Por Agroempresario.com
Juan Pablo Murgia es un nombre que resuena con fuerza en el mundo del vino argentino. Con tan solo 41 años, este mendocino ha logrado lo que pocos enólogos se atreven a soñar: conquistar uno de los viñedos más extremos del planeta, ubicado en la estepa patagónica de Sarmiento, Chubut. Su trabajo no solo ha revolucionado la viticultura de la región, sino que ha puesto a Argentina en el mapa de la vitivinicultura mundial con vinos premiados que destacan por su pureza, equilibrio y carácter. Recientemente, Murgia recibió el prestigioso reconocimiento “One to Watch” de la revista Decanter, un premio que destaca a enólogos jóvenes con un perfil innovador y revolucionario.
Sarmiento, en el extremo sur de Chubut, es un lugar donde las condiciones naturales desafían cualquier convención sobre lo que se puede hacer con la tierra y las vides. Aquí, las temperaturas alcanzan los -20°C en invierno, y los vientos soplan a más de 100 km/h durante todo el año. Sin embargo, en medio de este entorno hostil, Juan Pablo Murgia ha logrado cultivar y producir vinos de clase mundial. El viñedo Otronia, donde trabaja actualmente, es un ejemplo de cómo la perseverancia, la innovación y el conocimiento técnico pueden transformar incluso los terroirs más desafiantes en un lugar capaz de producir vinos excepcionales.
Juan Pablo nació en una familia con tradición vitivinícola en Mendoza, una de las regiones más emblemáticas de Argentina en cuanto a la producción de vino. Su abuelo fue viticultor y bodeguero, y su padre también se dedicó a la viticultura. A pesar de esta tradición familiar, Murgia tomó una decisión crucial en su vida: no seguir los pasos de su familia en el campo de la contabilidad, sino adentrarse en el mundo de la enología. Desde pequeño, la fascinación por el campo y la biología, especialmente la química aplicada a la viticultura, lo atrajo profundamente. Esta pasión por la ciencia y la naturaleza lo llevó a estudiar enología y, eventualmente, a trabajar en algunos de los proyectos más importantes del vino argentino.
Cuando Murgia llegó a Sarmiento para trabajar en el proyecto Otronia, se encontró con un terreno completamente diferente a lo que había conocido en Mendoza. La vastedad de la estepa, la pureza del aire, la intensidad del sol y la severidad del viento marcaron un antes y un después en su carrera. "Este lugar hay que domarlo", fue el primer pensamiento que cruzó su mente. Las condiciones extremas de la región, con temperaturas de hasta -20°C en invierno y vientos que pueden llegar a 100 km/h, no son precisamente las ideales para la viticultura. Sin embargo, Murgia supo adaptar sus conocimientos y su experiencia para enfrentar estos desafíos, utilizando técnicas innovadoras y adaptadas al clima patagónico.
A pesar de las dificultades iniciales, el viñedo Otronia creció y se consolidó. En menos de 15 años, los vinos de esta bodega comenzaron a destacar en la crítica especializada, obteniendo premios y puntuaciones excepcionales. La clave del éxito de Murgia en Otronia radica en su enfoque de viticultura de precisión, donde cada parcela del viñedo es tratada de forma individual, teniendo en cuenta factores como la textura del suelo, la pendiente, y la orientación hacia los vientos dominantes.
El trabajo de Murgia no se limita únicamente a la producción de vinos de alta gama. Su visión va más allá, y se centra en la regeneración de los suelos y la preservación del ecosistema. En el marco del proyecto Matrizviva, Murgia investiga nuevas prácticas agroecológicas que buscan equilibrar la producción vitivinícola con la sostenibilidad ambiental. Este trabajo ha dado frutos en la creación de Viña Artesano, una nueva bodega mendocina que se enfoca en la regeneración del suelo mediante el uso de flores y hierbas plantadas entre las vides.
Su enfoque agroecológico también incluye la adaptación a las condiciones extremas del clima patagónico. En lugar de luchar contra la naturaleza, Murgia ha aprendido a trabajar con ella, adaptando sus prácticas vitivinícolas a los desafíos del entorno. Por ejemplo, en lugar de utilizar pesticidas y fertilizantes químicos, prefiere métodos más naturales, como la incorporación de flores que ayudan a mantener la salud del suelo y a atraer insectos beneficiosos para las plantas.
Una de las innovaciones más destacadas de Murgia ha sido la creación del primer vino de hielo (ice wine) en Argentina, utilizando uvas congeladas de forma natural a temperaturas que llegaron a los -8°C. El proceso de elaboración de este vino es extremadamente delicado, pero los resultados prometen ser revolucionarios. El ice wine es un tipo de vino dulce que se elabora a partir de uvas que han sido congeladas en la vid, lo que concentra los azúcares y produce un vino excepcionalmente dulce y equilibrado. Este tipo de vino es considerado un lujo en el mundo vinícola, y que un enólogo argentino logre producirlo en la Patagonia es un logro notable.
Además de las condiciones climáticas extremas, Murgia y su equipo deben lidiar con los desafíos que presenta la fauna local, como los guanacos, que en ocasiones se alimentan de las vides, y los médanos de arena que cubren parte de los viñedos. Sin embargo, cada obstáculo ha sido una oportunidad para aprender y mejorar. El uso de cortinas de álamos para proteger el viñedo del viento, la construcción de sistemas de riego para evitar las heladas, y la creación de barreras naturales para frenar la invasión de fauna, son algunas de las soluciones que Murgia ha implementado para garantizar la producción de vinos de alta calidad en un entorno tan inhóspito.
El trabajo de Murgia en Sarmiento marca un precedente para la viticultura argentina. Si bien la Patagonia ha sido históricamente considerada una región marginal para la viticultura, Murgia ha demostrado que con innovación, precisión y una profunda comprensión de la naturaleza, es posible cultivar vinos de calidad mundial en esta región extrema. Además, su trabajo en la investigación agroecológica y su compromiso con la sostenibilidad aseguran que el futuro de la viticultura patagónica sea aún más prometedor.
En cuanto al futuro, Murgia tiene claro que el desafío no ha hecho más que comenzar. "Sarmiento está más allá de lo que era el límite de la viticultura argentina, pero siempre se puede ir un poco más allá", asegura. El enólogo mendocino ve en la Patagonia una frontera en constante expansión para la viticultura, pero también una tierra llena de oportunidades para aquellos dispuestos a desafiar los límites del conocimiento y la tecnología.