Por Agroempresario.com
En una nota reciente publicada por La Nación, se detalla la fascinante historia de Jorge Antonio, un pionero que cambió el paisaje de la producción de frutos rojos en Argentina. A comienzos de los años 80, Jorge Antonio decidió emprender un audaz viaje desde la Patagonia hasta la provincia de Buenos Aires, desafiando las convenciones establecidas en un mercado dominado por el sur del país.
En Arrecifes, Jorge Antonio estableció una producción de moras en cuatro hectáreas, y en Carmen de Patagones, apostó por las frambuesas. Su visión no solo fue abrir nuevas rutas para la producción de berries, sino también diversificar su oferta incorporando jugos y otros productos. La empresa familiar, Gergal, junto a su división Gerberries, comenzó a expandir su producción y distribución de frutas y verduras frescas, congeladas y jugos naturales.
La adaptación al nuevo entorno no fue sencilla. Antonio tuvo que superar desafíos significativos, desde problemas con el sodio en los suelos hasta la necesidad de introducir variedades de moras adaptadas a climas cálidos. La compra de patentes y el desarrollo de nuevas variedades fueron claves para su éxito en la región de Buenos Aires.
El camino hacia el éxito estuvo lleno de obstáculos. Inicialmente, la empresa distribuía productos frescos a supermercados, pero la falta de rentabilidad llevó a la incorporación de arándanos y a la exportación de productos congelados. Sin embargo, los vaivenes del tipo de cambio eventualmente llevaron a una pausa en las exportaciones.
Hoy en día, Jorge Antonio enfrenta nuevos desafíos. La recesión económica y la baja del consumo afectan gravemente a las pymes, y la competencia con países vecinos hace que la producción de frutos rojos sea más costosa. A pesar de estos desafíos, la empresa sigue creciendo. Con una plantilla de unas 20 personas y una producción anual de 300 toneladas, Antonio continúa apostando por la calidad y la innovación con su marca de jugos naturales "Nada más que".
La historia de Jorge Antonio es un testimonio de la perseverancia y la capacidad de adaptación en el mundo agropecuario, demostrando que incluso en tiempos de adversidad, la innovación y el compromiso con la calidad pueden marcar la diferencia.