La carne como pilar: ¿el secreto del éxito económico de Milei?

Por Agroempresario.com

Durante el primer año del gobierno de Javier Milei, la carne vacuna jugó un rol fundamental en moderar la inflación en el país. Lejos de ser un factor desestabilizador, como algunos medios y sectores políticos lo han presentado, el precio de la carne se mantuvo por debajo de la inflación en gran parte del año. Este fenómeno resultó clave para contener el alza generalizada de los precios y evitar una mayor presión sobre el Índice de Precios al Consumidor (IPC).

Desde diciembre de 2024, los precios de la carne comenzaron a repuntar debido a una caída de la oferta por la sequía y una recuperación del poder adquisitivo de los consumidores. A pesar de este aumento, al cierre de febrero de 2025, la carne se encontraba aún 14 puntos porcentuales por debajo del IPC, una cifra considerablemente baja en comparación con otros productos de la canasta básica.

Este comportamiento de los precios en el mostrador se refleja también en los índices que mide el Mercado Agroganadero (INMAG), que señala que, al igual que en el mostrador, los precios de los novillos siguen por debajo de la inflación. En febrero de 2025, el Índice del Novillo se encontraba 44 puntos porcentuales por debajo del IPC, lo que revela la dura situación por la que atraviesa el sector ganadero argentino.

El efecto moderador que la carne ha tenido en la inflación es un aspecto clave que no debe pasarse por alto. Mientras se habla del impacto de los precios de la carne en la economía, pocas veces se menciona el contexto en el que estos aumentos ocurrieron y el hecho de que, en general, los precios se mantuvieron relativamente estables en comparación con otros productos. Este fenómeno ha contribuido a que la inflación no sea tan elevada como podría haber sido si la carne, uno de los productos más sensibles en el consumo, hubiera aumentado a la par de otros bienes.

Es importante aclarar que la narrativa mediática suele presentar a los ganaderos como responsables de inflar los precios de la carne a expensas de los consumidores. Sin embargo, esta visión simplificada ignora una realidad mucho más compleja. Durante décadas, las políticas públicas populistas han generado distorsiones en el mercado de la carne, favoreciendo medidas que frenaron el desarrollo del sector ganadero. Esto ha llevado a que la ganadería, lejos de crecer, haya cedido grandes extensiones de tierras agrícolas a la expansión de la agricultura.

Además, el cálculo de la Canasta Básica Alimentaria realizado por el Indec, que considera un consumo mayoritario de carne vacuna (73%) frente al pollo (27%), no refleja la realidad actual del consumo. Los datos del 2024 indican que el consumo de carne vacuna ha disminuido frente al pollo y al cerdo, lo que genera distorsiones en los cálculos de precios que impactan en los índices económicos.

La diferencia en los precios de las carnes ha generado un desajuste en los índices oficiales, pero la solución pasa por una revalorización de los datos y una actualización de los patrones de consumo. Es crucial que los analistas y responsables económicos tengan en cuenta la evolución de las preferencias alimenticias de los argentinos, ya que el consumo de carnes ha cambiado considerablemente en las últimas dos décadas.

En este sentido, es necesario reformular el modo en que se calcula el impacto de la carne en la economía, ya que la distorsión generada por los viejos patrones de consumo ya no refleja fielmente la realidad. A medida que el mercado de carnes se diversifica y el consumo de carne vacuna disminuye frente a otras opciones, se debe corregir el modo en que se mide su impacto en la inflación y en el IPC. De lo contrario, se seguirán promoviendo políticas públicas erróneas que limitan la competitividad del sector.

El ajuste necesario en este sentido permitirá reflejar de forma más precisa la verdadera incidencia de la carne en la economía argentina, y evitará que se sigan tomando decisiones basadas en datos desactualizados que han frenado el desarrollo del sector ganadero en el pasado. Es hora de comprender que el precio de la carne, lejos de ser el detonante de la inflación, ha jugado un rol clave en evitar que el impacto de la inflación fuera mayor, y que su ajuste se necesita para mejorar la competitividad del sector.