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Riego: clave para mejorar la eficiencia y rentabilidad de la producción agropecuaria en Argentina

El INTA lidera el desarrollo de tecnologías de riego para optimizar el uso del agua y aumentar los rendimientos

Riego: clave para mejorar la eficiencia y rentabilidad de la producción agropecuaria en Argentina
viernes 14 de marzo de 2025

Agroempresario.com

En el marco de Expoagro, el primer encuentro del Club del Riego reunió a especialistas y productores para abordar la importancia del riego en la producción agropecuaria. Desde hace más de 25 años, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ha sido pionero en el desarrollo y validación de tecnologías de riego con el fin de mejorar la eficiencia en el uso del agua, una herramienta fundamental para enfrentar la variabilidad climática y maximizar los rendimientos de los cultivos.

El riego es esencial para la agricultura, ya que garantiza el suministro adecuado de agua a los cultivos en momentos críticos de su desarrollo. En un contexto donde las variaciones en las precipitaciones son cada vez más frecuentes, el uso eficiente del agua se ha convertido en un factor clave para la sostenibilidad y rentabilidad de las actividades agropecuarias. En su charla en Expoagro, Aquiles Salinas, especialista en riego del INTA Manfredi, Córdoba, destacó cómo las tecnologías de riego desarrolladas por el instituto pueden optimizar el uso del agua y potenciar la productividad de los cultivos.

“El agua es fundamental para la producción agrícola. Sin ella, procesos como la fotosíntesis no podrían llevarse a cabo. El 90% del peso de la materia seca de una planta proviene de la combinación de carbono, hidrógeno y oxígeno, elementos que se obtienen a través del intercambio de agua y dióxido de carbono”, explicó Salinas durante su intervención. Sin embargo, el especialista también mencionó que la distribución del agua en el país no es homogénea, lo que representa un desafío para las regiones productivas.

En el noreste de Argentina, una zona más húmeda, se concentra el 80% de los recursos hídricos del país. En cambio, otras regiones, como el centro y el oeste, tienen una disponibilidad de agua mucho menor. Este desbalance hace que el riego se convierta en una herramienta estratégica para mejorar la productividad en zonas secas y semiáridas.

Según los ensayos realizados en INTA Manfredi, el impacto del riego en los cultivos es notable. “En zonas subhúmedas y semiáridas, los cultivos responden exponencialmente al riego. Por ejemplo, en trigo, los rendimientos se duplican, en maíz aumentan cerca de un 60% y en soja, los incrementos son de entre un 30% y un 35%”, señaló Salinas. Estos datos demuestran el potencial que tiene el riego para incrementar la producción en áreas donde las precipitaciones no son suficientes para garantizar rendimientos estables.

El riego no solo mejora los rendimientos, sino que también ofrece estabilidad en la producción. Salinas presentó datos que comparan los rendimientos en zonas de secano con aquellos bajo riego. “En los últimos cinco años, en las zonas sin riego, muchas veces no pudimos sembrar trigo por falta de agua. Sin embargo, con riego, logramos rendimientos de entre 5000 y 7500 kilos por hectárea. Esto demuestra que el riego no solo aumenta la producción, sino que permite mantenerla en el tiempo”, explicó.

Para promover el uso de estas tecnologías, el INTA lleva adelante programas de capacitación y ofrece módulos demostrativos en diversas estaciones experimentales. En estos módulos, se evalúan distintos sistemas de riego como el gravitacional, el pivote central, el riego por goteo enterrado y el riego de alta velocidad con energía solar. Estos ensayos permiten a los productores conocer el desempeño de cada tecnología en diferentes condiciones ambientales.

“No se trata solo de aplicar agua, sino de hacerlo en el momento adecuado y en la cantidad justa. De esta forma, no solo se maximiza la eficiencia del recurso, sino que también se minimizan los costos de producción”, subrayó Salinas. La capacitación continua es esencial para asegurar que los productores comprendan cómo optimizar el uso del riego y adaptarlo a las condiciones de sus tierras.

Además de trabajar en el desarrollo de tecnologías, el INTA realiza investigaciones sobre la calidad de los suelos y las aguas en diversas regiones del país, lo que permite a los productores evaluar la viabilidad de implementar riego en sus cultivos. “Realizamos relevamientos para verificar si los lotes son aptos para el riego, lo que les da a los productores una base sólida para tomar decisiones”, señaló el especialista.

El INTA también ha colaborado con diversas empresas del sector, validando tecnologías de riego y contribuyendo a su comercialización. Según Salinas, este respaldo institucional es clave para que las tecnologías lleguen a más productores y se asegure su efectividad. “Muchas empresas han validado sus desarrollos con nosotros, y gracias a este respaldo, han logrado consolidarse comercialmente. Esto también da credibilidad a las tecnologías y permite que más productores puedan aprovecharlas”, concluyó el especialista.

 



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