Por Agroempresario.com
En un contexto de creciente crisis climática, Daniel Werner, director del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional en el Ministerio de Agricultura y Seguridad Alimentaria de Israel, publicó un artículo en Infobae que analiza los desafíos urgentes que enfrenta el mundo para combatir el cambio climático y cómo este fenómeno afecta de manera especial a América Latina.
El autor destaca que 2025 será un año crucial en la lucha contra el cambio climático, con efectos cada vez más intensos, tales como olas de calor extremas, sequías prolongadas e inundaciones devastadoras. El impacto global ya es evidente, como lo demuestra la tragedia de Valencia en 2024, que dejó más de 200 muertos debido a fenómenos climáticos extremos. Frente a este panorama, la comunidad científica señala la necesidad de tomar medidas drásticas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Werner señala que, aunque se están realizando esfuerzos a nivel global para frenar el calentamiento global, las negociaciones climáticas internacionales, como la COP29 celebrada en 2024 en Bakú, Azerbaiyán, han dejado claro que todavía hay un camino largo por recorrer. A pesar de la meta de financiar 300 mil millones de dólares para 2035, las inversiones siguen siendo insuficientes para hacer frente a los desafíos inmediatos del cambio climático, especialmente en los países en desarrollo.
El sector agrícola, fundamental para la seguridad alimentaria mundial, enfrenta amenazas directas debido al cambio climático. Werner resalta que, en la COP29, se duplicaron las inversiones en agricultura climáticamente inteligente, destacando iniciativas como AIM for Climate, un proyecto que involucra a Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos. A pesar de estos esfuerzos, las dificultades económicas y las tensiones políticas en países clave, como Estados Unidos, podrían afectar la financiación para la acción climática.
América Latina, una región en la que la agricultura es la principal actividad económica, se enfrenta a grandes desafíos, pero también cuenta con una oportunidad única. En la próxima COP30, a celebrarse en Belém, Brasil, el continente puede colocar al sector agrícola en el centro del debate climático global, promoviendo inversiones en investigación, desarrollo de cultivos resilientes y políticas públicas que apoyen a los pequeños y medianos productores, quienes son los más vulnerables a los efectos del cambio climático.
En Argentina, las secuelas de la sequía histórica de 2023 son una clara muestra del impacto económico del cambio climático. La reducción de las exportaciones agrícolas en un 35,7% afectó gravemente la economía, especialmente a los pequeños productores, responsables de una parte importante de la producción interna. La transición hacia sistemas agrícolas sostenibles es esencial para mitigar los efectos del calentamiento global y garantizar la seguridad alimentaria futura.
El artículo de Werner, publicado en Infobae, resalta que la adaptación al cambio climático no es solo una cuestión ambiental, sino también una necesidad para el desarrollo económico, la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria en el futuro.