La Argentina trabaja para que los agroalimentos que se producen en el país se posicionen internacionalmente, cumpliendo con el nivel y los requerimientos exigidos por los mercados. Este desafío implica agregar valor a toda la cadena agroalimentaria, que incluye desde las prácticas agrícolas de producción primaria hasta las de procesamiento industrial.
El agregado de valor a la producción de alimentos comienza antes de la semilla que se siembra, y culmina mucho después del fruto cosechado.
Se agrega valor sembrando de manera óptima, trabajando con maquinaria agrícola de excelencia, bajo normas de agricultura de precisión y Buenas Prácticas Agrícolas. Se agrega valor aprovechando los años de investigación y tecnología aplicados a la alimentación y promoviendo competitividad en las empresas dedicadas a la alimentación. Se agrega valor garantizando condiciones de calidad y ponderando características de mercado distintivas que permitan un posicionamiento de los productos argentinos a nivel mundial.
La comprensión global de la cadena de valor es lo que permitirá a la Argentina garantizar su capacidad productiva, generadora de alimentos para el mundo.