Por Agroempresario.com
La emblemática empresa pesquera Marechiare, fundada hace más de 50 años en Mar del Plata, ha tomado la difícil decisión de cerrar sus puertas debido a la situación insostenible que atraviesa la industria pesquera nacional. Federico Angeleri, uno de los directores de la empresa, expresó que la crisis económica del sector, alimentada por la caída del consumo, los altos costos de producción y la competencia desleal de las importaciones, ha llevado a una reconversión forzada hacia el negocio de la importación de productos. “No nos dejan otra opción”, afirmó Angeleri, quien denunció la falta de apoyo por parte del Gobierno y la falta de viabilidad para seguir operando en el modelo actual.
Marechiare, que históricamente se dedicó al procesamiento y enlatado de caballa y otras especies locales, se enfrenta a un escenario donde los precios congelados de los productos y el aumento de los costos de producción han generado una caída en las ventas de más del 60%. Los problemas se intensifican cuando el costo de producción de una lata de caballa alcanza los $1800 más IVA, mientras que el precio de venta al público es de solo $1400, lo que genera una pérdida constante. “Este no es un caso aislado. Las empresas más grandes del sector, que también fabrican atún y sardinas, atraviesan la misma situación”, advirtió Angeleri.
La industria pesquera local, que llegó a tener 35 plantas conserveras en Mar del Plata en su apogeo, ha sufrido una drástica disminución en su número. Hoy, solo sobreviven cinco fábricas, mientras que las importaciones de productos terminados, especialmente de atún, han aumentado considerablemente, dejando a las pesqueras locales en una posición cada vez más vulnerable. El atún, una de las principales materias primas del sector, es mayormente importado de Ecuador y Tailandia, debido a la falta de pesca local, que desapareció hace más de 50 años. “El atún que consumimos es importado, aunque en su momento se pescaba y procesaba localmente. Hoy, los elevados costos de producción y la competencia de las importaciones han hecho que esta industria sea inviable”, explicó Angeleri.
El costo de producción de productos pesqueros en Argentina es uno de los más altos del mundo. Mientras que una lata de atún cuesta US$0,90 en el mercado internacional, en Argentina el costo de producción de una lata de 180 gramos llega a US$1,60 sin impuestos, lo que hace que las empresas locales no puedan competir en igualdad de condiciones. Además, el precio de venta al público en las góndolas ronda los $1600, lo que aleja aún más al consumidor argentino de estos productos.
Ante esta situación, la respuesta de muchas empresas ha sido empezar a importar la materia prima, ya que el costo de la mano de obra en Argentina es uno de los factores que más encarece el precio de los productos nacionales. En este contexto, Marechiare ha comenzado a evaluar un cambio de modelo de negocio, buscando adaptarse a la nueva realidad. “Vamos a tener que migrar hacia un modelo de comercialización de productos importados. No nos dejan otra opción. Los precios de los productos nacionales están congelados, pero los costos siguen subiendo, lo que ha llevado a la caída de ventas de manera drástica”, indicó Angeleri.
Por otro lado, los convenios gremiales con los sindicatos, que datan de 1977, también han sido un obstáculo para la modernización de la industria. Las empresas pesqueras han intentado en varias ocasiones renegociar los acuerdos con los gremios para poder ajustar los costos laborales a la realidad del mercado, pero siempre han recibido respuestas negativas. “Es muy difícil hacer cambios cuando los convenios laborales están tan desactualizados. La industria pesquera en Argentina está atrapada en un sistema que ya no funciona, y cada día se suman más casos de empresas que deben paralizar su producción”, señaló Angeleri.
En este escenario, la posibilidad de realizar una reconversión hacia el procesamiento de merluza y langostino fresco ha sido una de las opciones planteadas por Marechiare. Sin embargo, este tipo de cambios también ha sido dificultoso debido a las barreras impuestas por los convenios laborales. “La industria pesquera se encuentra atrapada en un esquema que ya no es viable. Estamos intentando encontrar alternativas, pero no tenemos la flexibilidad necesaria para adaptarnos a las nuevas exigencias del mercado”, afirmó Angeleri.
La empresa, que sigue procesando caballa, anchoíta y otras especies locales, ha visto mermada su capacidad operativa debido a la falta de stock y al encarecimiento de los costos logísticos. “El agregado de aceite y otros productos tiene un costo internacional, pero lo que realmente encarece los productos nacionales son los costos adicionales en logística y mano de obra. Esto hace que el negocio local sea inviable frente a las importaciones”, agregó el directivo.
En cuanto al futuro de la industria pesquera nacional, las perspectivas no son alentadoras. Las grandes empresas pesqueras han optado por importar productos terminados desde el exterior, lo que les permite reducir los costos y mantenerse competitivas en un mercado saturado de productos importados. “Las importaciones de atún de Ecuador y Tailandia están dominando el mercado, y las empresas argentinas no pueden competir con esos precios. La eliminación del IVA a los productos importados y los beneficios impositivos han hecho que esta situación sea insostenible para las fábricas locales”, concluyó Angeleri.
La crisis de Marechiare es un claro reflejo de la difícil situación que atraviesa la industria pesquera argentina, un sector históricamente importante para la economía de Mar del Plata y otras ciudades costeras. Sin embargo, la falta de apoyo gubernamental, la competencia desleal de las importaciones y el encarecimiento de los costos productivos están llevando a muchas empresas a la quiebra o a una reconversión forzada hacia otros modelos de negocio, como la importación de productos terminados. La industria pesquera local está al borde de un cambio drástico, y las soluciones a esta crisis aún parecen lejanas.