Por Agroempresario.com
En medio de una creciente expectativa por el aumento en la siembra de soja este año, impulsada en parte por el impacto de la plaga de la chicharrita en el maíz, Argentina enfrenta un nuevo desafío: la baja calidad de la semilla de soja. Según un artículo reciente de La Nación, este fenómeno se debe a una serie de factores climáticos adversos que han afectado la calidad de la semilla obtenida en el último ciclo.
Alberto Marchionni, productor de Hughes, Santa Fe, y dueño de Alberto L. Marchionni SA, alertó a sus clientes sobre la situación, describiendo un panorama inédito en sus 40 años de experiencia: “En 40 años de dedicarnos a la producción de semilla fiscalizada de autógamas, nunca vivimos esta tormenta perfecta: estrés hídrico, temperaturas muy por encima de lo normal y lloviznas durante la cosecha del cultivo de soja” (La Nación). Esta condición ha resultado en una significativa disminución en la calidad de la semilla, especialmente en soja de primera.
La situación ha sido corroborada por los laboratorios de análisis de semillas. Agustín Peretti, dueño del laboratorio de Análisis de Semilla Monte Buey en Córdoba, indicó que las muestras recientes de semilla muestran una calidad inferior a la esperada: “Es muy difícil conseguir muestras que superen el 80% de poder germinativo... El promedio cayó de PG -sin fungicida- a un 67%, y el PG tratado con fungicida a 73%” (La Nación). La calidad de la semilla, que se había esperado mejorara respecto al año anterior, ha sido afectada por las altas temperaturas de enero y febrero.
El presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (Acsoja), Rodolfo Rossi, añadió que el estrés térmico en enero y febrero provocó malas condiciones de cosecha y un deterioro notable en el grano utilizado para semilla: “Las enfermedades de semilla son latentes, pero se activan ante estas condiciones. Las principales que vemos son Phomopsis y Fusarium” (La Nación).
Ante esta situación, los expertos recomiendan ajustar los planteos de siembra, utilizar semilla fiscalizada, y aplicar fungicidas para mejorar la calidad de la semilla. Fernando Giménez, coordinador del programa de Cereales y Oleaginosas del INTA, destacó la necesidad de que los productores adquieran semilla de alta calidad y consideren el uso de fungicidas durante el ciclo de cultivo (La Nación).
El Gobierno está trabajando en un relevamiento con los semilleros para evaluar el nivel de afectación y preparar medidas en caso de escasez de semilla fiscalizada. Mientras tanto, Marchionni aconseja a los productores: “Buscar la mayor calidad de semilla fiscalizada, conocer la carga de patógenos para utilizar funguicidas específicos, y consultar al técnico asesor” (La Nación).
Con el aumento proyectado en la superficie de soja, esta crisis en la calidad de las semillas presenta un desafío significativo para el sector agrícola argentino, que deberá adaptarse rápidamente para asegurar una campaña exitosa.