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epende de la gestión de cada empresa utilizar el verdeo para mantener alta carga invernal con discretas ganancias de peso, con el fin de maximizar el aprovechamiento de los recursos perennes de primavera o bien privilegiar el ritmo de engorde de una tropa.
Para que se cumplan las expectativas de producción del verdeo en función de las demandas nutricionales de las categorías que se les asigna, se requiere un adecuado manejo del cultivo. Errores en la implantación y manejo del verdeo pueden producir resultados económicos negativos, impactando sobre el sistema de producción en su conjunto.
Para los verdeos de invierno, como para todos los cultivos, la preparación del barbecho tiene gran impacto sobre el resultado productivo. Si se observa la pirámide de la figura 1, se verá que la preparación del lote sólo es comparable en importancia por el tipo de suelo ó lote, que generalmente no se “elige” dentro del establecimiento sino que se utiliza lo más adecuado dentro de los suelos y lotes disponibles.
Mientras más productivo sea un verdeo, más carga animal puede soportar y mayor cantidad de kilos de carne se pueden producir. Por eso, en la preparación es importante:
Comenzar temprano las aplicaciones de herbicidas totales (glifosato), ya en enero y febrero con las dosis adecuadas de acuerdo a las malezas presentes. *Hacer un correcto uso de los herbicidas, en el caso del glifosato tener en cuenta la calidad de agua que se está utilizando y agregar los aditivos adecuados como para que la aplicación sea efectiva. Las aguas superficiales suelen tener mejores condiciones para aplicar glifosato (son más ácidas y blandas), pero en ese caso se debe usar el agua lo más limpia posible ya que la materia orgánica también inactiva el producto. Existen aditivos que permiten corregir el pH y eliminar el efecto negativo de las sales, por lo que se recomienda analizar el agua del establecimiento para tener una idea de los aditivos que será necesario agregar. Otra posibilidad es adquirir formulaciones de herbicidas que ya incluyan los aditivos necesarios.
Si el lote viene de campo natural, especialmente si es dominado por especies de pajonal como la paja colorada (Andropogon lateralis), la mejor opción puede ser la combinación de labores mecánicas con químicas. Esto suele ser necesario para favorecer la degradación de la abundante matriz de raíces que presenta el campo natural, que de otra manera obstaculizan el desarrollo
radicular y compiten por nutrientes con los verdeos, en su lenta degradación durante el otoño e invierno. En el caso de lotes rastreados, cuando comience el pastoreo habrá que tener especial atención de retirar los animales en los períodos lluviosos.
Aplicar a la siembra fertilizantes fosfóricos, entre 70 y 100 kg/ha de Fosfato diamónico ó Superfosfato triple (ambos tienen 46% P O = 20% P) permiten cubrir los requerimientos de avena y raigrás anual. Es recomendable realizar un análisis de suelo para definir la dosis, aunque en general el contenido de fósforo de los suelos de Corrientes es tan pobre que conviene asegurar el requerimiento total a la siembra (2-3 kg P/tonelada de materia seca). Una vez implantado el verdeo, la fertilización nitrogenada será indispensable, con una respuesta de 12 a 20 kg MS extra de producción por kg de urea aplicada.
Para el máximo control de malezas, se aconseja aplicar una segunda dosis de glifosato con la siembra, y de acuerdo a la presencia de malezas de hoja ancha, algún herbicida hormonal (Ej. 2,4 D, Picloram) en post emergencia durante el otoño. Si el verdeo está acompañado con leguminosas (Lotus, trébol), hay herbicidas específicos (Ej. Flumetsulam, 2,4 DB, Bentazon) que pueden utilizarse para controlar malezas de hoja ancha, previa consulta a un profesional para evitar efectos no deseados en las especies sembradas.
Los sistemas productivos bien gestionados, cualquiera sea su grado de intensificación, requieren estabilidad en la oferta alimenticia durante gran parte del año. De este modo, el aporte estacional de forraje verde, junto con la incorporación de otros ingredientes más energéticos, contribuye a lograr dietas mejor balanceadas y una respuesta animal más previsible.
Además del clásico pastoreo directo de los verdeos como única dieta, su combinación con silajes de sorgo ó maíz en “autoconsumo” viene en aumento. Como los silajes son típicamente deficientes en proteína, su complemento con pastoreo de verdeos o pasturas con mayor contenido proteico, posibilita armar un sistema simple, de dieta balanceada, que permite lograr buenas ganancias de peso en recrías y engordes a campo. Otra alternativa de utilización más reciente consiste en la sustitución de silajes convencionales por otros de cereales menores. Suele decirse que en calidad del silaje la cebada a veces supera algo al trigo, avena o triticale pero todos representan variantes novedosas a considerar en la utilización de estos recursos.
En primer lugar, se recomienda realizar un análisis de suelo para estimar el aporte de nutrientes que éste le puede ofrecer al cultivo. Los principales elementos a considerar son fósforo, nitrógeno y azufre. La necesidad de fertilizar con P en general es deducible de la provisión general del elemento de cada región e incluso por la historia cultural de los lotes. Al nitrógeno se lo reconoce más ampliamente como un elemento clave para lograr buenas acumulaciones de biomasa. No obstante, para obtener buenas eficiencias de uso, el nivel de fertilización debe ajustarse según la reserva de agua en el perfil, las condiciones del lote o las probabilidades de precipitaciones de una zona.
El azufre (S) se caracteriza por presentar una dinámica muy similar a la del N y sus deficiencias han sido descriptas, con mayor frecuencia, en suelos arenosos con bajo contenido de materia orgánica así como en suelos degradados con disminuciones marcadas en su fracción orgánica o en ambientes larga historia agrícola sojera. Por ello, a la par de los nutrientes clásicos, se sugiere prestar también atención al S para mejorar la eficiencia agronómica de la fertilización.
En la medida de lo posible es importante analizar la pastura sobre todo para determinar su nivel de proteína , siempre y cuando se obtengan resultados en tiempo “real” para actuar en consecuencia. Siempre hay que tener presente que las pasturas son estructuras dinámicas. El contenido de PB de un primer crecimiento podría ser alto pero la provisión de nitratos puede agotarse y la PB del último rebrote, descender a la mitad o menos del valor inicial. Cuando se hacen balances dietarios en tambos conocer el contenido de PB de este recurso tiene importancia dado que a veces se subestima este efecto de dilución del N. Por otra parte, al usar un verdeo como oferente proteico para potenciar un silaje, si los tenores de los rebrotes del verdeo son muy bajos, este efecto complementario no se va lograr y la respuesta animal puede resultar mediocre, sobre todo en animales jóvenes.
La avena siempre ha sido cereal forrajero invernal más difundido en el país, en diversas regiones ganaderas. Por su parte, el centeno, apreciado por su rusticidad, tiene mayor aceptación en áreas con limitaciones climáticas o edáficas, especialmente en la región semiárida pampeana. En cambio, el triticale concentra propiedades de rusticidad con buena calidad de forraje. En los ambientes más húmedos el raigrás puede ser la especie elegida, la cual cuenta con un portafolio varietal de variadas características.
Por lo tanto, atendiendo a estas consideraciones se debiera planificar qué materiales sembrar y la secuencia de pastoreo de ellos si contamos con diferentes recursos. Las cebadas y las avenas deben comerse temprano para tratar de asegurar un rebrote cuando las temperaturas todavía no son muy bajas. Los centenos tienen riesgos de encañar tempranamente en otoños cálidos primaveras anticipadas por eso debe vigilarse su estado fenológico, acelerando los pastoreos cuando tiendan a encañar. Por otro lado, el triticale y los raigrases son más plásticos para acumular forraje en el lote sin perder demasiada calidad.
En la mayoría de las situaciones resulta muy apropiado realizar un pastoreo rotativo planificando franjas, en lo posible para 1-5 días de ocupación. Esto permite controlar el pasto ofertado, evitar desperdicios y estimar mejor la duración de un período de crecimiento del recurso.
Las especies y cultivares de gramíneas anuales utilizadas como verdeos invernales presentan importantes diferencias en su ciclo de crecimiento así como en capacidad y velocidad de rebrote, determinadas en gran medida por su distinta tolerancia al frío, stress hídrico, plagas y enfermedades. Todo esto, en buena medida, determina el manejo más apropiado para mantener el crecimiento y la calidad del forraje consumido.
En la mayoría de los casos, pero en avena particularmente, se recomienda pastorear con un “sazonamiento” adecuado, posponer el uso de materiales muy aguachentos, iniciar el pastoreo en estado vegetativo (sin nudos palpables), con poco material muerto en la base de la pastura y con una buena relación hoja/tallo. En el extremo opuesto, para materiales muy precoces, acelerar el pastoreo para evitar la encañazón de esos materiales que de esta forma pierden capacidad de rebrote, calidad y palatabilidad.
Cuando la superficie o la disponibilidad de forraje son limitantes, puede recurrirse a pastoreos por horas, preferentemente por la tarde, cuando la calidad es mejor y no se causa tanto daño por pisoteo. En esos casos, cuando la oferta de pasto es escasa, combinar desde el inicio del pastoreo el forraje fresco con otro recurso (henos, silajes o granos) para tratar de “estirar” el uso del verdeo el mayor tiempo posible. Por caso, no sería adecuado pastorear un verdeo hasta que “se termine” y luego recién introducir el uso de reservas y suplementos; lo mejor es complementar la dieta desde un principio.
Un verdeo es un cultivo estacional que como tal tiene una vida útil limitada. No obstante, la primera consideración para alargar su período de utilización es la siembra temprana, ya sea sobre antecesores agrícolas o sobre rastrojos de cultivos específicos destinados a reservas (silajes) que permitan una implantación temprana y en consecuencia anticipar la utilización del verdeo. La segunda decisión tiene que ver con el ciclo de la especie o el cultivar. Prácticamente en todas las especies (avena, cebada, triticale, incluso raigrás) encontramos materiales de ciclo corto, precoces y otros de ciclo vegetativo intermedio a largo. Los ciclos largos nos ofrecen un período a aprovechamiento más extendido y mejor capacidad de rebrote en número de pastoreos como en volumen total cosechado.
La intensidad de pastoreo también es un factor importante para mantener un recurso productivo por más tiempo. En general los verdeos, salvo el raigrás, requieren conservar bastante area foliar remanente después del primer pastoreo (40-50% de la oferta inicial) para lograr buenos rebrotes y también para equilibrar las ofertas entre los distintos pastoreos.
Por último, prácticas conocidas como evitar pastorear el forraje con mucho rocío o preservarlo del pastoreo en las mañanas con heladas severas, también contribuye a alargar el período de uso con aceptables niveles de entrega de forraje hasta el final del ciclo.
En la región chaqueña donde la producción de la mayoría de los recursos forrajeros se concentra en verano, los verdeos son un buen complemento en la presupuestación forrajera invernal. Y si bien no producen gran volumen de forraje debido a que los inviernos secos limitan su crecimiento, se debe considerar que son de muy buen calidad nutricional ya que presentan alta digestibilidad (70 %) y alto contenido de proteína, por lo que son muy apropiados para utilizarlos estratégicamente en la recría de terneros/as, para vacas lecheras o engorde de novillos con suplementación energética.
Para la siembra requieren suelos bien preparados, como un cultivo agrícola, y sobre todo libres de malezas para garantizar el buen establecimiento inicial.
La siembra puede realizarse con sembradora de granos finos o al voleo tapando luego con una rastra de dientes.
La producción de estos recursos está fuertemente ligada a la calidad y fertilidad del suelo, que a su vez depende de la historia de uso, y al agua disponible que encuentre en su ciclo de desarrollo, que puede provenir de las precipitaciones más la acumulación en el barbecho previo.
A continuación se presentan algunos resultados y observaciones obtenidas a partir de experiencias realizadas en la zona.
Es recomendable realizar pastoreo rotativo para lograr un aprovechamiento más parejo y mejor eficiencia de cosecha del forraje, y luego durante el descanso, permitir el rebrote para una nueva utilización. Un posible esquema podría ser dividir el potrero en 6 parcelas con periodos de ocupación de 5 a 7 días y luego de descanso de 25 a 35 días.
Para determinar el momento de ingreso de los animales se pueden utilizar los siguientes parámetros:
El momento de retirar los animales del lote será cuando la altura de las plantas sea de unos 8 a 10 cm. de altura.
Los verdeos de invierno suelen tener bajo contenido de materia seca, altos valores de proteína (18 - 20 %), alta proteína soluble (rápidamente disponible en rumen) y altos valores de digestibilidad (60 - 70 %) con bajos contenidos de azucares solubles. Este desbalance principalmente en los primeros cortes puede provocar diarreas y ganancia de peso (0,5 - 0,6 kg/cab.d) inferiores a las potenciales. La suplementación con rollos puede paliar los problemas de diarrea al elevar el consumo de materia seca. La suplementación energética (al 0,8 – 1,0 %PV) como grano de maíz y sorgo molidos permite incrementos de carga cercanos al 30 % y de 50 a 300 g/día de ganancia extra de peso vivo, con conversiones de 5 a 9 kg grano/kgPV, siendo las mejores en animales más chicos.
Según cálculos teóricos realizados en base a las tasas de crecimiento presentadas en la EEA INTA Sáenz Peña, la carga animal orientativa para la utilización de un encadenamiento avena blanca (50 %) y trébol (50 %), bajo el esquema rotativo propuesto (ocupación 1/descanso 5) seria 500 kgPV/ha promedio para todo el ciclo (arrancar con cargas más bajas ya que el aumento diario incrementará la carga final), y con suplementación energética creciente una carga superior a 750 kgPV/ha.
Verdeos Inverno-Primaverales: Estos recursos forrajeros resultan importantes el los planteos de invernada, ya que aportan alimento de calidad y, por lo tanto, permiten lograr buenas ganancias de peso.
Las especies más utilizadas en la región, para cubrir este periodo, son avena y melilotus. Estas forrajeras pueden sembrarse en forma separada o en conjunto. A continuación se realizará un análisis de cada componente.
Avena: Experiencias desarrolladas en el INTA de Leales han permitido elaborar algunas recomendaciones respecto al uso de estas forrajeras:
Melilotus: En cuanto a la utilización de esta leguminosa forrajera, pueden establecerse las siguientes recomendaciones:
El uso de melilotus puro, sembrado en abril, permite iniciar los pastoreos en el mes de agosto. Variando la fecha en función de las temperaturas del invierno. Esto significa que tendremos un bache forrajero desde junio (momento de reposo de las pasturas tropicales) hasta julio.
Avena + Melilotus: La siembra conjunta de estas dos forrajeras permite lograr una mejor distribución en el tiempo del forraje producido. Es decir se produce una ampliación del período de pastoreo, eliminándose la existencia de los baches forrajeros antes mencionados.
La calidad del forraje producido es alta, pudiendo los animales alcanzar altas ganancias de peso (superiores a los 700 g/día), en la medida que no existan restricciones en cuanto a la disponibilidad de pasto.
Pasturas Tropicales; Como se ha visto, la mezcla avena-melilotus cubre el periodo de invierno y primavera. La alimentación durante los meses de verano-otoño, puede ser aportada por las gramíneas tropicales. Entre las principales características de estas forrajeras puede mencionarse:
La suplementación, al mejorar la ganancia diaria de peso incrementó la producción de carne por hectárea en idéntica proporción. Una suplementación del 0,5 % del peso vivo parece ser suficiente para alcanzar ganancias diarias del orden de los 700 g/d, compatibles con la terminación de animales en ciclos de 12 meses de duración.
AmanecerRural