Por Agroempresario.com
San Telmo, uno de los barrios más pintorescos de Buenos Aires, alberga un rincón especial donde la magia de la cocina se mezcla con la nostalgia de la infancia. Hablamos de Obrador, la pastelería de Carolina Serradilla, un emprendimiento que ha capturado el corazón de los vecinos y visitantes con sus delicias artesanales. Esta historia comienza en 2015, cuando Serradilla, con 40 años, desempolvó viejas recetas que evocaban su niñez en Río Negro y sus experiencias en diversos viajes. La nota publicada en La Nación destaca cómo estos recuerdos dieron vida a Obrador, un lugar donde los sabores y las texturas se convierten en una experiencia sensorial única.
Serradilla explica: "Esta experiencia puertas adentro fueron los cimientos de Obrador. Sabía que quería rescatar sabores y materias primas simples y nobles. Quería una cocina simple, honesta, que muestre lo que es y que respete los ingredientes". Esta filosofía se refleja en el ambiente acogedor y auténtico de su pastelería, ubicada en la calle Chile 524, en el corazón de San Telmo.
La fundadora de Obrador, originaria de Río Colorado, un pequeño pueblo chacarero y ganadero en el Valle de Río Negro, recuerda con cariño su infancia rodeada de naturaleza y tradiciones culinarias familiares. "Desde muy niña reconozco lo grandioso del sabor de la fruta madura recién cortada de un árbol", menciona Serradilla en La Nación. Estos recuerdos de cosechas en el huerto familiar y la preparación de conservas han sido la fuente de inspiración para su emprendimiento.
Obrador se caracteriza por ofrecer una variedad de productos artesanales que cambian diariamente, sin una carta fija. "Quería esa libertad para crear. Vemos qué ingredientes tenemos, qué frutas están más ricas y cocinamos", afirma Serradilla. Entre los productos más populares se encuentran los cannoli, la torta de ricota inspirada en su abuela, y la pasta frola elaborada con frutas frescas.
La pastelería no solo destaca por su oferta gastronómica, sino también por el ambiente cálido y barrial que ha logrado construir. Serradilla ha transformado el espacio con elementos decorativos antiguos y muebles donados por la comunidad local, creando un refugio dentro del bullicio urbano. "La vidriera principal que no se abre me generaba esa sensación de burbuja. Me aislaba de ruidos y del trajín diario", comenta en la entrevista.
Con una creciente popularidad y el apoyo constante de los vecinos, Carolina Serradilla sigue soñando con expandir su emprendimiento. "Cada día en la cocina es un nuevo desafío. En cada jornada se abre el telón y tienen que pasar ciertas cosas", concluye Serradilla, reafirmando su compromiso con la calidad y la tradición en cada creación de Obrador.