entajas productivas, como su rusticidad y longevidad, muestran al búfalo como alternativa para diversificar una explotación o lanzarse de lleno a planteos de cría para carne y leche. Una arista ganadera que se fortalece en el norte argentino, pero también tiene grandes posibilidades en otras regiones del país.
El búfalo (Bubalus bubalis) o búfalo de agua originario de Asia, consigue adaptarse a los campos donde la hacienda vacuna no logra hacerlo sin inversión. “Los terrenos bajos, pocos fértiles, con drenaje deficiente, marcados inundaciones y sequías, representan superficies donde este animal manso y noble permite pensar en un
negocio”, afirma María Celeste Guanziroli Stefani, médica veterinaria y propietaria del establecimiento Santa María del Rosario, 850 hectáreas en el paraje correntino de San Cosme. Este tipo de extensiones superan en el país las 8 millones de hectáreas, ubicadas en los esteros correntinos, bajos santafesinos, en Chaco y Formosa, en el predelta entrerriano, el delta bonaerense y en la cuenca del río Salado. Según la productora, todas estas zonas podrían dinamizarse con la explotación bubalina, “en campos en malas condiciones para el vacuno, el búfalo puede alcanzar un índice medio de preñez del 85% y una mortandad del ternero que va del 2% al 5%”.
El rodeo nacional de búfalos cuenta con unas 85 mil cabezas, de las cuales 35 mil son vientres. El mapa productivo ubica a Formosa y Corrientes al frente, con más de la mitad del rodeo. Le siguen Chaco y Misiones con unas 13 mil cabezas, atrás Santa Fe y Entre Ríos con otras 4 mil cabezas. También hay producción en Santiago del Estero, Tucumán y en varias localidades de Buenos Aires, que suman otras 2 mil cabezas.
Zulema Barilari es otra emprendedora que se animó al búfalo como herramienta de producción. Su campo se encuentra en la zona oeste de Buenos Aires (en el límite del oeste arenoso) a 80 km de Pehuajó. “Esta producción fue una opción que busqué en un momento muy especial, hoy la combino con la ganadería tradicional”, comenta.
Su historia cuenta que los campos inundados, que para el rodeo bovino eran inutilizables, se convirtieron en terreno fértil para la cría de búfalos. “Al principio los animales iban a las lagunas donde no estaban los vacunos y cuando cambiaron las condiciones climáticas, se trasladaron a las lomas con pasto llorón”, explica Barilari. Y
afirma que “en esta zona se puede pensar en novillitos de 1 año que engordan a un promedio de 700 gr. por día y una madurez sexual al año”.
Una gran ventaja del animal es su capacidad superior de conversión de pasto en carne. Dependiendo de la época del año y la oferta forrajera, la ganancia de peso diaria varía entre 700 gr. y 1.500 gr. a campo natural, sólo con suplementación mineral. Estudios científicos realizados en varios países productores, confirman que el búfalo logra mayor eficiencia de conversión porque tiene un rumen más grande, mayores contracciones y una población bacteriana que procesa más y mejor la fibra cruda. Esto significa que logra digerir alimentos de baja calidad, como cardos y cortaderas, que no son aprovechados por el bovino. “En la zona NEA a campo natural, el búfalo alcanza su peso de faena (450 kg.) a los 24 meses, mientras que el bovino alcanza este peso a recién a los 36 meses”, detalla la criadora correntina.
Otro beneficio significativo es que la parición es en marzo, por lo que el destete se hace en primavera, cuando hay más forraje. De esta forma, el ternero bubalino pasa su primer invierno al pie de la madre, mientras que el ternero bovino lo hace solo y suplementado a campo.
En cuanto a los costos de inversión las productoras coinciden en que si se trata de un productor de bovinos que tiene potreros que no utiliza o lotes ociosos, entonces el búfalo es una herramienta muy rentable con una inversión que se limita al rodeo. “Una inversión posible son 100 cabezas, con 1 padre por cada 50 hembras, en unas 150/200 hectáreas. Además de corrales, alambrados y una manga, si fueran necesarios”, especifica Guanziroli.
Para el productor que empieza de cero, especialmente en zonas donde el búfalo tiene menor trayectoria, Barilari indica que “deberán empezar por pocos animales, ya que la mayor complicación está en entenderlos y en que el personal aprenda a manejarlos”. Según ella “si se empieza con un rodeo de 60 o 70 cabezas y no se los conoce, se pueden tornar inmanejables”.
En todos los casos, el consejo al momento de armar el rodeo es recurrir a los remates de reproductores anuales o a los remates de los establecimientos abalados por su trayectoria y calidad, de manera de obtener garantía de progenie y buenos índices. Respecto del manejo, estas productoras recomiendan “entender que el búfalo produce más eficientemente cuando tiene una rutina tranquila”. Esto implica arreos lentos, en lo posible sin perros o, en todo caso, deberán ser siempre los mismos y entrenados para ello. “El macho funciona como un padrillo equino y, como son gregarios como las ovejas, conviene armar rodeos de unas 30 o 40 búfalas con 1 toro por rebaño”, aconseja Barilari. “Lo importante es que el animal se sienta cómodo con los peones y viceversa. La capacitación del personal es importantísima para aprovechar la mansedumbre de los animales, porque permite lograr una adaptación más fácil
y rápida y una rutina sin complicaciones”, afirma Guanziroli.
Las virtudes del búfalo ya fueron comprobadas en todo el mundo, por eso el mercado internacional le ofrece una gran oportunidad. Ante esta chance de expansión, en el país la producción de búfalos enfrenta un punto de inflexión. Desde la Asociación Argentina de Criadores de Búfalos (AACB) explicaron que “la organización en
una cadena comercial y la difusión de la especie como opción ganadera rentable son los próximos pasos para afianzar la producción”. Para Guanziroli, antes de organizar el punto de venta es necesario tener un cuadro real de la existencia de oferta de animales jóvenes, con buena terminación para faena. “Debemos tener la convicción de que los productores quieren participar de una escala comercial anual predefinida. El producto es maravilloso, pero obedece como todos a la ley de cantidad, calidad y regularidad”, señala.
Las dos grandes opciones comerciales para el búfalo son la carne y la leche, productos que tienen una demanda externa creciente insatisfecha. Según la AACB “la producción local de carne se afianzó con mucho trabajo de selección, sobre todo luego de grandes importaciones de cabezas desde Brasil e Italia entre el 80 y el 83, cuando
se formalizó la asociación. Aunque el verdadero impacto se logró con nuevas importaciones a comienzos de los 90”. En cuanto a las características fisicoquímicas y tecnologías comerciales de corte y congelación, la AACB advirtió que “la carne se presta para cualquier tipo de manufactura, pero la realidad es que se introduce
indistintamente en el circuito masivo de carne fresca vacuna”. La explicación es que el precio de la carne de búfalo está condicionado por la oferta y precio del vacuno.
“Cuando faltan novillos gordos buscan el bubillo (novillo búfalo de 400/500 kg.), pero cuando la oferta bovina es buena castigan el precio.
En sintonía la criadora de Corrientes explica que el circuito comercial local es sencillo: se crían los animales, se engordan a campo y se venden como novillos para faena (bubillos 450 kg.) o terneros gordos (bucerros desde 280 kg.), a un precio 10% más bajo que el ternero bovino. Guanziroli argumenta que “si se tiene en cuenta que el búfalo produce donde otro animal no lo haría, la velocidad del flujo de la producción y su venta, y sus más de 20 años productivos, en los que nacen un mínimo de 17 terneros, o sea 17 lactancias de unos 270 días, sigue siendo un negocio bárbaro”.
De todos modos, esta empresaria advierte que “en Buenos Aires no se puede pensar en basar la economía en la cría de búfalos, pero me parece ideal para espacios donde no se puede hacer agricultura ni ganadería vacuna.
Además, hace tiempo que se faenan muchas hembras bovinas, pudiendo los búfalos aportar carne magra y de buena calidad en menos tiempo y con menores requerimientos”, afirmó.
En cuanto al comercio exterior, la experiencia de exportación es muy escasa y se trató de casos aislados. El año pasado un productor entrerriano consiguió enviar 3,5 toneladas de cortes premium de búfalo a Alemania, a un precio referenciado con el de los cortes vacunos de calidad diferencial.
El desarrollo de la producción de leche de búfala se da a pequeña escala. Aunque la AACB anticipó que “hay un futuro mercado en contra estación para la leche en Europa”. La proyección indica que al tener más grasa (entre un 7 y 11%) y más proteínas que la de vaca, la venta fluida será a un precio superior. El cálculo de rendimiento realizado por la asociación muestra que, por cada 100 litros de leche de vaca se obtienen 10 kilos de queso, mientras que por cada 100 litros de leche de búfala, se obtienen el doble o más de queso.
Sin duda la transición agropecuaria que vive el país, especialmente en el norte, a partir de la expansión de la agricultura y los fenómenos climáticos, generó cambios que alteraron ciclos, recursos y modificaron prácticas en todos los órdenes de la vida, incluso la producción ganadera. En estas circunstancias el búfalo se adapta y maximiza su potencial productivo cuando se lo maneja en pequeños rodeos. “Creo que es una actividad viable para pequeños y medianos productores”, afirmó Guanziroli.
El romance entre esta productora y los dóciles gigantes comenzó a fines de los 80, cuando decidió reformular el campo familiar. “Hasta entonces habíamos criado hacienda Braford, pero una fuerte caída de la productividad por factores climáticos nos puso en la disyuntiva de mejorar la eficiencia con un aumento de costos o buscar otra alternativa, así llegamos al búfalo”, recordó la veterinaria.
Poco después importaron 400 madres desde el sur de Brasil y se embarcaron en la aventura. “Compramos en diferentes lugares para poseer un amplio margen genético funcional a una posterior selección, apuntando a la calidad zootécnica de biotipo lechero y de doble propósito”, detalló la productora.
La transformación no implicó inversiones ni adaptaciones del campo. Todo lo contrario, ya que utilizaron menos insumos. Y sólo con el aporte de minerales, los porcentajes de parición de las búfalas superaron en un 35% al de las vacas. Los números de la eficiencia en Santa María del Rosario muestran un 95 a 97% de preñez; 93 a 95% de parición; y 96 a 98% de destete.
Lejos de desestimar al bovino, esta criadora aclaró que elegir al búfalo fue una de otras posibles estrategias para mejorar la eficiencia que había perdido con el rodeo Braford. Ahora complementa la explotación bubalina con la cría de caballos cruzárabes.
La experiencia de Barilari fue diferente, en su campo hacía cría e invernada de vacunos y cereales, pero el agua trastocó todo. “Tuvimos una gran inundación que duró muchos años. Cerca del 70% del campo estaba bajo el agua y hubo que sacar mucha hacienda. En esta situación el búfalo me pareció una producción similar a la ganadería vacuna que no complicaría el funcionamiento del campo, y no me equivoqué”, afirmó.
La inversión de esta emprendedora fueron 5 hembras y 1 macho que trajo de Formosa a fines de 1994. Barilari recuerda que “en ese momento el costo, con el flete incluido, fue de 3.000 pesos. Esta cifra representó, la venta de 22 terneras Aberdeen Angus de 1 año”. Para esta criadora el avance y los resultados fueron más lentos. Creo que en los negocios hay dos opciones: invertir mucho dinero de entrada, para armar algo interesante o invertir poco y crecer lentamente para lograr algo en escala. Mi camino fue el segundo y resultó positivo, ya que me permitió ir aprendiendo”.
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