Por Agroempresario.com
Desde los tambos hasta las fábricas, el camino que recorre este producto lácteo es fascinante.
Todo comienza en loa tambos, donde se obtiene la materia prima principal: la leche. La calidad de esta leche es crucial para la excelencia de la manteca. La leche fresca se lleva a las plantas procesadoras donde se somete a rigurosos controles de calidad para garantizar su pureza.
Una vez en la planta, la leche se separa en sus componentes básicos: la grasa y la proteína. Es aquí donde la grasa se convierte en el punto focal. Este proceso implica la pasteurización de la crema resultante, seguida de una serie de batidos y enfriamientos controlados para separar los sólidos de la grasa líquida.
La fase crucial es la transformación de la grasa líquida en manteca. Este paso requiere precisión y paciencia. La crema batida se somete a una centrifugación continua para eliminar cualquier resto de líquido, lo que da como resultado la manteca de un tono amarillento característico.
Una vez obtenida la manteca, se envasa y se etiqueta con información sobre su origen y composición. Luego, se distribuye a través de cadenas de suministro para llegar a los estantes de los supermercados, listo para ser adquirido por los consumidores.
La producción de manteca es un arte que combina precisión, experiencia y tecnología. Desde las granjas lecheras hasta los hogares, este proceso implica un cuidadoso equilibrio entre métodos tradicionales y prácticas modernas para ofrecer un producto de calidad inigualable que ha sido parte de la cocina durante generaciones