Por Agroempresario.com
En Argentina, los productores de girasol enfrentan una nueva campaña con expectativas positivas y precios favorables, aunque con desafíos significativos. A medida que observan el clima y los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania en el mercado del aceite de girasol, la demanda internacional se mantiene sólida, impulsada especialmente por India, que representa el 20% de la demanda mundial de este producto.
Argentina, que hace veinte años era el principal exportador mundial de aceite de girasol, ha visto su posición global afectada por los avances en tecnologías y genética en otros cultivos y la competencia de Ucrania y Rusia. Sin embargo, el país sigue siendo un jugador relevante, explicando el 7% de las exportaciones mundiales de aceite de girasol. De la producción nacional, que varía entre 3,5 y 4 millones de toneladas según la campaña, dos tercios se destinan a mercados exteriores.
Un reciente informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyecta que la superficie destinada a girasol en la campaña 2024/25 alcanzará los 1,85 millones de hectáreas, manteniéndose estable respecto al ciclo anterior y un 3,2% por encima del promedio de las últimas cinco campañas. Sin embargo, la evolución de los factores climáticos y económicos durante la ventana de siembra genera incertidumbre. En el norte de Santa Fe, Chaco y parte de Santiago del Estero, las recientes escasas precipitaciones han causado preocupación entre los productores.
La ventana de siembra en esta región va desde mediados de junio hasta fines de agosto. En las últimas campañas, muchos campos en el NEA y el Centro-Norte de Santa Fe quedaron sin sembrar por falta de humedad superficial. Además, la necesidad de buscar cultivos sustitutos al maíz, afectado por la plaga de chicharrita y otras enfermedades, hace que el girasol sea una opción atractiva.
Según Juan Martín Salas Oyarzun, productor de Trenque Lauquen y presidente de la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR), las expectativas son optimistas para la próxima campaña de girasol. Sin embargo, advirtió que la falta de lluvias en Chaco y la zona norte productiva podría impedir alcanzar los niveles de siembra previstos inicialmente. En esta región, se había planeado sembrar 400.000 hectáreas, pero sin lluvias suficientes, muchas de estas tierras podrían destinarse a otros cultivos, con la soja como principal opción.
En contraste, el panorama en la zona sur del girasol, especialmente en el sur de la provincia de Buenos Aires y La Pampa, es más estable en términos productivos, sin esperar problemas climáticos significativos. Aquí, el salto productivo suele venir del norte del área de girasol, siempre que las condiciones permitan sembrar.
El precio del aceite de girasol en época de cosecha es actualmente de 943 US$/Tn en Argentina, un incremento de 68 dólares por tonelada desde el primer valor registrado en el contrato y una suba del 11% respecto a los precios de 2023. No obstante, los precios están 17% por debajo en comparación con las últimas tres campañas. La guerra entre Rusia y Ucrania ha afectado la producción de los dos principales productores de girasol, abriendo oportunidades para otros mercados, y la demanda internacional se mantiene fuerte.
El mejoramiento genético en los granos ha permitido generar materia grasa, agregando valor al girasol y proporcionando a los productores una bonificación en el precio al vender la materia prima a la industria. En Argentina, la cadena de valor del girasol incluye a más de 2000 productores y agrupa a más de 30.000 personas.
Salas Oyarzun señala que, aunque hay fundamentos interesantes para producir, el sector sigue enfrentando desafíos comunes con otras cadenas productivas, como la necesidad de unificación cambiaria, eliminación del impuesto PAIS y las retenciones. Entre 2007 y 2015, el girasol tuvo retenciones del 32%, lo que detuvo la inversión en genética. Actualmente, los pellets de girasol pagan 4,5% de derechos de exportación, y el grano y el aceite el 7%.
La campaña de girasol en Argentina se presenta con oportunidades significativas y desafíos, donde las condiciones climáticas y las políticas económicas jugarán un papel crucial en el éxito de la producción.