Por Agroempresario.com
En un país donde el asado es parte de la identidad nacional, los argentinos están acostumbrados a mirar con atención la evolución del precio de la carne. Sin embargo, en marzo de 2025, fueron las verduras las que tomaron la delantera en materia de aumentos, ganándole por goleada a la inflación general y dejando en segundo plano al siempre vigilado corte vacuno.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el Índice de Precios al Consumidor (IPC) tuvo un incremento del 3,7% en marzo. No obstante, los alimentos mostraron comportamientos dispares: mientras algunos cortes de carne subieron por encima del promedio, los verdaderos protagonistas del encarecimiento fueron los ingredientes que completan el clásico menú argentino: el tomate y la lechuga.
De acuerdo con los registros oficiales, el tomate redondo se disparó un 105,6% en solo un mes, pasando de $1268,65 en febrero a $2608,11 en marzo. Por su parte, la lechuga no se quedó atrás: subió un 73,1%, saltando de $3470,03 a $6008,35 por kilo. La papa también se encareció de forma considerable, con un aumento del 28,2%, alcanzando los $1013,58.
Fuentes del Mercado Central explicaron a este medio que estos incrementos se deben a factores estacionales. “El tomate subió porque su producción se fue agotando hasta que las plantas vuelvan a producir. Es algo típico del cambio de temporada”, señalaron. Las bajas temperaturas en zonas productoras como Mar del Plata, sumadas a las lluvias recientes en el NOA, complicaron la calidad y el volumen de la cosecha.
En el caso de la lechuga, el fenómeno climático también fue determinante. Las altas temperaturas de febrero, sumadas a las lluvias de Carnaval, afectaron las plantaciones de hortalizas de hoja. “Se tarda al menos 45 días en recuperar el stock en condiciones normales de temperatura y humedad”, detallaron.
La carne vacuna tuvo un comportamiento más moderado, aunque igualmente por encima de la inflación general. El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva) informó que el incremento promedio fue del 7,7%, llevando el precio medio del kilo a $11.011. En términos anuales, la suba fue del 60,7%.
Al observar corte por corte, el asado —ícono del consumo nacional— se encareció un 4,7% en marzo, alcanzando los $10.526,73 por kilo. La colita de cuadril subió un 8,5% ($12.941,32), la nalga aumentó un 7,1% ($13.558,89) y la paleta se encareció un 7,5%, llegando a los $10.264,14.
Otros productos cárnicos también tuvieron variaciones. El pollo entero subió un 10,4% según el Indec, ubicándose en $3417,37 el kilo. En tanto, el pechito de cerdo tuvo un alza del 3,7%, con un precio promedio de $6980. La hamburguesa por cuatro unidades registró un aumento del 2,9%.
Víctor Tonelli, reconocido consultor ganadero, explicó que estos incrementos responden a un reacomodamiento tras meses de retraso en los valores. “La carne vacuna y el ganado habían quedado muy por detrás del IPC debido a una sobreoferta que el mercado interno no pudo absorber. Recién a partir de noviembre comenzó una recuperación del precio que se consolidó en los meses siguientes”, explicó.
Más allá de las cifras frías, lo cierto es que el bolsillo del consumidor argentino sigue estando en el centro de la escena. Aunque los precios de la carne muestran cierta recomposición, el fuerte salto de las verduras pone en jaque a los hogares que buscan mantener una dieta variada y saludable.
Mientras tanto, el clásico plato de asado con lechuga y tomate —tan argentino como el mate— se convirtió en un lujo inesperado. En este contexto, los analistas advierten que la estacionalidad no puede ser la única explicación, y que las tensiones en la cadena de valor, la logística y la presión impositiva también tienen peso en la formación de precios.
Con la inflación aún en niveles preocupantes y los alimentos liderando la suba, la escena gastronómica cotidiana se transforma en un termómetro social. Lo que sucede con los precios del asado, la lechuga y el tomate no solo afecta al menú del domingo, sino que también refleja las tensiones estructurales de una economía que sigue buscando estabilidad.