Por Agroempresario.com
El manejo de malezas representa un desafío constante para la producción agropecuaria, especialmente en regiones como el noreste de La Pampa, el oeste de Buenos Aires y el sur de Córdoba, donde las condiciones agronómicas y climáticas favorecen la proliferación de especies resistentes. En este contexto, un equipo de investigación del INTA Anguil ha desarrollado una serie de recomendaciones clave para enfrentar esta problemática, combinando prácticas agronómicas y tecnológicas de manera efectiva.
Según el estudio realizado por especialistas de la Agencia de Extensión Rural (AER) del INTA General Pico y EEA Anguil, las malezas son el principal factor biótico que limita la productividad agropecuaria. Compiten por recursos vitales como agua, luz y nutrientes, y su presencia es penalizada durante la comercialización debido a su impacto en la calidad de los productos agrícolas. Además, algunas malezas contienen sustancias tóxicas que comprometen la inocuidad de los alimentos, lo que subraya la importancia de un manejo adecuado.
Camilo Montes, especialista del INTA General Pico, destacó la necesidad de adoptar un enfoque integrado para el manejo de malezas, que incluya la rotación de cultivos y el uso diversificado de productos químicos. "La rotación de cultivos interrumpe los ciclos de vida de las malezas y reduce la presión de selección que conduce a la resistencia a herbicidas. Es esencial diversificar las especies de cultivos para dificultar la adaptación y proliferación de las malezas", explicó Montes.
El estudio también identificó las principales malezas que afectan a los cultivos en la región. Durante la temporada primavero-estival, las especies predominantes fueron Amaranthus sp. (Yuyo colorado), Conyza bonariensis (rama negra) y Kochia scoparia (morenita), entre otras, que impactan especialmente en cultivos como maíz, soja y girasol. En la temporada otoño-invernal, las malezas más problemáticas incluyeron crucíferas como Brassica napus (colza) y Veronica arvensis (verónica de campo), afectando principalmente a los cultivos de trigo y los verdeos de invierno.
Montes subrayó la importancia de alternar productos químicos con diferentes modos de acción para prevenir la resistencia a herbicidas. "El uso repetitivo de un mismo herbicida incrementa el riesgo de desarrollar resistencia. Por ello, es fundamental emplear una variedad de productos y tecnologías de aplicación precisa para mantener la eficacia del control químico y reducir el uso de herbicidas", agregó.
Jorgelina Montoya, especialista del INTA Anguil, complementó estas recomendaciones enfatizando el monitoreo constante de los lotes y la implementación de cultivos de cobertura durante el barbecho. "El monitoreo regular permite detectar a tiempo malezas problemáticas y ajustar las estrategias de control según las condiciones específicas de cada lote. Además, los cultivos de cobertura compiten con las malezas por recursos, reduciendo la necesidad de productos químicos y mejorando la salud del suelo", explicó Montoya.
Finalmente, Montoya destacó las herramientas tecnológicas disponibles en el mercado que contribuyen al control mecánico de malezas y al cuidado del suelo. "El uso de implementos de mínima remoción del suelo mejora la eficacia general del manejo de malezas, protegiendo simultáneamente la estructura del suelo", concluyó.
La implementación de estas estrategias integradas es esencial para asegurar la sostenibilidad y la rentabilidad de la producción agropecuaria en las regiones afectadas, garantizando un control eficaz de las malezas y la protección de los cultivos.