El especialista José Martín Jáuregui (Cátedra Forrajes FCA - UNL) analizó los recursos forrajeros bajo este concepto que invita a decidir equilibrando eficiencia, productividad y sustentabilidad local.
A la hora de planificar la alimentación animal, la elección entre pasturas puras o consociadas, se erige como una decisión pivotal que no solo afecta la productividad de los planteos ganaderos sino también la biodiversidad y la sostenibilidad en general de los paisajes.
José Martín Jáuregui profundizó en este tema explorando el concepto de «foodscapes» o paisajes bioalimentarios como marco integral para comprender las complejas interacciones entre agricultura, ambiente y sociedad, donde la planificación agrícola/ganadera – y en este caso las pasturas – tiene gran incidencia.
El concepto de foodscapes reconoce que las prácticas agrícolas no solo afectan la producción de alimentos, sino también la calidad del ambiente, la biodiversidad y la vida de las comunidades. En este contexto, la elección entre pasturas puras y consociadas emerge como una decisión crucial que tiene impacto directo e indirecto sobre estos pilares.
El reconocimiento creciente de los efectos del cambio climático y la necesidad de desarrollar prácticas agrícolas resilientes nos lleva a repensar y evaluar críticamente las estrategias de manejo, y la elección de las pasturas no escapa a esto.
Analizando lo productivo, las pasturas puras ofrecen ventajas en términos de simplicidad en el manejo y elevada producción de materia seca, facilitando la planificación agrícola y permitiendo un uso más específico de fertilizantes. Por su parte, las pasturas consociadas proporcionan una dieta químicamente diversa, mejorando así el bienestar, la salud y la productividad del ganado. Además, la diversidad en el forraje facilita una ingestión y digestión más eficaces, resultando en una mayor eficiencia alimenticia.
Pero cuando el análisis se amplía y abarca cuestiones ambientales y sociales dentro del paisaje, nuevos factores entran en juego. Las pasturas puras son más vulnerables a plagas y enfermedades, lo que aumenta la dependencia de químicos y los costos de producción.
Además, la falta de diversidad en estas pasturas impacta negativamente la salud y biodiversidad del suelo. También muestran menor resiliencia frente al cambio climático, siendo menos capaces de adaptarse a condiciones extremas como sequías o inundaciones, lo que puede generar inestabilidad en la producción a largo plazo.
En contraposición, las pasturas ofrecen beneficios significativos en términos de salud del suelo y fertilidad, biodiversidad y resiliencia ante el ataque de plagas o vaivenes climáticos. Estas ventajas contribuyen a una mayor salud del ecosistema y sostenibilidad a largo plazo.
Sin embargo, presentan desafíos en el manejo debido a la complejidad de las interacciones entre especies, lo que puede generar esfuerzo y costos adicionales. Además, la cosecha y utilización pueden ser más desafiantes, y existe el riesgo de competencia entre especies, lo que subraya la necesidad de un monitoreo constante y un manejo cuidadoso para mantener un equilibrio saludable.
Si bien las pasturas consociadas ofrecen ventajas significativas en términos de biodiversidad, salud del suelo y resiliencia frente al cambio climático, es crucial reconocer que, en ciertos ambientes y situaciones específicas, las pasturas puras pueden ser la opción más adecuada.
Un ejemplo de ello son los ambientes semiáridos, donde las condiciones climáticas y del suelo pueden ser extremadamente desafiantes y especies como la alfalfa pueden prosperar casi en exclusividad, ofreciendo una solución viable y eficaz. En estos casos, las pasturas puras no solo son una respuesta práctica a las limitaciones del entorno, sino que también se convierten en una estrategia crucial para la producción de alimentos y el sustento de las comunidades locales.
El enfoque de «foodscapes» nos recuerda que las prácticas agrícolas deben ser adaptables y sensibles a las condiciones locales, equilibrando la eficiencia productiva con sostenibilidad. Así, mientras que las pasturas consociadas son preferibles en muchos contextos por su capacidad para mejorar la biodiversidad y la sostenibilidad, las pasturas puras tienen un papel igualmente importante en ciertos ecosistemas, donde su simplicidad y adaptabilidad a condiciones específicas las vuelven insustituibles.
En conclusión, la elección debe basarse en una comprensión detallada del entorno específico y las necesidades de producción. Al adoptar un enfoque integrado que considera ambas opciones dentro del marco de «foodscapes», avanzamos hacia una agricultura que no solo es productiva y eficiente, sino también resiliente y sostenible.
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