Por Agroempresario.com
Llegó la época esperada: después de un año complejo, las luces titilan bajo el cielo veraniego, y la mesa se convierte en el corazón de la celebración. La Navidad, ese ritual mágico que une generaciones, trae consigo una pregunta: ¿de dónde provienen los sabores que nos reúnen en esta noche especial?
En cada plato, desde la ensalada rusa hasta el pan dulce, se esconden historias de tierra, esfuerzo y pasión. La papa, reina indiscutida de la ensalada rusa, llega de Buenos Aires y Córdoba, con una cosecha anual de más de 2,5 millones de toneladas. A su lado, las zanahorias del Área Metropolitana de Buenos Aires y las arvejas frescas completan este clásico navideño.
Los tomates rellenos, con su vibrante frescura, provienen de los fértiles valles de San Juan y Mendoza, mientras que los huevos rellenos, protagonistas robados antes de tiempo, reflejan un país que lidera el consumo mundial de este alimento, con 336 unidades por persona al año.
En el centro de la mesa, el vitel toné y el pollo asado simbolizan nuestras raíces. La carne vacuna, con 3,14 millones de toneladas producidas en 2024, reafirma el título de Argentina como líder en consumo per cápita, mientras que el sector avícola alcanzó un récord histórico con 2,4 millones de toneladas.
El brindis no sería igual sin el vino y la sidra. Los varietales de Mendoza, San Juan y Salta llenan las copas, mientras las manzanas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén se transforman en el elixir burbujeante que corona la noche.
Finalmente, el postre cierra con broche de oro: el pan dulce, las nueces de Catamarca y La Rioja, y el helado elaborado con leche de la Pampa Húmeda, que conectan tradición, sabor y trabajo.
Este año, cuando levantemos nuestras copas, hagamos un brindis también por quienes hacen posible este banquete: los agricultores, ganaderos, tamberos y viticultores que nos regalan sabores cargados de historia y pasión. Porque cada Navidad es, en esencia, un homenaje a nuestra tierra y a quienes la trabajan.