Por Agroempresario.com
WASHINGTON.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó decretos que establecen aranceles del 25% al acero y al aluminio importado, cumpliendo con los anuncios previos sobre su política comercial. La medida, sin exenciones ni excepciones, impactará de manera significativa en el comercio global y podría desatar una escalada en la guerra comercial con sus principales socios económicos.
Desde el Salón Oval, Trump afirmó que la decisión busca proteger la industria estadounidense de lo que considera una competencia desleal. “Nos estaban atacando tanto amigos como enemigos. Es hora de que nuestras grandes industrias regresen a Estados Unidos”, declaró el mandatario. Además, adelantó que podría imponer aranceles adicionales a sectores como la industria automotriz, la farmacéutica y la tecnología.
El asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, destacó que la medida fortalecerá la seguridad económica y nacional del país, asegurando que la producción de acero y aluminio no dependa de naciones extranjeras. “Los aranceles al acero y al aluminio pondrán fin al dumping extranjero y asegurarán nuestras industrias como pilares de la economía”, explicó.
La decisión de Trump afecta directamente a países como Canadá, México, Brasil y Corea del Sur, que figuran entre los principales proveedores de acero y aluminio a EE.UU. En el Reino Unido, la federación del acero, UK Steel, advirtió que la medida podría causar un “golpe devastador” a un sector ya en declive.
En este contexto, el primer ministro australiano, Anthony Albanese, aseguró haber mantenido una conversación con Trump para discutir una posible exención para Australia. Sin embargo, el mandatario estadounidense no confirmó ninguna excepción a su política arancelaria.
El anuncio generó reacciones inmediatas en los mercados. Las acciones de compañías siderúrgicas estadounidenses, como Cleveland-Cliffs y U.S. Steel, experimentaron un alza significativa ante la expectativa de mayores ganancias. Sin embargo, sectores dependientes del acero y aluminio, como la industria automotriz, vieron una caída en el valor de sus acciones, debido al temor de costos elevados en las materias primas.
La medida también podría derivar en represalias comerciales. China y la Unión Europea ya han expresado su preocupación y estudian imponer aranceles en respuesta. Analistas señalan que una escalada en las tensiones podría afectar el comercio global y la estabilidad económica.
Aunque el gobierno de Trump sostiene que los aranceles impulsarán la producción nacional, economistas advierten sobre el riesgo de inflación y la pérdida de competitividad en sectores que dependen de insumos importados. La Encuesta de Consumidores de la Universidad de Michigan reveló un aumento en las expectativas de inflación, lo que podría traducirse en un encarecimiento del costo de vida.
Erica York, vicepresidenta de política fiscal federal en la Fundación Fiscal, alertó sobre las consecuencias para industrias aguas abajo. “La ventaja para los productores de acero y aluminio viene a un costo mucho mayor para los usuarios finales, lo que podría afectar el crecimiento económico”, explicó.
La decisión de Trump marca un nuevo capítulo en su política de “América Primero” y podría redefinir las relaciones comerciales internacionales. A medida que los países afectados evalúan su respuesta, la posibilidad de una guerra comercial sigue latente.
Los próximos meses serán clave para determinar el impacto real de los aranceles en la economía estadounidense y global. La atención estará puesta en la reacción de los socios comerciales de EE.UU. y en cómo esta medida influye en el crecimiento económico del país.