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De un juego de infancia a una marca de culto: cómo dos hermanas construyeron Stoney Clover Lane

Lo que empezó como un pasatiempo adolescente terminó en una marca de lifestyle con tiendas-experiencia, comunidad fiel y colaboraciones con íconos de la cultura pop

De un juego de infancia a una marca de culto: cómo dos hermanas construyeron Stoney Clover Lane
domingo 28 de diciembre de 2025

En Estados Unidos, dos hermanas lograron transformar un hobby de la infancia en una marca de estilo de vida con identidad propia, fuerte vínculo emocional con sus clientas y una expansión sostenida en el retail físico. Se trata de Kendall Glazer y Libby Glazer, creadoras de Stoney Clover Lane, una firma nacida en 2009 que hoy cuenta con siete tiendas propias, colaboraciones con grandes marcas globales y una comunidad que convirtió la personalización en una experiencia cultural. La historia fue reconstruida a partir de un perfil publicado por Forbes, que detalla el recorrido creativo y comercial de la marca.

El origen fue tan simple como genuino. En la adolescencia, sentadas en el piso de su cuarto, las hermanas Glazer hacían pulseras con cuentas, dijes y accesorios intervenidos a mano. No hablaban de “customización” ni de “experiencia de marca”: personalizar era, simplemente, su forma natural de relacionarse con los objetos. “Siempre quisimos personalizar todo lo que teníamos y que se sintiera especial”, explicó Kendall a Forbes. Ese impulso —intervenir, elegir, combinar— se transformó sin plan previo en el ADN de Stoney Clover Lane.

De un juego de infancia a una marca de culto: cómo dos hermanas construyeron Stoney Clover Lane

Dieciséis años después, esa intuición inicial dio lugar a una marca reconocida a nivel nacional, con seguidoras fieles que viajan para asistir a aperturas de tiendas, coleccionan parches y participan activamente de la construcción del universo estético de la firma. Aunque el producto más emblemático son las bolsas decoradas con parches, el diferencial no está solo en el objeto, sino en el vínculo que la marca logró construir con su comunidad.

El crecimiento de Stoney Clover Lane fue orgánico y guiado por el instinto, más que por un plan de negocios tradicional. Kendall y Libby tenían 15 y 17 años cuando empezaron, promocionaban sus productos en Twitter —Instagram todavía no existía— y no imaginaban que ese proyecto se convertiría en una empresa consolidada. “¿Alguna vez pensamos que sería lo que es hoy? Para nada”, reconoció Kendall. Sin embargo, la respuesta del público fue marcando el camino y validando una propuesta que resultaba distinta en un mercado todavía poco habituado a la personalización.

A medida que la marca crecía, las fundadoras entendieron que el verdadero valor no estaba solo en vender accesorios, sino en crear experiencias. Cada apertura de tienda funcionó como una señal clara: las clientas no solo compraban, sino que viajaban para vivir el momento. Esa dimensión emocional se volvió evidente en 2020, durante la inauguración del local en Newport Beach. En plena pandemia, personas de distintas ciudades —e incluso de otros países— se trasladaron para conocer el espacio. “Ver a la gente viajar en ese contexto fue muy conmovedor. Nos confirmó que la marca significaba algo más profundo”, recordó Kendall.

De un juego de infancia a una marca de culto: cómo dos hermanas construyeron Stoney Clover Lane

Ese hito marcó una etapa de maduración. La primera tienda definió un modelo de atención inmersivo, pensado como destino y no solo como punto de venta. Luego llegó la incorporación del cuero, que elevó el posicionamiento de la marca y exigió mayor sofisticación en la producción, la cadena de suministros y el relato. Más adelante, la personalización avanzada y el bordado en el momento terminaron de consolidar una experiencia distintiva: entrar al local y crear un producto único en tiempo real.

Las colaboraciones fueron otro punto de inflexión. Asociaciones con marcas y franquicias como Target, Disney, Sanrio, Mattel, NBCUniversal y Coca-Cola ampliaron la audiencia y otorgaron legitimidad cultural. “No fueron solo colaboraciones, fueron validaciones”, explicó Kendall. Cada alianza reforzó la idea de Stoney Clover Lane como una marca de lifestyle conectada con la cultura pop.

El vínculo entre las hermanas también resultó clave en el desarrollo del negocio. Lejos de ser un obstáculo, la relación familiar se convirtió en una ventaja competitiva. “Ser hermanas es un superpoder para dirigir una empresa juntas”, afirmó Kendall. La confianza, la honestidad y la capacidad de disentir sin romper el vínculo permitieron tomar decisiones complejas con rapidez y coherencia. Esa sensibilidad compartida atraviesa desde el diseño hasta la selección de socios estratégicos.

En un contexto donde la personalización se volvió tendencia, el desafío pasó a ser cómo sostener la relevancia. La respuesta de las Glazer no fue seguir modas, sino profundizar su identidad. “No seguimos tendencias, creamos mundos”, definió Kendall. El diferencial, sostienen, está en todo lo que rodea al producto: la barra de parches, la interacción en tienda, la narrativa detrás de cada colección y la comunidad que se fue formando con el tiempo.

La expansión física sigue siendo central. En 2025, la marca inauguró su séptima tienda en Charleston, una ciudad que las fundadoras consideraron coherente con la estética colorida y alegre de SCL. “Charleston es un destino en sí mismo, caminable, con energía propia. Esa sinergia era perfecta”, explicó Kendall. Las tiendas funcionan también como laboratorios: allí se prueban nuevas ideas, colecciones, formatos de personalización y eventos exclusivos.

El vínculo directo con las clientas es otro pilar. Kendall mantiene un contacto constante a través de redes sociales, responde mensajes directos y utiliza el feedback para ajustar productos y relatos. “Esto es una relación, no una transacción”, afirmó. Esa escucha activa permitió construir comunidad mucho antes de que el término se volviera una consigna de marketing.

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La colaboración reciente con Lisa Frank sintetiza la identidad de la marca: nostalgia, color y alegría reinterpretados con una mirada adulta. Para las fundadoras, tiene además un valor personal. “Mi mochila de jardín era Lisa Frank”, recordó Kendall. La alianza representa una nueva etapa estética: lúdica pero cuidada, sentimental pero sofisticada.

Con nuevas categorías, más tiendas y una mirada puesta en la expansión internacional, Stoney Clover Lane sigue creciendo sin perder su eje. A dieciséis años de aquel juego adolescente, las hermanas Glazer sostienen la misma premisa: volver siempre a lo esencial. “Seguimos siendo dos chicas a las que les encantan las cosas lindas y la personalización”, dijo Kendall. Y concluyó: “Queremos seguir construyendo una marca que traiga alegría. Ese es nuestro norte”.



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