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De una planta al borde del cierre a un gigante global: la historia del negocio familiar que domina los snacks de carne

Nacida en Wisconsin a partir de una crisis financiera, una empresa familiar se transformó en líder mundial del mercado de cecina y hoy es valuada en US$ 4.000 millones

De una planta al borde del cierre a un gigante global: la historia del negocio familiar que domina los snacks de carne
lunes 22 de diciembre de 2025

Lo que comenzó como una estrategia de supervivencia empresarial en el norte de Estados Unidos terminó convirtiéndose en uno de los negocios familiares más rentables del sector alimentario global. A casi cuatro décadas de aquel punto de quiebre, Jack Link’s, hoy el mayor fabricante de snacks de carne del mundo, vende más de 800 millones de paquetes por año, opera en 55 países y es valuado en torno a US$ 4.000 millones, según informó Forbes.

La historia se remonta a 1985, en Wisconsin, cuando la familia Link atravesaba una situación crítica: su planta de procesamiento de carne estaba cerca de la bancarrota. En ese contexto, Jack Link, entonces al frente del negocio familiar, salió de cacería con sus hijos adolescentes. Durante el viaje, una parada casual para comprar carne seca encendió una idea que cambiaría el rumbo de la empresa. El precio del producto llamó su atención y abrió una posibilidad inesperada: producir cecina propia aprovechando los hornos industriales que ya tenían instalados.

Con una receta heredada de su bisabuelo, un inmigrante alemán que llegó a Estados Unidos en la década de 1880, la familia dio sus primeros pasos en la elaboración de beef jerky. El resultado fue inmediato. La calidad del producto y un mercado poco explotado transformaron aquella prueba en un nuevo eje de negocio. “La cecina estuvo ahí todo el tiempo para salvarme”, recordó Jack Link en declaraciones recogidas por Forbes, medio que reconstruyó el crecimiento de la compañía.

Un liderazgo construido desde la familia

Bajo la marca Jack Link’s, la empresa se consolidó con el tiempo como la cecina más vendida de Estados Unidos, alcanzando una participación del 34 % del mercado nacional de snacks de carne. Sus ingresos anuales rondan los US$ 2.000 millones, una cifra que convirtió a su fundador en multimillonario, aunque su estilo de vida se mantuvo prácticamente intacto: Link aún reside en la misma casa de Wisconsin donde crió a sus hijos.

El crecimiento no fue improvisado. A lo largo de los años, la empresa amplió su presencia en más de 200.000 puntos de venta, incluyendo supermercados, tiendas de conveniencia y quioscos en aeropuertos, y extendió su alcance internacional. Este posicionamiento se dio en paralelo a la consolidación de un mercado global de snacks de carne que hoy mueve cerca de US$ 9.000 millones anuales y que en la última década atrajo inversiones por aproximadamente US$ 1.000 millones.

En ese escenario altamente competitivo, Jack Link’s logró sostener su liderazgo mientras otros jugadores quedaron en el camino o fueron absorbidos por grandes corporaciones. Parte de esa estabilidad se explica por su estructura: la compañía sigue siendo 100 % familiar y no cotiza en bolsa, una rareza en un sector dominado por conglomerados alimentarios.

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El rol clave de la segunda generación

El proceso de expansión tuvo un protagonista central en la segunda generación. Troy Link, el hijo menor de Jack, asumió como director ejecutivo en 2013, mientras su padre pasó a ocupar la presidencia. Antes de llegar a la conducción, Troy había recorrido todos los eslabones del negocio: desde la sala de faena y la línea de deshuesado del matadero familiar en Minong hasta las áreas de ventas y marketing.

Graduado en la Universidad de Wisconsin-Stout, Troy volvió a la empresa en 1993, cuando la marca ya era conocida en el Medio Oeste, especialmente en estaciones de servicio. Sin embargo, todavía no tenía alcance nacional. El punto de inflexión llegó a comienzos de los años 90, con la introducción de los palitos de carne y una versión combinada con queso, que disparó la demanda más allá de la capacidad productiva.

Uno de los cambios más decisivos se produjo en 1997, cuando Jack Link’s se convirtió en la primera marca en vender cecina en bolsas con cierre hermético. En ese momento, la idea parecía arriesgada: el precio final superaba los valores habituales del producto. Sin embargo, la estrategia funcionó. La incorporación de la marca a las góndolas de grandes cadenas como Walmart y Target generó una explosión de ventas.

Hoy, esa línea de productos representa más del 50 % de los ingresos totales de la compañía y fue clave para mejorar los márgenes de rentabilidad, que superan el 30 %. Según estimaciones citadas por Forbes, la empresa genera alrededor de US$ 200 millones anuales de EBITDA, impulsada en parte por los precios premium que se pagan en tiendas de conveniencia y aeropuertos.

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Un negocio que resiste crisis y conflictos

El crecimiento no estuvo exento de tensiones internas. En 2005, la familia atravesó un conflicto legal cuando Jay Link, hermano mayor de Troy, dejó la empresa y demandó a su padre y a su hermano. El litigio se resolvió tras un juicio en 2008, con un fallo que obligó a la recompra de las acciones de Jay por US$ 19,4 millones, además de sanciones económicas adicionales. A pesar del impacto, las ventas continuaron creciendo en los años siguientes.

En paralelo, la expansión del negocio transformó a Minong, un pueblo de apenas 500 habitantes, donde la familia impulsó concesionarios de autos, casas rodantes, lanchas y otros emprendimientos, además de acumular tierras agrícolas. Jack Link, incluso hoy, sigue criando ganado cada año, manteniendo el vínculo con la actividad que dio origen a la empresa.

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Desafíos actuales y ambición de largo plazo

Aunque domina el mercado, Jack Link’s enfrenta nuevos desafíos. Empresas emergentes como Chomps, Archer o Fatty Smoked Meat Sticks avanzan con rapidez en las góndolas, captando consumidores interesados en productos más específicos o con posicionamientos alternativos. A eso se suma la volatilidad del precio de la carne, uno de los principales costos de la industria.

Frente a ese escenario, la compañía apuesta a su solidez financiera y a una estrategia de largo plazo. Troy Link lo resumió así en declaraciones recogidas por Forbes: la empresa puede absorber períodos de precios altos y esperar a que el mercado se estabilice, una flexibilidad poco común en el sector.

Lejos de pensar en una venta, la familia mantiene su independencia. Según inversores citados por la revista, quien quiera adquirir la empresa debería estar dispuesto a pagar una cifra muy superior a las valuaciones habituales del mercado. Por ahora, la respuesta de los Link es clara: seguir creciendo, sin resignar el control ni la identidad familiar.

Desde aquella compra casual de carne seca en una ruta de Wisconsin hasta convertirse en un imperio global de snacks, la historia de Jack Link’s refleja cómo una decisión tomada en un momento de crisis puede redefinir por completo el destino de una empresa.



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