Por Agroempresario.com
En otoño, cuando el jardín parece entrar en un merecido descanso, algunas plantas nativas se destacan por su capacidad para florecer y añadir vida y color a los espacios exteriores. Este fenómeno no solo embellece los paisajes marcados por tonos ocre y apagados, sino que también contribuye a la preservación de especies en peligro. Según el biólogo Agustín Martínez Baccini, la inclusión de estas plantas en entornos urbanos es crucial para su conservación.
Entre las especies más destacadas se encuentran la Nicotiana glauca, que con sus flores amarillas ilumina los meses fríos, y el Ceiba chodatii, cuyas flores blancas atraen a picaflores y mariposas en busca de néctar. Otras como el Ipheion uniflorum y el Paspalum haumanii florecen con tonalidades vivaces que contrastan con la estación, mientras que la Mimosa rocae y la Pavonia sepium ofrecen un espectáculo natural con sus formas y colores únicos.
Estas plantas no solo embellecen nuestros jardines, sino que también fomentan un ecosistema más equilibrado, atrayendo a polinizadores clave como las abejas y mariposas, esenciales para la salud de nuestros ecosistemas locales. Integrar estas especies en nuestros espacios no solo es estéticamente gratificante, sino también una forma efectiva de apoyar la biodiversidad y la sostenibilidad ambiental en nuestras comunidades.