pocos meses debido a los ataques.
El período de mayores pérdidas suele darse durante las pariciones, ya que las crías son muy indefensas y los animales suelen dispersarse mucho para parir, particularmente las cabras. “Los métodos letales de control de la predación (caza, trampeo, envenenamiento) han demostrado ser ineficaces y sumamente dañinos para el ambiente. La presencia de los perros protectores ha disminuido muchísimo las pérdidas, y en muchos casos ha desaparecido por completo la predación”, señaló.
De esta manera, el productor ya no tiene que emplear recursos para perseguir y cazar fauna silvestre. Como consecuencia, el uso de perros protectores de ganado promueve mejoras en la calidad de vida de los productores y al mismo tiempo resulta un aliado en la conservación de la fauna silvestre y nativa.
Al evitar los ataques de carnívoros se beneficia la conservación de pumas, zorros, gatos andino, montes, del pajonal, cóndores y otras muchas especies. La protección del gato andino en la zona es fundamental, ya que se trata de uno de los felinos más amenazados del planeta.
El INTA tiene un proyecto con perros protectores para cuidar al ganado. Tuvo una primera experiencia en 2013, cuando el Campo Experimental de Pilcaniyeu incorporó perros protectores como parte del manejo ganadero aplicado en el establecimiento. Pero el gran salto fue a partir de 2014, cuando gracias al financiamiento de la Ley Ovina-Río Negro, se constituyó un criadero para insertar esa práctica en el ámbito regional.
El perro convive con la majada en forma permanente. La reconoce como su familia. Se comporta como un miembro más. Esto significa que no rodea ni arrea, sólo vigila y recorre su territorio marcando especialmente los límites con orina y heces. De esta manera se logra que los carnívoros silvestres u otros perros reconozcan que el territorio está ocupado, “y los disuade de entrar, haciendo que prefieran sitios no marcados”, dijeron en el INTA.
Por su parte, ante cualquier sospecha de peligro, ruidos, presencia de desconocidos, depredadores e incluso caballos o vacas (si no está improntado con dicha hacienda), “emite ladridos direccionales y se interpone entre el ganado y aquello que observa como amenaza, resguardando así al ganado. Rara vez ataca a los depredadores”.
Rio Negro